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LAS MUJERES DEL ALBA SIN LAS ARMAS DEL ALBA


Enviado por   •  6 de Febrero de 2014  •  1.071 Palabras (5 Páginas)  •  396 Visitas

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Las mujeres del alba, sin las armas del alba

María Rivera Valdez

Revolución, vida, verdad… Ilimitadas palabras que hoy, en este septiembre de la bicenturia mexicana, se juegan diferente, se dicen y, mientras las decimos, nos cuestionamos sobre el lugar desde el cual las decimos.

Como texto moderno -acuñado para la posmodernidad- Las mujeres del alba (2010), la novela última de Carlos Montemayor, va dejando un reguero de preguntas, dudas, suposiciones. Suscita una reflexión que vacila ante sí misma; que admite la heroicidad de estas mujeres norteñas, pero conoce el escepticismo.

Montemayor registra, organiza estas voces femeninas, las instala nominal y narrativamente en la página escrita y, luego, en un gesto escritural rotundamente contemporáneo y demócrata, se diluye en el discurso. El relato se libera del narrador convencional u omnisciente; también, de algún modo, lo temporal se eclipsa, pues el tempo narrativo ya no puede crear tensión ni finales sorpresivos; los lectores sabemos, desde las primeras páginas -algunos quizás antes de leer el libro- el desenlace de las acciones: los héroes guerrilleros morirán en el asalto al cuartel de Madera. Ese referente -acción culmen, tanto histórica como literariamente- desata el discurso narrativo de Las mujeres del alba, pero no constituye su eje. Aquí, lo sustancial es la dimensión que ese hecho cobra para las que esperaban (madres, esposas, hijas, camaradas…) en la incertidumbre, la soledad, la impotencia; para quienes se preguntaban acerca del por qué y para qué de la muerte en Madera; sobre el transcurrir de los días futuros.

Ellas hablan, pero no desde el centro de la historia, sino desde sus márgenes, en esa dimensión doméstica, íntima, donde se sazona no únicamente el asado o el cocido, sino también la amorosidad enajenante de la mujer. Por esa marginalidad histórica en que están instaladas, sus razones resultan nimias o nulas frente a la Razón de los héroes: ellos saben, deciden, marchan a transformar el mundo… Ellas esperan, y la escritura de Montemayor sabe registrar las experiencias de ese esperar. El texto se construye a través de la subjetividad femenina, que también libra su propia lucha. Cuenta la profesora Alma, la madre: Cantidad de cosas a mí no me platicaba. Yo tenía miedo, dudas, pero no tomé una decisión […] Se adentró en esas actividades porque no lo obstaculicé en ningún momento. Mis luchas eran internas, conmigo misma. Porque ni a mi mamá, a mis hermanas, a nadie le dije nada.

En esa espera desde el hogar, ellas se interrogan, llevan a cabo su propia e íntima guerra; desde los márgenes de la historia, cuentan cómo la fatalidad y el dolor gravitan sobre su mundo: Me sentía atrapada por la oscuridad, por el tiroteo y las voces. Quise gritar también, correr hacia la laguna. Sentía la muerte, el presentimiento, la delicada luz del amanecer que no lograría soportar estas cosas. Con esta fulminante prosopopeya, -“la delicada luz del amanecer que no lograría soportar estas cosas-” la protagonista lanza el proyectil de su particular y angustiada fragilidad; corporiza su impotencia en la luz del alba. Y esto es lo que las mujeres poseen en el alba: angustia, dolor, impotencia, silencio; no las armas del alba.

En la literatura, son estas formas expresivas (retóricas, pues) las que nos remiten a las experiencias de los actores narrativos. Veamos otra prosopopeya,

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