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Ensayo sobre el libro "el jurista y el simulador del derecho"


Enviado por   •  19 de Octubre de 2015  •  Ensayo  •  2.793 Palabras (12 Páginas)  •  277 Visitas

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NECESIDAD DEL DERECHO COMO ORDEN NORMATIVO DE LA SOCIEDAD Y DEL ESTADO.

El derecho es un ordenamiento normativo jerarquizado. Por eso pertenece al mundo del deber-ser desde la norma jurídica positiva, escrita o consuetudinaria, hasta los postulados ideales. Este ordenamiento es la estructura formal de toda sociedad. Sin él ésta no podría existir ni subsistir, pues la vida social a través de sus múltiples e incontables manifestaciones de toda especie, es una complicada urdimbre de relaciones de variadísima índole que requieren imprescindiblemente una regulación. [1]

El derecho como orden normativo de carácter imperativo y coercitivo en si mismo considerado, es decir, con abstracción de su variado y variable contenido, no es ni una infraestructura ni superestructura de la sociedad, ´puesto que, en su dimensión formal, no está sujeto ni al tiempo ni al espacio. Lo que cambia y debe cambiar constantemente en el Derecho es su contenido, que no debe expresar sino los cambios sociales.[2] 

El derecho va cambiando conforme las necesidades de la sociedad, se tiene que ir adecuando a el tiempo en el que vive la sociedad y generar nuevas leyes para mantener el orden social. El Derecho hace que surja el estado como una persona moral, suprema en la cual se estructura toda sociedad, sin el estado y el derecho la sociedad viviría en caos ya que no habría quien la regulara.

SEMBLANZA DEL JURISTA.

        Es el jurista el cultor del derecho. La importancia ingente de su tarea social deriva puntualmente de la trascendencia del orden jurídico.[3]

         Su actividad primordialmente estriba en construirlo para perfeccionar su normatividad positiva y en vigilar su respeto. Por ello, el jurista es un garante de la sociedad en cuanto que debe procurar que en ella imperen la justicia y la seguridad. Para cumplir su insigne y excelso cometido social, el jurista, principalmente como abogado, debe ser libre. Su libertad profesional lo faculta para atender cualesquiera negocios independientemente de los sujetos en que ellos sean protagonista. Así, pueden defender indiscriminadamente al rico y al pobre, al trabajador y al patrón, al gobernado y al gobernante, con la única limitación de su sentido ético y de justicia. El abogado no debe ser asalariado de nadie. No debe de tener patrón que lo instruya en lo que debe de hacer. No es un trabajador si no un profesionista que dirige al cliente en los casos en que este solicita su patrocinio. Además de ser libre, el jurista debe ser autentico. La autenticidad se revela en un comportamiento acorde con lo que se piensa y con lo que se siente. También debe ser veraz ya que entraña simplemente rectitud de pensamiento, no certeza trascendente en lo que se piensa; debe tener valor civil, también debe ser combativo y no confundirlo con la agresividad, debe ser honesto. El jurista debe tener un hondo sentido de justicia no solo en lo que tradicionalmente se considera como justicia conmutativa sino, por modo primordial, en lo que debe entenderse por justicia social.[4]

        La libertad del hombre es uno de los valores más apreciados ya que sin libertad no podríamos hacer las cosas que hacemos. Un jurista debe tener toda la libertad y no estar atado a nadie, él debe ser libre y poder elegir a quien representara ante una situación jurídica. El jurista es un defensor de la justicia social.

LA CULTURA JURIDICA.

La cultura en general es, en grosso modo, la sustentación, ampliación y perfeccionamiento del conocimiento en los diversos y variador sectores del saber human, y proyectada al ámbito social, se manifiesta en los resultados objetivos de ese conocimiento.

La cultura jurídica, por ende, comprende un vasto espacio de la cultura en general y consiste, evidentemente, en el conocimiento, cada vez más extenso y profundo, del Derecho en todas sus ramas y manifestaciones, en su ejercicio y manifestaciones, en su ejercicio y aplicación y en su perfeccionamiento. La cultura jurídica entraña una ciencia y un arte.[5]

Po lo tanto el jurista debe ser un científico y un artista para poder desempeñarse mejor en sus funciones, debe saber buscar, donde buscar, que buscar, saber interpretar, saber aplicar entre muchas otras cosas más.

        a) El derecho como ciencia.

La ciencia, como la acción de saber, implica conocimiento general y abstracto de las cosas.

Este atributo indica que no todo conocimiento es científico. Aristóteles hablaba del conocimiento sensitivo y del intelectivo, decía, para dar a entender que los datos de los sentidos deben ser el punto de partida de la intelección para construir las reglas o principios científicos.

La ciencia del derecho no estriba meramente en conocer casos concretos, sino en saber los principios jurídicos conforme a los cuales se deben analizar y resolver. El conocimiento de la ley positiva solo es un aspecto de la ciencia jurídica.

Otorlan afirmaba: “todo historiador debería ser jurisconsulto y todo jurisconsulto debería de ser historiador” agregando que  “no se puede conocer a fondo una legislación sin conocer su historia”. El derecho, al vincularse estrechamente con la historia, se relaciona también, con la filosofía, con la sociología, la economía, la política, y otras disciplinas humanísticas y hasta científico-positivas, en su carácter de expresión   cultural del ser humano.

La jurisprudencia se revela como una ciencia, como conjunto de conocimientos o sabiduría respecto a determinadas materias. La jurisprudencia denota nada menos que un cumulo de conocimientos científicos de una extensión desorbitante, puesto que abarcaría la noticia de las “cosas humanistas y divinas”.[6]

        Para poder aplicar las leyes se tiene que conocer la historia y como era aplicada en cierta época, como era el actuar de la sociedad y se tiene que ir adecuando el derecho a la sociedad y la sociedad al derecho.

        b) El derecho como arte.

        El arte es la actividad del hombre tendiente a la realización, en el mundo de la concreción, de valores del espíritu. El arte jurídico importa un haber, un actuar para conseguir la bondad y la justicia. El derecho es un arte dinámico y no estático. El arte jurídico es por esencia incansable en virtud de que siempre está renovando y recreando su actividad como deber ineludible en su lucha por el derecho, por su observancia, respeto y perfeccionamiento.[7]

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