GERIATRÍA Y GERONTOLOGÍA El libro inicia como un proyecto de investigación, sobre la crisis humana

INSTITUTO TECOMENSE DE ESTUDIOS SUPERIORES LIC. BENITO JUÁREZ

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ALUMNA: ITATI ANAHÍ LÓPEZ ROQUE.

MAESTRO: MAG. MD.  EMMANUEL MEDINA OCHOA.

MATERÍA: GERIATRÍA Y GERONTOLOGÍA.

LICENCIATURA EN ENFERMERÍA NIVELACIÓN.

MANZANILLO, COLIMA. – DE ABRIL DE 2018.

El libro inicia como un proyecto de investigación, sobre la crisis humana, considerando que la muerte es la máxima crisis que deben  afrontar  las personas ya que sigue siendo un  acontecimiento terrible y aterrador, el miedo a la muerte es un  miedo universal aunque creamos que lo hemos dominado en muchos niveles; así se inicio en el mundo desconocido acerca  de los moribundos y los mecanismos de reacción que entran en funcionamiento durante una enfermedad  mortal.

La doctora desarrolla su teoría sobre las cinco fases por las que ha de atravesar un paciente al que se le diagnostica una enfermedad mortal: negación y aislamiento, ira, pacto, depresión y aceptación de la muerte.

Hace una breve revisión sobre los cambios emotivos por los que atraviesa el paciente en fase terminal, señala cómo siempre hay que dejar al enfermo un hilo de esperanza en su curación  para ayudarle a atravesar estas fases y que los familiares deben aceptar también el fin del ser querido a fin de no hacerle sufrir innecesariamente. En pocos párrafos echa un vistazo al miedo que se enfrenta el moribundo antes de abandonar esta vida, de igual forma nos da un panorama general sobre la manera en cómo, algunas culturas, consideran  a la muerte y los tabúes que se ha generado en torno a la misma; cada pérdida importante puede ser también una oportunidad de transformación si podemos integrar la amplia y profunda gama de sentimientos, emociones, actitudes, creencias, ideas, omisiones y acciones implicadas en el proceso.

La autora hace sentir su preocupación por la manera en que la ciencia y la tecnología se han desarrollado, de cómo ha escalado niveles en los que ha permitido desarrollar investigaciones para desmenuzar la naturaleza humana, desde el punto de vista biológico, pero que no ha hecho mucho énfasis en el aspecto emocional. Hay profesionales del área de la salud que el al estar más en contacto con los moribundos, aprenden de ellos la forma en la que afrontan todo el proceso de duelo y la manera en como lo resuelven.  Sugiere que se incluyan en los programas de estudio de los alumnos de las ciencias de la salud la materia de relaciones humanas y de tanatología.  

La primera respuesta ante la inevitable catástrofe es emitir un estruendoso “No, no a mí, no puede ser verdad” y con ello comienza la incertidumbre y el miedo al dolor de una pérdida irreparable, el enfermo niega la realidad que se le ha puesto ante sus ojos y rechaza el hecho que se le ha presentado, ahonda mas su dolor al tratar de afrontar para sí la terrible realidad y lucha contra sí y contra quien considera que le ha fallado, quien le ha abandonado aquel a quien él le había confiado su vida. La negación funciona como un amortiguador después de una noticia inesperada e impresionante, permite recobrarse al paciente y, con el tiempo, movilizar otras defensas, menos radicales; es una defensa provisional y pronto será  sustituida por una aceptación parcial. Los pacientes pueden hablar brevemente de la realidad de su situación, y de repente, manifestar su incapacidad para seguir viéndola de un modo realista. La necesidad de negación existe en todos los pacientes, mas al principio de una enfermedad grave que al final de la vida.

Según la autora, en la fase de la Ira, el enfermo se torna agresivo y a menudo la descarga contra sus seres queridos, contra el personal  de salud. Menciona la importancia de que quien esté a cargo del enfermo se dé cuenta que la ira que manifiesta aparentemente  contra los demás, está dirigida contra sí mismos y que su respuesta es un proceso de reacción reactiva contra su propia situación y no contra los demás. El personal hospitalario debe ser capaz de entender las fases  que atraviesa el enfermo y que frecuentemente en estos momentos sus necesidades son más psicológicas que terapéuticas. Lo interesante de hablar con los enfermos o pacientes moribundos para conseguir comprenderlos un poco más y para enseñar al personal de salud como ayudarlo mejor, la única manera que podemos aprenderlo  es haciendo que el paciente sea el maestro.

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