LA AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
Enviado por Neol Noel AlvRa • 9 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 5.552 Palabras (23 Páginas) • 300 Visitas
LA AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
Ernesto SOSA
SUMARIO: I. Introducción. II. Autodeterminación y colonialis-
mo. III. La autodeterminación de los pueblos como principio
normativo. IV. La autodeterminación de los pueblos en la po-
lítica exterior de México.
I. INTRODUCCIÓN
El principio de autodeterminación de los pueblos está fuertemente enrai-
zado en la doctrina y la jurisprudencia internacionales, y ha gozado de
un gran prestigio y legitimidad, desde sus orígenes más remotos hasta
sus antecedentes históricos más precisos y recientes. En el primer caso,
este principio se corresponde con el justo anhelo de libertad de los pue-
blos sojuzgados, desde los albores de la antigüedad, y encuentra su con-
traparte dialéctica en la búsqueda de dominio y sujeción, por parte de
imperios y sociedades organizadas políticamente. El derecho de los pue-
blos a la rebelión, para sacudirse el yugo de un pueblo extranjero o libe-
rarse de una tiranía, es tan antiguo como la historia; aparece en mitos y
leyendas, y constituye una parte esencial de la literatura épica y del, más
moderno, derecho de la guerra. El Cantar de Rolando y el del Mío Cid
son dos ejemplos clásicos de la literatura occidental, a través de los cua-
les se demuestra el hecho de que los pueblos nunca han estado dispues-
tos a someterse al dominio extranjero, ni por parte de tiranos, como lo
muestra la valiente afrenta de Fuenteovejuna, cuyo espíritu encarnado en
el conjunto del pueblo no deja lugar a dudas de que cualquier tiranía, por
represiva que sea, tiene siempre, en la historia, una cita con la justicia.
Desde la porfiada y heroica resistencia de los habitantes de Numancia,
a la lucha no violenta del Mahatma, en las postrimerías de la India colo-
nial; de la trágica resistencia del sitio de Masada, a la desesperada vio-
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lencia de los argelinos; de la goyesca lucha contra la ocupación napoleó-
nica en España, a la Intifada; de las guerras de independencia de las
naciones hispanoamericanas, al terrorismo ciego contra la ocupación
norteamericana de Irak. La historia de la humanidad es el recuento de la
dominación y la lucha por la autodeterminación. Los esfuerzos por codi-
ficar esta búsqueda de libertad han provocado los desvelos de tratadistas
y pensadores, entre los que podemos citar el “derecho a la rebelión”, del
que habló Francisco de Vittoria o la “guerra justa”, de Hugo Grocio, has-
ta la inclusión del derecho a la autodeterminación, en la Carta de la
Organización de las Naciones Unidas, convirtiéndolo así en un principio
fundamental del derecho internacional.
Como principio jurídico internacional, la autodeterminación de los
pueblos recoge una vieja aspiración libertaria, cuya voz se deja sentir
con mayor fuerza en el siglo XX. Sería impensable concebir el principio
de autodeterminación sin estudiar el fenómeno reflejo que posibilitó su
surgimiento: el colonialismo. En efecto, el colonialismo sentó sus reales
en el mundo, bajo las formas del derecho a la ocupación y la conquista.
Si la primera oleada de colonización, que marcó la expansión de los im-
perios español e inglés, en los siglos XVI y XVII, se caracterizó por un
impulso evangelizador y civilizatorio, el auge colonialista del siglo XIX
fue signado por la expansión económica típicamente capitalista y
legitimado por el derecho internacional.
El objetivo de este capítulo será analizar el proceso de gestación del
principio de autodeterminación de los pueblos, como una reacción a si-
glos de dominación colonial, sus límites y su incorporación, como un
principio medular, a la política exterior de México. Su justificación jurí-
dica surge precisamente en este contexto, y, de manera más específica, se
apoya en el auge anticolonialista de la posguerra.
El reclamo independentista de muchos pueblos de los antiguos impe-
rios coloniales europeos permite que este principio se asiente como uno
de los pilares de un nuevo orden jurídico internacional consagrado en la
Carta de Naciones Unidas. Sin embargo, un riesgo fundamental de una
sobreinterpretación del principio, es el planteado por la desintegración de
los estados nacionales, que hemos presenciado, con el fin de la guerra
fría, y el cual ha sido concebido como un derecho a la secesión, con lo
cual se convierte en una amenaza para la integridad territorial y política
de los Estados nacionales.
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II. AUTODETERMINACIÓN Y COLONIALISMO
¡Tantas ciudades arrasadas,
tantas naciones exterminadas,
tantos millones de pueblos
pasados a filo de espada,
y la parte más rica y bella del mundo
devastada por el negocio de perlas
y de pimienta!
Michel de MONTAIGNE
El reparto del mundo afroasiático, iniciado en el siglo XVIII, pero
consolidado en el XIX, no tuvo ya la misión de ganar almas para el im-
perio del único Dios verdadero; su génesis se ubica en el formidable de-
sarrollo económico que propició la segunda revolución industrial y la
consecuente expansión capitalista.
Con la Conferencia de Berlín se inicia un régimen colonial internacio-
nal sancionado jurídicamente. El canciller Bismarck, artífice de la unión
política de un pujante y agresivo imperio alemán, que exigía su cuota de
poder colonial, comprendió la necesidad de establecer algunos linea-
mientos que permitieran el establecimiento de zonas de influencia. Los
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