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LA MEMORIA DEL MERCADO.


Enviado por   •  10 de Abril de 2016  •  Apuntes  •  2.712 Palabras (11 Páginas)  •  226 Visitas

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LA MEMORIA DEL MERCADO

En noviembre de 1996 se anunciaba el Programa de Desarrollo Urbano de la

avenida Corrientes, con la intención de recuperar, por medio de diversas

operaciones públicas y privadas, áreas urbanas degradadas o deprimidas. Se pretendían generar proyectos que, dentro del marco del programa, reforzaran

el eje de la avenida Corrientes a su paso por diferentes barrios, con actuaciones a diferentes escalas. Cada zona se configuraría según los diferentes actores y situaciones con las que se encontrara.

La zona del antiguo Mercado de Abasto se encontraba dentro del ámbito del Programa, como la pieza fundamental de un proceso de reestructuración y revitalización urbana marcada por la segregación y la segmentación. El mercado se sitúa sobre la avenida Corrientes, a 3 km de Puerto Madero, emblema global por antonomasia de Buenos Aires.

El Mercado de Abasto de Buenos Aires fue construido en 1934 por los arquitectos Victorio Sulcic y Raúl Bes, en colaboración con el ingeniero José Luis Delpini. Su estructura de cinco naves abovedadas de hormigón armado confirió al mercado una imagen singular y de gran calidad arquitectónica.  Primer edificio de la ciudad en utilizar el hormigón visto en fachadas e interiores, obtuvo el Premio Municipal de Fachadas en 1937; con una estructura original que resalta la cubierta en doble bóveda con incrustaciones de placas de vidrio armado que aligeran la estructura e iluminan el interior.

A mediados de la década de 1970 se decidió trasladar el mercado y fue

finalmente abandonado al inaugurarse el nuevo Mercado Central de Abasto en 1983. Su desaparición detuvo el motor económico del área, y los edificios aledaños, utilizados como extensiones informales del mercado, fueron abandonados, lo que favoreció su ocupación por parte de una población marginal, atraída por la posición central del área que permite mejorar su capacidad de acceso al trabajo, a los servicios públicos y a las infraestructuras.

“Pobreza de la ciudad. Por la irracionalidad urbana que supone la existencia de un parque físico desocupado de 150.000 viviendas —según el censo de 1991 del INDEC—, el deterioro físico ambiental en las áreas donde prima el abandono (muchas veces vinculado con estrategias de especulación inmobiliaria)

[…], muchas de las cuales son ocupadas”.27

En 1983 se llevó a cabo una primera propuesta para convertir el edificio en centro comercial y cultural. Desde entonces han sido varias las ideas para recuperar el edificio; desde un centro de “artes vivas” propuesto por el pintor Antonio Berni, hasta el traslado de la Secretaría de Cultura de la Nación o el Archivo General de la Nación. En 1984 el edificio fue adquirido por la Sociedad Cooperativa El Hogar Obrero, que propuso construir un supermercado y un pasaje comercial con un centro cultural, pero la quiebra de la cooperativa imposibilitó el proyecto.

Finalmente, el mercado fue adquirido en 1994 por el grupo IRSA, dirigido por el inversor global Görg Soros, quien reconvirtió el antiguo Mercado de Abasto en un gran centro comercial y de ocio, con cines, parques de diversiones, tiendas, restaurantes y espacios de reunión.

Este edificio es la cara visible de un proyecto de transformación urbana de características inéditas en la ciudad y en el país. La peculiaridad del proceso de transformación radica en que se trata de un proyecto urbano de un sector de la ciudad que no ha sido realizada por la Comisión de Planeamiento Urbano o por ningún Ente Autárquico —sociedad formada por representaciones de diferentes órganos estatales, como Puerto Madero—, sino por un grupo inversor privado (IRSA), propietario-accionista mayoritario de Alto Palermo, SA como de todos los centros comerciales de Buenos Aires.  Si bien las intervenciones se ceñían a la normativa del código de planeamiento urbano de la ciudad, la dimensión de la propuesta y el impacto sobre la zona hubiera hecho deseable una discusión abierta sobre su futuro y la participación activa de los ciudadanos a través de los representantes del gobierno y, también, de la consulta o participación directa.

La estrategia de aumentar el valor del suelo en una determinada zona a partir de un equipamiento de ocio responde a la lógica de las inversiones realizadas mediante la arquitectura global. Terrenos sin valor sitos en periferias interiores o exteriores, adquiridos a un precio muy bajo, se valorizan con una operación bandera que generan una ganancia de la inversión en progresión geométrica, a partir de la consecuente especulación urbana que se produce en los terrenos adyacentes, guiados por la promesa de la reconversión. IRSA compró el antiguo mercado y también algunas manzanas de los alrededores. Tras la rehabilitación del mercado, algunos de esos terrenos habían aumentado su valor de venta hasta en un 1.000 %.28 La regeneración urbana que sigue estas reglas del juego se apoya en una geografía formada por islas dispersas en un mar de pobreza y degradación, en zonas casi inexpugnables para peatones. Estas islas forman la huella en Buenos Aires de una economía segregadora y de una comprensión parcial de la realidad.

El centro comercial Abasto se inauguró el 30 de octubre de 1998 en la calle Corrientes, una calle cantada en los tangos, “la calle que nunca duerme”, otrora famosa por sus cafés, teatros y librerías abiertas hasta altas horas de la noche, en cuyo cruce con la avenida 9 de Julio se levanta el Obelisco de Buenos Aires. Durante el último cuarto del siglo XX, desde el inicio de la dictadura en 1976, esta zona ha visto decaer poco a poco su hiperactividad como centro urbano, en beneficio de áreas más seguras, mejor conectadas y con nuevos atractivos.

Aunque el Abasto esté dentro de la ciudad, es un “producto urbano” que no asume las características del lugar ni se suma a la realidad, sino que se sustrae e intenta capitalizar en su beneficio el mito de la avenida Corrientes.

La llegada a pie a Abasto no es fácil; es una relación posible pero que el proyecto no potencia. De las cuatro fachadas del edificio, una se considera de servicios y da la espalda negando cualquier relación con ella. De las otras tres, dos potencian el acceso rodado, bien señalizado, a nivel de la calle, mientras que el acceso peatonal se resuelve con unas grandes e imponentes escaleras que no invitan a entrar. La fachada principal sobre la avenida Corrientes presenta un único acceso peatonal central que no coincide con los niveles de uso del centro comercial. El acceso se realiza a través de una plataforma vigilada por guardias de seguridad privados que cohíben a quienes no estén seguros de aprobar el examen de apariencia que requieren estos espacios de consumo. El exterior y el interior no fluyen ni se concatenan uno en el otro. El seudoespacio público interior es antiurbano, segregador y excluyente.

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