Hay un espejo en mi casa
Enviado por noemikpop • 17 de Febrero de 2014 • 1.132 Palabras (5 Páginas) • 391 Visitas
Hay un espejo en mi casa. Está detrás de un panel corredizo en el pasillo del piso de arriba. Nuestra Facción me permite estar de pie delante de él en el segundo día del tercer mes, el día en que mi madre me corta el pelo.
Me siento en el taburete y mi madre se para detrás de mí con las tijeras, recortando. Las hebras caen al suelo en un opaco, anillo rubio.
Cuando termina, saca el pelo de mi cara y lo retuerce en un rodete. Noto cuan tranquila se ve y cuan enfocada está. Ella está bien, entrenada en el arte de perderse a sí misma. No puedo decir lo mismo de mí misma.
Le doy un vistazo a mi reflejo cuando ella no está prestando atención ―no por el bien de la vanidad, sino por curiosidad. Muchas cosas pueden pasarle a la apariencia de una persona en tres meses. En mi reflejo, veo una cara delgada, grandes, ojos redondos y una delgada nariz larga― todavía me veo como una niña pequeña, aunque en algún momento en los últimos meses cumplí los dieciséis años. Las otras Facciones celebran los cumpleaños, pero nosotros no lo hacemos. Sería auto-indulgente.
―Ahí ―dice ella cuando acomoda el rodete en su lugar. Sus ojos capturan los míos en el espejo. Es demasiado tarde para mirar hacia otro lado, pero en vez de regañarme, sonríe a nuestro reflejo. Frunzo el ceño un poco. ¿Por qué no me regaña por mirarme a mí misma?
―Así que hoy es el día ―dice ella.
―Sí ―respondo.
― ¿Estás nerviosa?
Miro a mis propios ojos por un momento. Hoy es el día de la prueba de aptitud que va a mostrarme a cuál de las cinco Facciones pertenezco. Y mañana, en la Ceremonia de Elección, me decidiré por una Facción; decidiré el resto de mi vida; voy a decidir quedarme con mi familia o abandonarlos.
―No ―le digo―. Las pruebas no tienen que cambiar nuestras elecciones.
―Correcto ―sonríe―. Vamos a comer el desayuno.
―Gracias. Por cortarme el pelo.
Ella me besa en la mejilla y desliza el panel sobre el espejo. Creo que mi madre podría ser hermosa, en un mundo diferente. Su cuerpo es delgado debajo de la túnica gris. Tiene un altos pómulos y largas pestañas, y cuando se suelta el pelo por la noche, este cuelga en ondas sobre sus hombros. Pero ella debe ocultar esa belleza en Abnegación.
Caminamos juntas hasta la cocina. En estas mañanas, cuando mi hermano hace el desayuno, y la mano de mi padre, roza mi pelo mientras lee el periódico, y mi madre tararea mientras limpia la mesa, es en estas mañanas que me siento más culpable de querer dejarlos.
El autobús apesta a gases de escape. Cada vez que choca con un trozo de pavimento irregular, me hace moverme de lado a lado, a pesar de que estoy agarrando el asiento para mantenerme quieta.
Mi hermano mayor, Caleb, se encuentra en el pasillo, agarrado de una barandilla encima de su cabeza para mantenerse firme. No nos parecemos. Él tiene el pelo oscuro y la nariz aguileña de mi padre y los ojos verdes y los hoyuelos en las mejillas de mi madre. Cuando él era más joven, esa características le deban un aspecto extraño, pero ahora le favorecen. Si él no fuera de Abnegación, estoy segura de
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