Guion teatral de Gallinazos sin plumas
Enviado por Yanni Galván • 30 de Septiembre de 2018 • Informe • 2.959 Palabras (12 Páginas) • 3.984 Visitas
LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS
Narrador: A las seis de la mañana, la ciudad de lima está cubierta de una fina niebla, a esa hora salen los obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de la basura. A esa hora también, salen los “Gallinazos sin plumas”, frase que hace referencia a los recicladores, que cual gallinazos buscan en los basureros algo que comer o vender para ganar algunas monedas. El viejo don santos se pone la pierna de palo y empieza a gritar:
Don Santos: ¡A levantarse!, ¡Efraín!¡Enrique! ¡Ya es hora!
Narrador: Los dos muchachos corrieron a la acequia a lavarse la cara
Efraín: Lávate rápido Enrique, antes que el abuelo nos castigue
Enrique: Si hermano, ya voy
Narrador: Los hermanos cogieron su lata y se fueron a la calle
Efraín : Ya nos vamos abuelo
Don Santos: Ya, apúrense que quiero ver esas latas llenas, sino no hay comida
Narrador: Los hermanos salieron con dirección a las calles
Efraín: Mira Enrique, las bolsas están repletas
Enrique: Sí Efraín, creo que hoy el abuelo estará contento
Efraín: Yo voy por aquí y tú por la vereda del frente
Enrique: No olvides regresar la basura a la bolsa luego de haber buscado, sino el camión de la baja policía nos lleva.
Efraín: Tienes razón, pero apurémonos, que hace frío
Narrador: Cada uno de los hermanos tenía predilección por algunos de los objetos que encontraban en la basura. Por otro lado, el viejo don santos se aproxima al chiquero y con su larga vara da un golpe en el lomo de su cerdo, que se revuelve entre los desperdicios
Don Santos: A ver mi querido Pascual, todavía te falta un poco, pero espera nada más, que ya llegará tu turno.
Narrador: Pascual, gruñe contento. Así como Efraín y Enrique, hay muchas personas que salen cual gallinazos a revolotear en la basura para conseguir algo que puedan usar.
Carola: Hola chicos, me llamo Carola, qué les parece si trabajamos juntos y así avanzamos más rápido.
Efraín: Hola Carola, yo me llamo Efraín y él es mi hermano Enrique
Enrique (De mala gana): Hola
Efraín: Si estamos de acuerdo, busquemos juntos
Enrique: ¿Estamos?, ¿Busquemos?, ¡Efraín!, no te das cuenta que si busca con nosotros, se va a apoderar de la basura
Carola: ¿Qué te pasa oye? Si hay basura para todos
Efraín: Ya Enrique, no seas exagerado, vamos nomás
Narrador: Los tres muchachos, después de un breve descanso, empiezan su trabajo
Efraín: Listo, Carola y yo iremos por esta vereda y tú Enrique vas por la del frente
Enrique: ¿Yo solo?, ¡Ya pues!
Narrador: los muchachos empezaron su conquista por los basureros, pasaban por cada casa, vaciaban las bolsas, luego de encontrar algo de utilidad, regresaban la basura a su sitio. Algunas ocasiones encontraban latas de sardina, zapatos viejos, pedazos de pan, pericotes muertos, algodones inmundos y cosas que no podrían imaginar
Efraín: ¡Encontré unos tirantes! Me fabricaré una honda con ellos. Aunque nosotros solo buscamos comida para ese chancho inmundo.
Carola: Pues yo sólo busco cosas para vender: Latas, botellas, cartón. Qué tontos son ustedes de veras, en vez de buscar comida para ese tonto cerdo, deberían vender lo que encuentran, para siquiera tener algo de dinero para poder comer.
Efraín: Tienes razón, pero si no le llevamos las latas llenas al viejo, nos golpeará y nos dejará sin comer.
Narrador: por otro lado, el viejo don Santos, estaba desesperado, mirando a pascual, esperando a sus nietos con la comida, cuando en eso llegó el carnicero, que era quien iba a comprar el cerdo cuando estuviera listo.
Don Santos: Buenas tardes señor Carnita, pase, pase, mi Pascualito está por aquí, pero venga, venga.
Señor Carnita: Qué tal, vengo a ver qué tan gordo está su cerdo, para llevármelo de una vez y darle sus trescientos soles.
Don Santos: ¿Tre, trescientos soles?, mírelo, mírelo, está muy gordito ya.
Señor Carnita: ¡Nooo!, falta todavía, que engorde unos 7 u 8 kilos más y me lo llevo
Don Santos: Está bien, en menos de una semana se lo tengo listo.
Señor Carnita: Eso espero, hasta la próxima semana.
Don Santos (Sonriendo): Hasta luego, que tenga ben día. (Renegando) ¡Maldición! Esos mocosos no me traen la suficiente comida para Pascualito, se me muere de hambre el pobre, pero los obligaré a levantarse más temprano y me regresarán más tarde.
Narrador: El sol se oculta y los muchachos se despiden de Carola y regresan a casa
Efraín y Enrique: Adiós Carola, estamos muertos, a ver como nos tratará el abuelo hoy
Carola: Adiós muchachos, ojalá nos volvamos a ver y que les vaya bien con el viejo, buena suerte, adiós.
Narrador: Los hermanos caminaban rumbo a casa y don Santos los esperaba con el café preparado.
Don Santos: A ver ¿Qué cosa me han traído?, tomen su café
Narrador: Don Santos se aproximó a ver las latas. Cuando la provisión estaba buena, siempre hacía el mismo comentario: “Pascual tendrá banquete, hoy día”; pero la mayoría de veces estallaba:
- Don Santos: ¡Idiotas!¿Qué han hecho hoy?¡Se han puesto a jugar seguramente! ¡Pascual se morirá de hambre!, ahora sí, si Pascual se muere de hambre, ustedes también
Narrador: Don Santos agarró de las orejas a los muchachos, luego los pellizcó fuertemente. Los muchachos corrieron hacia el descampado, con las orejas rojas, mientras el viejo se aproximaba hacia el chiquero.
Don Santos: Ya, Pascualito, ya te escuché gruñir, ya voy, ya voy con tu comida.
Narrador: Don Santos, vació la lata de comida para que el cerdo la comiera.
Don Santos: Toma Pascualito, come, come para que engordes, mi chanchito bello.
Narrador: Pascual, no tardó ni tres minutos en devorar la comida.
Don Santos: ¡Mi pobre Pascual! Hoy te quedarás con hambre por la culpa de estos zamarros. Ellos no te engríen como yo ¡Habrá que darle de latigazos para que aprendan!
Narrador: El invierno llegó y Pascual se había convertido en un monstruo insaciable. Todo le parecía poco y don Santos se vengaba en sus nietos del hambre del animal.
Don Santos: Ya, Pascualito, ya mi bebé, ya te van a traerla comida estos malagradecidos, ahorita los mando hasta la playa, donde tiran todos los desperdicios, ahí les será más fácil encontrar tu comida, mi bebé. ¡Efraín!, ¡Enrique!, ¡Levántense ya, flojos!
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