Fiebre De Literatura
Enviado por camago62 • 21 de Noviembre de 2013 • 400 Palabras (2 Páginas) • 224 Visitas
Son las 6:15 de la tarde, Jeremías se dispone a ingresar a la sala donde hay un conversatorio acerca de un autor del que apenas ha escuchado su nombre. Se llama Haruki Murakami y por lo visto en los stands ha publicado varios libros entre cuentos y novelas. Dicen en voz baja los asistentes que es una eminencia de la literatura japonesa. Un reconocido periodista invitado como moderador de la charla y un estudiante que contó con la fortuna de residir y estudiar en Japón dirigían la tertulia.
Lo que hizo poco agradable la noche fue la inflamación en la parte izquierda del pómulo y una leve fiebre que provocaba todo menos ganas de estar ahí. Al ver la poca conexión que tenían los dos personajes en el escenario, Jeremías toma la decisión de huir tan pronto como las circunstancias se lo permitan. La ocasión se presenta y tan pronto sale a la calle se cubre el cuello con su bufanda, estira la mano y aborda un taxi para llegar rápido a su casa. De camino por toda la carrera séptima no podía sacar de su mente una de las frases que se mostraron al principio del conversatorio mientras proyectaban el video de entrada con la cual se sintió muy identificado.
“Leía mucho, lo que no quiere decir que leyera muchos libros. Más bien prefería releer las obras que me habían gustado. (...) Así pues, no tenía este punto en común con los demás, y leía mis libros a solas y en silencio. Los releía y cerraba los ojos y me llenaban de su aroma. Sólo aspirando la fragancia de un libro, tocando sus páginas, me sentía feliz”.
Cuando llega a casa es tanto el dolor que tiene y la temperatura tan alta que la tía de Jeremías, doña Leonor, llama inmediatamente al médico de la familia para que atienda lo más pronto posible a su sobrino. A su llegada el diagnostico no tardó mucho. A simple vista el doctor pronunció la sentencia que tendría a Jeremías postrado en cama por más de 7 días. ¡Es una parotiditis! tiene que guardar reposo y tomar analgésicos para el dolor, hay epidemia, no puede salir de casa porque es una enfermedad contagiosa. Es así, como recordando esa frase, aprovechó el tiempo para retomar las lecturas olvidadas y releer sus páginas favoritas para huir de la tediosa cama y el encierro.
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