Ensayo el caballero de la armadura oxidada
Enviado por chepeMeza8 • 13 de Junio de 2018 • Ensayo • 5.685 Palabras (23 Páginas) • 300 Visitas
INTRODUCCIÓN
EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA
Todo comienza hacía ya mucho tiempo hacia la época medieval en una tierra muy lejana, vivía un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos. Luchaba contra sus enemigos, que era malos, mezquinos y odiosos. Mataba a dragones y rescataba a damiselas en apuros.
Cuando en el asunto de la caballería había crisis, tenía la mala costumbre de rescatar damiselas incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas y, debido a esto, aunque muchas damas le estaban agradecidas, otras tantas se mostraban furiosas con el caballero. Él lo aceptaba con filosofía. Después de todo, no se puede contentar a todo el mundo.
Dicho caballero era famoso por su armadura. Reflejaba unos rayos de luz tan brillantes que la gente del pueblo juraba no haber visto el sol salir en el norte o ponerse en el este cuando el caballero partía a la batalla. Y partía a la batalla con bastante frecuencia Durante años, el caballero es esforzó en ser el número uno del reino. Siempre había otra batalla que ganar, otro dragón que matar y otra damisela que rescatar.
El caballero tenía una mujer fiel y bastante tolerante, Julieta, que escribía hermosos poemas, decía cosas inteligentes y tenía debilidad por el vino. También tenía un hijo de cabellos dorados, Cristóbal, al que esperaba ver algún día, convertido en un valiente caballero igual que él.
Julieta y Cristóbal veían poco al caballero porque, cuando no estaba luchando en una batalla, matando dragones o rescatando damiselas, estaba ocupado probándose su armadura y admirando su brillo. Con el tiempo, el caballero se enamoró hasta tal punto de su armadura que se la empezó a poner para cenar y, a menudo, para dormir. Después de un tiempo, ya no se tomaba la molestia de quitársela para nada. Poco a poco, su familia fue olvidando qué aspecto tenía sin ella.
Había días que, Cristóbal le preguntaba a su madre qué aspecto tenía su padre. Cuando esto sucedía, Julieta llevaba al Cristóbal a la chimenea y mostraba un retrato de su padre
Su esposa cada vez estaba más harta pues el caballero hasta para dormir se ponía su armadura y esto provocaba que Julieta sufriera de mal sueño. Cuando el caballero estaba en casa se la pasaba contando sus hazañas y no permitía casi que su esposa y su hijo hablaran mientras él contaba.
Un día Julieta decidió enfrentar a su marido diciéndole que el ya no la amaba pero su esposo le dijo que si y ella le pidió que se quitara esa armadura para poder ver a su esposo a lo que el caballero le respondió que no podía quitársela porque tenía que estar siempre preparado y ello lo amenazo con irse para siempre con su hijo si él no se quitaba.
Entonces decidió quitársela porque no quería perder a su familia. De mala gana, el caballero intentó quitarse el yelmo pero, ¡no se movió!. Tiró con más fuerza. Estaba muy enganchado. Desesperado, intentó levantar la visera pero, por desgracia, también estaba atascada. Aunque tiró de la visera una y otra vez, no consiguió nada.
El caballero caminó de arriba abajo con gran agitación. ¿Cómo podía haber sucedido esto? Quizá no era tan sorprendente encontrar el yelmo atascado, ya que no se lo había quitado en años, pero la visera era otro asunto. Lo había abierto con regularidad para comer y beber. Pero bueno, ¡si la había abierto esa misma mañana para desayunar huevos revueltos y cerdo en su salsa!.
Repentinamente, el caballero tuvo una idea. Sin decir adónde iba, salió corriendo hacia la tienda del herrero, para que pudiera ayudarle a quitarle la armadura pero este no pudo pasaron días y días tratando y la armadura no se podía despegar.
Un día Julieta le dijo que estaba cansada de oír esa armadura y que su hijo ni siquiera recordaba el rostro de su padre y el caballero le dijo ira a buscar quien lo ayudara puesto que no s los quería perder.
El caballero descartó una idea tras otra por considerarlas poco viables. Algunos planes eran realmente peligrosos. Sabía que cualquier caballero que se plantease fundir su armadura con la antorcha de un castillo, o congelarla saltando a un foso helado, o hacerla explotar con un cañón, estaba seriamente necesitado de ayuda. Incapaz de encontrar ayuda en su propio reino, el caballero decidió buscar en otras tierras.
“En algún lugar debe de haber alguien que me pueda ayudar a quitarme esta armadura”, pensó.
Desde luego, echaría de menos a Julieta, Cristóbal y el elegante castillo. También temía que, en su ausencia, Julieta encontrara el amor en brazos de otro caballero, uno que estuviera deseoso de quitarse la armadura y de ser un padre para Cristóbal.
Sin embargo, el caballero tenía que irse, así que, una mañana, muy temprano, montó en su caballo y se alejó cabalgando. No osó mirar atrás por miedo a cambiar de idea.
Al salir de la provincia, el caballero se detuvo para despedirse del rey, que había sido muy bueno con él. El rey vivía en un grandioso castillo en la cima de una colina del barrio elegante. Al cruzar el puente levadizo y entrar en el patio, el caballero vio al bufón sentado con las piernas cruzadas, tocando la flauta quien le dijo que alguien poder ayudarlo y tenía que ver a la mago merlín para que pudiera ser libre de esa armadura
El cabello no podía creerle puesto que merlín era el mago del rey Arturo y el habían vivido hace ya muchos años pero el bufón le dijo que aún vivía y que lo buscara en el bosque que era inmenso y el caballero se asustó pues dijo como lo hallare si ese bosque es grandísimo a lo que partió y lo busco.
DESARROLLO
Buscar al mago merlín no era fácil pues había cientos de bosques. Mientras cabalgaba en solitario a través de los bosques, el caballero se dio cuenta de que había muchas cosas que no sabía. Siempre había pensado que era muy listo, pero no se sentía tan listo ahora, intentando sobrevivir en los bosques.
De mala gana, se reconoció a sí mismo que no podía distinguir una baya venenosa de una comestible. Después de meses de buscar en vano, el caballero estaba bastante desanimado. Aún no había encontrado a Merlín, a pesar de haber viajado mucho. Una mañana, se despertó sintiéndose más débil de lo normal y un tanto peculiar. Aquella misma mañana encontró a Merlín. El caballero reconoció al mago enseguida. Estaba sentado en un árbol, vestido con una larga túnica blanca. Los animales del bosque estaban reunidos a su alrededor, y los pájaros descansaban en sus hombros y brazos.
El caballero movió la cabeza sombríamente de
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