Hora Zero: poética en una bomba molotov
Enviado por valeriaromanm • 17 de Junio de 2015 • 1.057 Palabras (5 Páginas) • 255 Visitas
Hora Zero: poética en una bomba molotov
“Ser poeta significa que la vida cambie. La vida es un combate total como todo acto de supervivencia. (…) No necesitamos una revolución con seres del pasado, sino con seres reales (…) ese maravilloso ser que se vislumbra en nuestra poesía, pleno de amor. Porque el amor es un lazo subversivo y revolucionario. Es una forma de guerra”
– Parte de Guerra (Manifiesto de 1983), Hora Zero
César Vallejo, Carlos Oquendo de Amat, Martín Adán, José Carlos Mariátegui: nombres que evocan textos atravesados por el impulso de “lo nuevo”. Artífices de propuestas estéticas hechas letra en publicaciones literarias y políticas, constituyen la vertiente peruana entre los vanguardismos latinoamericanos y operan como espejo cultural al que se vuelve, una y otra vez, para refutar, plagiar u homenajear. Cuarenta años después del esplendor de las vanguardias, surge el movimiento Hora Zero, colectivo que recrea parte de aquel espíritu subversivo.
Para los jóvenes peruanos que empiezan a escribir hacia mediados de los sesenta, 1968 es un año significativo y contradictorio –el golpe de Estado por parte de las Fuerzas Armadas, presidida por el general Juan Velasco Alvarado, los confronta con un gobierno que impulsa medidas reivindicadas desde la izquierda–. Más aún en términos internacionales: del Mayo francés al estallido del Caso Padilla en Cuba, pasando por la invasión rusa a Checoslovaquia y la Ofensiva del Tet en Vietnam. Estas nuevas voces –que se sienten herederas de aquella revolución– encuentran en este panorama que los circunda el mejor de los motivos poéticos.
En 1970, Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz –estudiantes de Letras en la Universidad Nacional Federico Villareal– escriben “Palabras urgentes”, texto que sienta las bases del colectivo y que se publica en el primer número de la revista “Hora Zero: materiales para una nuevo época”. A estas alturas, Pimentel y Ramírez se sienten en un punto crucial, en el vértice de una “hora cero” en la que debe pensarse otro modo de poetizar un presente que se precipita. Polémica, agresión e intencionalidad pragmática caracterizan el tono general del manifiesto: se presenta como una propuesta de ruptura respecto a lo viejo, y enfatizan en la necesidad de crear una “poesía viviente” fundada por hombres libres que asuman una actitud distinta ante la creación y las manifestaciones de una realidad que reclama nuevas modulaciones para ser representada. Hora Zero rescata el verdadero poder de la poesía y el arte como forma y factor de conciencia social, el cual es energía suficientemente capaz de hacer avanzar o hacer retroceder nuestra sociedad en su proceso de cambio y evolución.
Los poetas horazerianos se autoconstruyeron como los encargados de recuperar el proceso de transformación social a través de la escritura –la cual, en un movimiento circular, es concebida, además, como dinamizadora de ese cambio radical que representa a los jóvenes que fijan un sentido de pertenencia en la escritura como única patria común y en las prerrogativas de la literatura como único señor posible–. Por eso mismo, los textos de Hora Zero recuperaron en su materialidad la diversidad lingüística y étnica de sus autores y cuestionan, desde esa práctica, la hegemonía que consideraban elitista y que provenía
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