"Evaluar Para Aprender, Examinar Para Excluir" Capitulo Primero: El Campo Semántico De La Evaluación. Más Allá De La Definiciones

“Evaluar para aprender, examinar para excluir”

Capitulo primero: El campo semántico de la evaluación. Más allá de la definiciones

Juan Manuel Álvarez Méndez

(Reseña)

El cuestionamiento por la razón de ser, el análisis y funcionamiento de la evaluación educativa se da a partir de este primer capítulo, en el que el autor hace una división temática en 6 partes o subtemas principales, ellos son: delimitación del campo conceptual, caracterización global de la evaluación educativa, la importancia del contexto de elaboración, dualidades en torno a la evaluación, conceptos nuevos, funciones viejas: la complicación de las prácticas de evaluación y necesidad de evaluar la introducción de conceptos nuevos. A continuación serán abordados de forma tal que se presente al lector como una experiencia de reflexión y autocuestionamiento.

1. Delimitación conceptual

En el campo educativo suele hablarse de evaluación a menudo, por ser esta un “canon” que viabiliza el proceso de enseñanza-aprendizaje; sin embargo, cada quien tiene una interpretación personal de ella. En ese sentido, es inevitable establecer una relación entre los conceptos calidad y evaluación, pues no podrían darse por separado.

Recurriendo a términos precisos, debe entenderse que evaluar con intención formativa no significa medir, calificar, o corregir. Paradójicamente la evaluación tiene que ver con actividades como calificar, medir, corregir, clasificar, no obstante no se confunden con ellas. Comparten un campo semántico, pero se diferencia por los recursos que se utilizan, es claro que para que se dé, es indispensable la presencia del sujeto. Es en este momento en el que la reflexión y discusión por el sujeto principal del hecho educativo se da, a partir de “su ser”, alejándolo un poco de “su saber”, por ende ¿cuál el objeto de la evaluación no formativa?

En ese orden de ideas, visibilizar la evaluación como una actividad crítica desarrollada en el proceso educativo, a través de la cual el docente mejora su ejercicio y su quehacer; por su parte el estudiante aprende a partir de la evaluación y corrección de la información contrastada, crítica y argumentada más no descalificadora ni penalizadora; es así que se necesita “aprender de y con la evaluación” pues solo cuando se asegura el aprendizaje, se podrá asegurar la evaluación.

Entendida la educación como el acceso a la cultura y a la ciencia, el reto que los docentes adquieren es apostarle a la integración, no a la promoción de la exclusión y marginamiento, es comprometerse con el sujeto cognoscente.

2. Caracterización global de la evaluación educativa

Enfatizando en la importancia de este apartado, se resaltan las siguientes ideas:

“Democrática: alude a la necesaria participación de todos los sujetos que se ven afectados por la evaluación, principalmente profesor y estudiante, no como meros espectadores o sujetos pasivos que responden, sino que reaccionan y participan en las decisiones que se adoptan y les afectan.” (Álvarez, 2001, p. 13)

En esta medida, la evaluación se convierte en una valiosa oportunidad para que quienes aprenden se apropien del conocimientos y concurran en la formación del propio pensamiento; pongan en práctica sus conocimientos y se sientan en la necesidad de defender sus ideas, razones y saberes, claro está con bases y argumentos educativamente construidos. Por otro lado cabe resaltar que aunque surgen dudas, inseguridades e inseguridades el expresarlas abiertamente sin temores numéricos, forjan el sendero de un buen proceso.

Debe estar siempre y en todos los casos, al servicio de quienes son los protagonistas en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y especialmente al servicio de los sujetos que aprenden. (Álvarez, 2001, p. 14)

Menciona el autor que la evaluación que no le aporta a quien aprende, debe ser desechada del sistema educativo, claramente relacionado con la libertad en su proceder responsable; algo así como una negociación que no debe darse por decisiones arbitrarias, sino en acuerdos conjuntos, garantizando de igual manera su transparencia.

Por otra parte, se hace notoria la incidencia constante en la mecánica de evaluar resultados más no procesos, y dejando a un lado la calidad de lo que se aprende, es por ello que autor la sitúa como un proceso continuo, que atiende la totalidad en el curso del aprendizaje; trabajando de esta forma con los estudiantes, no aisladamente; que desencadene la labor formativa de la evaluación, con aras a la motivación y orientación.

“Una de las formas en las que pueden participar quienes aprenden es aplicando

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