Evangelio según san Marcos
Enviado por briiitz • 21 de Agosto de 2022 • Apuntes • 2.928 Palabras (12 Páginas) • 72 Visitas
Evangelio según san Marcos
Autor, destinatarios, fecha y lugar de composición[1]
1 ¿Quién es Marcos?
Los testimonios de la Iglesia antigua tienden a unificar en torno al nombre de Marcos, autor del evangelio, las tradiciones relativas a Juan Marcos de Jerusalén —compañero de Pablo y Bernabé en el primer viaje misionero— y aquellas que hablan de un tal Marcos “hijo” de Pedro que reside en “Babilonia”, es decir, en Roma (cf. 1 Pe 5,13)[2].
Eusebio de Cesarea nos da uno de los testimonios más antiguos acerca de la persona y actividad del evangelista Marcos[3], en el que cita a Papías de Hierápolis[4] (120-130 d.C.), quien, a su vez, remite sus propias declaraciones a lo que habría escuchado del presbítero Juan:
“El presbítero acostumbraba a decir que Marcos, habiendo sido el intérprete (hermeneutés) de Pedro, escribió con cuidado (akribós égrapsen), si bien sin orden (oú méntoi táxei), todo aquello que se recordaba de los dichos (lechthénta) y de los hechos (prachthénta) del Señor.
No había escuchado ni seguido personalmente al Señor, sino Pedro, y aquello sólo mucho más tarde, como he dicho. Pedro enseñaba según las circunstancias, sin dar un orden (syntáxis) a los dichos (logia) del Señor. Por eso Marcos no cometió errores escribiendo basándose en sus recuerdos. No tenía más que una sola preocupación: no omitir nada de aquello que había escuchado y no referir nada falso”[5].
Hay que recordar entre los testimonios más antiguos el prólogo latino de la segunda mitad del siglo II, llamado “antimarcionita”[6], en el cual leemos lo siguiente:
“He aquí las aserciones de Marcos, denominado el hombre de los dedos cortados (cologbodactylus), porque en contraste con su estatura, tenía los dedos demasiado cortos, [el que] fue el traductor de Pedro. Después de la muerte de Pedro puso por escrito este evangelio en Italia”.[7]
La tradición siguiente retoma la relación Marcos-Pedro en forma constante. Según Clemente de Alejandría la redacción del evangelio de Marcos habría tenido lugar durante la vida de Pedro, quien habría “autorizado el escrito para ser leído en las iglesias”[8]. Para otros Padres, en cambio, Marcos habría redactado el evangelio después del martirio del apóstol, con la intención de fijar por escrito la memoria de su predicación; así opina, por ejemplo, Ireneo de Lyon (+202)[9]. En ambos casos, el aspecto más importante es la relación directa con la figura de Pedro[10].
Destaquemos algunos elementos de la figura de Marcos que nos entregan los diversos testimonios. En los Hechos de los Apóstoles se observa que la figura de Marcos es la del mediador. Se relaciona con Pedro, pero también con Pablo:
a) En Hch 12 se relata que después de la liberación milagrosa de la cárcel, Pedro se refugia en casa de María, “madre de Juan llamado también Marcos” (cf. Hch 12,12). Esta es la primera vez que se menciona a Marcos. Al final del texto (cf. v.25) es asociado con Bernabé y Pablo, que lo tienen como compañero y colaborador en su primer viaje misionero (a Chipre y el sur de Asia Menor) (cf. Hch 13,5). Después, Marcos se separa y vuelve a Jerusalén (cf. Hch 13,5.13). Pablo no acepta llevarlo consigo en el segundo viaje misionero, provocando con ello el desacuerdo y la separación de Bernabé, primo de Marcos (cf. 15,37-39).
b) El nombre de Marcos se encuentra nuevamente entre los pocos colaboradores de Pablo durante su prisión en Roma. El apóstol lo recomienda a la acogida de la comunidad de los Colosenses (cf. Col 4,10). En otra ocasión pide su venida, considerándola “útil para el ministerio” (cf. 2 Tim 4,11). Así tenemos que, por una parte, aparece un Juan Marcos colaborador de Pablo, inicialmente indeciso, pero enseguida un hombre de confianza: Pablo puede mandarlo como su portavoz a las iglesias de Oriente (cf. Col 4,10). Por otra parte, está el Marcos “hijo” de Pedro (cf. 1 Pe 5,13), su intérprete fiel y cuidadoso redactor del evangelio, según el testimonio de Papías.
c) Hoy parece fuera de dudas la presencia de Pedro y Pablo en Roma, donde ambos sufrieron el martirio. Tal vez aquí esté la razón que nos permita explicar la tradicional identificación de Marcos compañero de Pablo prisionero en Roma con Marcos el “hijo” de Pedro.
Esta presentación de la figura de Marcos expresa algo, sin duda interesante, acerca del tipo de cristianismo (y de teología) que se estaba afirmando en Roma hacia los años 60-70: un cristianismo capaz de integrar tradiciones diversas, la petrina y la paulina, o más ampliamente, las tradiciones judaico-palestinenses con las tradiciones desarrolladas en la diáspora y en la misión a los paganos.
Digamos, también, que el doble nombre Juan Marcos es un indicio de su origen judío (Juan), pero que vive en un mundo de lengua y cultura griega (Marcos). Los textos del N.T. lo muestran como primo de Bernabé (cf. Col 4,10) quien era a su vez un levita acaudalado de Chipre (cf. Hch 4,36).
De acuerdo a los anteriores antecedentes —bíblicos y extrabíblicos— Marcos (o Juan Marcos), al que se le atribuye la autoría de este evangelio, es presentado como un personaje secundario al interior de la Iglesia, lo que es un argumento a favor de su calidad de “autor” del evangelio. Lo que sí no es claro, es el tipo de relaciones que estableció con Pablo y Pedro. Dado el estado de la investigación, se acepta que haya escrito después de la muerte de Pedro —Papías habla de “recuerdos”—, y que su papel no es el de un simple “secretario” de éste. Además, hay que aceptar la posibilidad de que haya recurrido a otras fuentes.
5.2.2 Fecha[11]
Los testimonios antiguos presentan diferencias a la hora de indicar la fecha de composición. Para Ireneo (nacido el 140 d.C.) habría sido después de la muerte de Pedro y Pablo (64 ó 67 dependiendo de donde se ubique la fecha del martirio de ambos); para Clemente de Alejandría (nacido el 150 d.C.) Marcos habría escrito su evangelio cuando Pedro todavía vivía. Hoy en día hay casi total unanimidad en situar la redacción final del Evangelio según san Marcos antes del año 70; antes, por tanto, de la caída de Jerusalén, la que no es conocida en el discurso apocalíptico de Mc.
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