Ernest Hemingway - El viejo y el mar - Resumen.
Enviado por AngelCanul • 31 de Julio de 2016 • Ensayo • 1.593 Palabras (7 Páginas) • 3.830 Visitas
El viejo y el mar
(Resumen)
El viejo y el mar es un libro que relata una aventura completamente marinera. Habla sobre la aventura de un pescador que cada 85 días tratando de pescar algo bueno, llegaba su suerte y lograba obtener muy buenas pescas seguidas del cumplimiento de dichos días, el viejo que tiene de nombre Santiago, es el personaje principal, y tenía un ayudante (Manolin) que desde los 5 años había salido a pescar junto a él, y ya estando más grande sus padres no le permitieron salir a pescar con el viejo porque no les iba bien durante los 84 Días al día 85 (el día en que la suerte de pesca del viejo regresaba).
Muchos miraban al viejo regresar sin nada al muelle, varios se reían, y pescadores veteranos sentían lastima por el (aunque no lo demostraban) incluyendo a Manolin que era como su discípulo. El muchacho siempre le llevaba café y de comer. Todas las mañanas, en tanto despertaba Santiago, se ponía los pantalones que usaba como almohada e iba a casa de Manolin y lo despertaba para ir de pesca, aunque ya estando en el muelle saliera cada quien por su lado.
Cuando por fin llego el día de suerte de Santiago, salió como de costumbre de su choza y fue a despertar a Manolin, bebieron café antes de su salida a la mar. Al salir ambos se desearon buena suerte, esta vez Santiago quería alejarse lo suficiente de la orilla para pescar un pez verdaderamente grande. Estuvo todo el día buscando, encontraba bancos de peces dorados, y cuando por fin engancho algo, resulto ser un ‘’Bonito’’ (pez que por lo regular llegaba al mercado a cambiar por carnada) era grande, pero no era el pez que buscaba, siguió buscando a la deriva del mar, hasta que de repente empezó a sentir un ligero tensor en el cordel, al parecer estaban comiendo de las sardinas sujetas al gancho, el pez empezó a tirar del sedal, y Santiago solo lo dejaba que le jalara para que este se confiara y se lo tragase, para así poder atraparlo. Una vez que sintió que ya lo había enganchado, Santiago tenso lo más que pudo el cordel y noto que era un pez realmente grande, y que estaba bastante pesado, el resto del día estuvo el pez jalando del bote a una velocidad media y no cesaba, así lo dejo que oscureciera y el pez lo llevase a donde quisiera hasta agotar sus energías. El sedal, estando hasta donde más se podía estirar, lo sujetaba Santiago con apoyo de la espalda y de sus manos (la mano izquierda la tenía ligeramente lastimada) y mientras pasaba la primer noche, Santiago con una mano preparaba el ‘bonito’ que había pescado antes de que este pez que jaba con fuerza por ratos picara el anzuelo, para que lo comiera por la mañana, antes de que se echara a perder.
Ya había pasado una tarde (desde el medio día) y una noche y Santiago aún no había visto el pez salir, lo cual esperaba con ansias para ver el tamaño real del pez.
El viejo hablaba solo muy seguido mientras esperaba que se le acabaran las fuerzas, el pez seguía con bastante fuerza y el viejo extrañaba la compañía del muchacho. El pez aun tiraba del sedal (cordel catalán de muy buena calidad) y ya salían los primeros rayos de sol, el viejo comió el ‘bonito’ hasta acabárselo para no desperdiciarlo y tener la fuerza necesaria para continuar la espera a que el pez agotara sus fuerzas e intentar matarlo con el arpón. Continuaba el día y aun no cesaba el pez, y por fin salió a la vista de Santiago, el pez era muy grande y hermoso, un pez espada el cual pesaba alrededor de 1,500 libras. Con franjas purpurinas a los costados, solo salió un momento y se volvió hacia la profundidad del mar, llego la noche, el pez seguía tirando del cordel, ya hasta había pescado un ‘Dorado’ para que lo comiera al llegar la siguiente salida del sol. Santiago no podía confiarse a dormirse, pues el pez podía escapar en cualquier momento. Durante la noche Santiago preparo el dorado, lo destripo y también noto que dentro de las tipas había dos peces voladores en perfecto estado, los extrajo de allí y tiro las tripas, se comió una parte del dorado y uno de los voladores. Se apoyó hacia la popa del bote con el cordel debajo del hombro derecho, pasando después por su mano derecha y luego de la izquierda, por si el pez quería escapar con el mismo tirón se despertaría, descanso un largo rato, mientras el pez había disminuido su velocidad, de repente el pez jaló fuerte del cordel e hizo que golpeara la mano derecha de Santiago a su rostro, y así despertó, jalo fuertemente con ambas manos hasta que el pez bajo la intensidad, cuando se levantó, Santiago tenía la cara batida del dorado que había pescado, se la lavo para evitar que le causara náuseas y perdiera fuerzas si llegaba a vomitar. Ya no se comió el dorado, pero recordó que aún le quedaba un volador y con ese se alimentó al salir el sol.
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