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Fragmento de San Martín, el libertador del Sur


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2015  •  Ensayo  •  1.482 Palabras (6 Páginas)  •  220 Visitas

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El correntino José de San Martín recibió el sobrenombre de ‘el Libertador’ —al igual que otra de las insignes figuras latinoamericanas de la primera mitad del siglo XIX, el venezolano Simón Bolívar— por su decidida actividad militar durante la emancipación de las colonias sudamericanas respecto de España. El siguiente texto reproduce parte de la biografía que sobre San Martín escribió el catedrático de Historia de América y académico español Demetrio Ramos Pérez, en la cual asistimos al origen familiar y a los primeros años de vida de aquél.

Fragmento de San Martín, el libertador del Sur.

De Demetrio Ramos Pérez.

Capítulo I, 1.

La lucha emancipadora tomó un signo nuevo y definitivo desde que San Martín, un jefe militar hasta entonces poco menos que desconocido, cruzó los Andes con un ejército que él mismo había creado. ¿Cómo fue posible una irrupción tan sorprendente de este hombre, cuyo papel creció ya continuamente hasta el límite de lo decisivo, aunque para desvanecerse luego, con igual rapidez, tras la entrevista con Bolívar en Guayaquil? San Martín, que había contemplado en España el desquiciamiento provocado por la invasión napoleónica, con sus horrorosas consecuencias, trató de poner en práctica desde su llegada al Plata, el arte de la decisión calculada, con el orden y el método debido, para llevar adelante la empresa, antes de que todo, también en América, se aniquilara. Era un convencido de que, de otra forma, los riesgos de la época insegura se acrecentarían. Esa es la explicación de sus rápidos éxitos y, también, de su apartamiento, cuando se vio sin seguridad hacia el futuro.

Quizá por ello mismo, a San Martín se le contempla rodeado de no pocas incógnitas. Por algo un intelectual chileno, cuando escribió su biografía, en 1949, la tituló San Martin y sus enigmas. Pero el caso es que el propio personaje se quejó también de no ser entendido, como lo hizo en una carta de enero de 1816 —cuando aún estaba en Mendoza— dirigida a su amigo Tomás Guido, al comentar su situación: «¡Maldita sea mi estrella, que no hace sino promover desconfianzas!» Sin embargo, este aspecto puede resultar más comprensible si tenemos en cuenta que San Martín tuvo una trayectoria muy compleja, resultado de segmentos vitales distintos, que bien podrían pertenecer a diferentes personas, pero que en él se suman, a pesar de los distantes países en que discurren y de la aparente desconexión de los procederes de cada época Si tenemos presente que la misma España en que vivió y los respectivos escenarios de su actividad americana —sobre todo el Río de la Plata— fueron también cambiantes, en personas y situaciones, el resultado, lógicamente, no podía ser distinto. Por eso mismo, en su vida y en su obra, el atractivo crece, aunque la dificultad de hacerlo explicable sea también grande, sobre todo al pretender soldar todos los segmentos de su vida. Este será nuestro intento.

De los primeros años de una vida se conserva, en la mayoría de los hombres, sólo un vago recuerdo. Pero éste llega a adquirir valor sentimental si se refiere a una tierra lejana, de la que partió la familia, porque se ha vuelto a dibujar en los recuerdos de los padres con la neblina de las nostalgias. Esto tuvo que sucederle al joven José de San Martín, hijo del militar Juan de San Martín, un castellano viejo, nacido en la dura tierra palentina de Cervatos de la Cueza, de la que salió muy joven para ingresar voluntario en el ejército real, como soldado de infantería. Después de lentos ascensos, con el grado de teniente y diecisiete años de servicio, pasó al Río de la Plata en 1765 cuando, tras la paz con Inglaterra, Carlos III dispuso la organización de las nuevas milicias americanas, ante el temor de que esa paz sólo fuera un paréntesis para el expansionismo británico.

También de la tierra palentina de Paredes de Nava procedía el tronco materno de San Martín. La historia parte de Jerónimo Matorras, que pasó al Río de la Plata en 1745, donde casó con la hija del alcalde de primer voto de Buenos Aires. ¡Tal debía de ser su capacidad y atractivo! Posiblemente, con este respaldo regresó a España en 1766 para gestionar nada menos que la gobernación de Tucumán, con el compromiso de someter y pacificar a los indios del Chaco. Tal oferta fue tan bien recibida, que al año siguiente, en 1767, podía regresar al Plata —como los antiguos capitulantes— con tal cargo y misión, llevando entonces a su sobrina Gregoria, a quien conoció don Juan de San Martín —eran las familias de pueblos muy inmediatos— y con la que contrajo matrimonio, por poder, en 1770. Por desgracia, el flamante gobernador de Tucumán había tropezado con serios inconvenientes, pues protestó de su nombramiento Bucarelli, gobernador del Río de la Plata, y fue preso en Charcas y luego en Lima, hasta que, absuelto, regresó a Tucumán en 1772 y llevó a cabo con éxito la prevista expedición al Chaco, en 1774, para morir poco después.

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