Juan Perez Jolote
Enviado por brendamac • 3 de Diciembre de 2014 • 869 Palabras (4 Páginas) • 469 Visitas
Cuenta en su relato autobiográfico este indígena mexicano, de la etnia tzotzil, acerca del
día en que es nombrado primer mayor, un cargo directivo secundario menor concedido
por la autoridad regional. Ese día recibe el siguiente mandato: “¡Obedece al ladino, que
es el que manda! Porque es el hijo de Dios, el hijo del cielo, el de cara blanca, el de
camisa y pantalón... Si no sirves contento a nuestro pueblo, te enfermarás”.
El lugar es Chamula, un poblado en el estado de Chiapas donde esa etnia tiene su centro.
El mencionado “ladino” es el terrateniente, que además de blanco, habla idioma
“castilla”. No viste el chamarro de los indios, una pieza de lana de origen prehispánico
con una abertura para la cabeza y que cubre la parte anterior y posterior del cuerpo, hasta
las rodillas, como una falda.
El indígena, que se llama Juan Pérez Jolote, hace la señal de la cruz en acto de sumisión y
pronuncia: “Dios totic, Dios nichonil, Dios espíritu santo”. Se encomienda pues a sus
dioses locales transmutados en la trinidad cristiana. Cabe señalar que esa asignación de
cargos honoríficos en la estructura de gobierno regional no es sino un sistema de
servidumbre al interior de la comunidad, que consagra ventajas a los dirigentes, quienes
cobran tributos a los demás para favorecerlos en sus litigios, sobre todo cuando son casos
graves que pueden llevarlos a la cárcel.
Este notable libro clásico de la antropología mexicana se construyó a base de monólogos
registrados por el investigador Ricardo Pozas, quien logró reconstruir los ires y venires de
un personaje que protagoniza, a su humilde escala, los procesos que ocurrieron en torno a
la revolución mexicana. La cual apenas aparece, es bueno aclarar, sino sólo en la medida
que afecta los esfuerzos de Juan Pérez Jolote para ganarse la vida.
Varios son los elementos que llaman la atención porque desarman lugares comunes
respecto a la condición indígena, amparados por ciertos mitos como el del “buen salvaje”,
definido por el filósofo de las luces Jean-Jacques Rousseau. Para empezar, Juan Pérez
Jolote (el último apellido es un agregado totémico para los indígenas, que significa en
este caso pavo silvestre) fue un niño golpeado por su padre. Se ve así obligado a huir para
conservar su vida. “Sólo me pegaba cuando estaba en su juicio; cuando andaba borracho
no me pegaba”.
Las borracheras son el segundo aspecto que impregna las peripecias de Juan Pérez Jolote
(que termina sus días alcoholizado). Borracheras rituales para venerar a las ánimas en
cultos que contemplan alimentar, dar de beber y dialogar con los muertos. Borracheras
políticas, que se emprenden para todos los intercambios, acuerdos, ajustes de cuentas y
ceremonias propias de la organización indígena. Borracheras sociales en grandes
acontecimientos como los matrimonios, sujetos
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