Justicia, Gerardo Laveaga

Introducción

Justicia (Ed. Alfaguara México, 2012. pp. 334) de Gerardo Felipe Laveaga Rendón, autor de diversas novelas y ensayos, antiguo director del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) y actual consejero del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI) pone en evidencia todas las contradicciones, vicios, rezagos y los inconvenientes de nuestro desgraciado sistema judicial.

En México la justicia está diseñada para beneficiar a unos cuantos, Laveaga tiene dos protagonistas: Emilia, chelista y estudiante de la Escuela Libre de Derecho, la típica niña fresa, guapa e inteligente, aguerrida y llena de sueños, que entra a trabajar con uno de los ministros más liberales de la Suprema Corte a instancias de su tío, y Rosario, la mejor amiga de la asesinada, quien conoce a primera mano al auténtico asesino.

Según el autor, en México todos defienden sus intereses personales aunque finjan lo contrario: un poderoso senador, gay de clóset, quien intenta enmendar sus fechorías hasta que alguien lo amenaza con hacer públicas sus preferencias; un defensor de los derechos humanos que fácilmente se convierte en lo contrario; ministros conservadores que se han vendido al mejor postor y ministros progresistas incapaces de modificar las turbiedades que reconocen a diario; todos ellos a lado de una horda

de leguleyos, criminales y burócratas que no hacen sino enfangar los más altos ideales del Derecho.

Lucero Reyes (o más bien Jessica como se hace llamar en la historia) estudiante de la escuela secundaria “Ernestina Salinas” es asesinada y encontrada con la palabra “Puta” inscrita con un pintalabios purpura en su uniforme en la Alameda de Santa Maria la Ribera, un nostálgico parque no lejos del centro de la ciudad de México, donde el jefe de gobierno del Distrito Federal ha decidido rendir su informe de labores ante los consejeros ciudadanos.

Una de las primeras víctimas que se encuentra envuelto en el escándalo es Federico Ballesteros, el procurador de justicia del Distrito Federal quien se ha encargado de violar las garantías individuales en diversos procesos, ahora tiene que lidiar con los abogados que amparándose de la doctrina que el mismo ha sentado, no hacen más que liberar criminales. El confía en su subprocurador Aarón Jasso y en sus estrategias habituales: inventar un culpable.

Eric Duarte, acusado de asesinar a su anciana madre enferma (para defenderla) es cómplice de una mentira, ya que el asume el asesinato de la joven a cambio de la anulación de su primera condena. Fue trasladado del reclusorio Sur, al reclusorio Norte, donde tiene que ejercer de enfermero y por encargo de La Santa Muerte asesinar al “El Hocicón”

(siempre y esta ocurra dentro de la enfermería) a cambio de 15 mil pesos o su vida.

Al final se encuentra al verdadero culpable,

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