Fuentes Del Poder En La Sociedad
Enviado por lisetee • 24 de Julio de 2011 • 5.251 Palabras (22 Páginas) • 1.179 Visitas
La imaginación sociológica
CHARLES WRIGHT MILLS
2. La imaginación sociológica
No es sólo información lo que los hombres necesitan. En esta Edad del Dato la información
domina con frecuencia su atención y rebasa su capacidad para asimilarla. No son sólo
destrezas intelectuales lo que necesitan, aunque muchas veces la lucha para conseguirlas
agota su limitada energía moral.
Lo que necesitan, y lo que ellos sienten que necesitan, es una cualidad mental que les ayude a
usar la información ya desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que
ocurre en el mundo y de lo que quizás está ocurriendo dentro de ellos, Y lo que yo me
dispongo a sostener es que lo que los periodistas y los sabios, los artistas y el público, los
científicos y los editores esperan de lo que puede llamarse imaginación sociológica, es
precisamente esa cualidad.
Tarea y promesa de la imaginación psicológica
La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico más
amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de
diversidad de individuos. Ella le permite tener en cuenta cómo los individuos, en el tumulto de
su experiencia cotidiana, son con frecuencia falsamente -conscientes de sus posiciones
sociales. En aquel tumulto se busca la trama de la sociedad moderna, y dentro de esa trama
se formulan las psicologías de una diversidad de hombres y mujeres. Por tales medios, el
malestar personal de los individuos se enfoca sobre inquietudes explícitas y la indiferencia de
los públicos se convierte en interés por las cuestiones públicas.
El primer fruto de esa imaginación -y la primera lección de la ciencia social que la encarna- es
la idea de que el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio
destino localizándose a sí mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades
en la vida si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias. Es, en
muchos aspectos, una lección terrible, y en otros muchos una lección magnífica. No conocemos
los límites de la capacidad humana para el esfuerzo supremo o para la degradación voluntaria,
para la angustia o para la alegría, para la brutalidad placentera o para la dulzura de la razón.
Pero en nuestro tiempo hemos llegado a saber que los límites de la «naturaleza humana» son
espantosamente dilatados. Hemos llegado a saber que todo individuo vive de una generación a
otra, en una sociedad, que vive una biografía, y que la vive dentro de una sucesión histórica.
Por el hecho de vivir contribuye, aunque sea en pequeñísima medida, a dar forma a esa
sociedad y al curso de su historia, aun cuando él está formado por la sociedad y por su impulso
histórico.
La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía, y la relación entre
ambas dentro de la sociedad. Ésa es su tarea y su promesa.
Ningún estudio social que no vuelva a los problemas de la biografía, de la historia y de sus
intersecciones dentro de la sociedad, ha terminado su jornada intelectual. Cualesquiera que
sean los problemas del analista social clásico, por limitados o por amplios que sean los rasgos
de la realidad social que ha examinado, los que imaginativamente han tenido conciencia de lo
que prometía su obra han formulado siempre tres tipos de preguntas:
1. ¿Cuál es la estructura de esta sociedad particular en su conjunto? ¿Cuáles son sus
componentes esenciales, y cómo se relacionan entre sí? ¿En qué se diferencia de otras
variedades de organización social? ¿Cuál es, dentro de ella el significado de todo rasgo
particular para su continuidad o para su cambio?
2. ¿Qué lugar ocupa esta sociedad en la historia humana' ¿Cuál es el mecanismo por el que
está cambiando? ¿Cuál es su lugar en el desenvolvimiento de conjunto de la humanidad y qué
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significa para él? ¿Cómo afecta todo rasgo particular que estamos examinando al periodo
histórico en que tiene lugar, y cómo es afectado por él? ¿Y cuáles son las características
esenciales de ese periodo? ¿En qué difiere de otros periodos? ¿Cuales son sus modos
característicos de hacer historia?
3. ¿Qué variedades de hombres y de mujeres prevaler ahora en esta sociedad y en este
período? ¿Y qué variedades están empezando a prevalecer? ¿De qué manera son seleccionados
y formados, liberados y reprimidos, sensibilizados y embotados? ¿Qué clases de «naturaleza
humana» se revelan en la conducta y el carácter que observamos en esta sociedad y en este
periodo? ¿Y cuál es el significado para la "naturaleza humana" de todos y cada uno de los
rasgos de la sociedad que examinamos?
Ya sea el punto de interés un Estado de gran poderío, o un talento literario de poca
importancia, una familia, una prisión o un credo, ésos son los tipos de preguntas que han
formulado los mejores analistas sociales. Ellas constituyen los pivotes intelectuales de los
estudios clásicos sobre el hombre y la sociedad, y son las preguntas que inevitablemente
formula toda mente que posea imaginación sociológica. Porque esa imaginación es la
capacidad de pasar de una perspectiva a otra: de la política a la psicológica, del examen de
una sola familia a la estimación comparativa de los presupuestos nacionales del mundo, de la
escuela teológica al establecimiento militar, del estudio de la industria del petróleo al de la
poesía contemporánea. Es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y
remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas
cosas. Detrás de su uso está siempre la necesidad de saber el significado social e histórico del
individuo en la sociedad y el período en que tiene su cualidad y su ser.
En suma, a esto se debe que los hombres esperen ahora captar, por medio de la imaginación
sociológica, lo que está ocurriendo en el mundo y comprender lo que está pasando en ellos
mismos como puntos diminutos de las intersecciones la biografía y de la historia dentro de la
sociedad. En gran parte, la conciencia que de sí mismo tiene el hombre contemporáneo como
de un extraño por lo menos, si no como de un extranjero permanente, descansa sobre la
comprensión absoluta
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