La Alimentacion Y Las Razas De Jose Ramon Lopez
Enviado por diana • 31 de Octubre de 2013 • 2.492 Palabras (10 Páginas) • 18.579 Visitas
Reportaje
“La alimentación y la raza"
Autor: José Ramón López
“Si no como, no pienso y si no pienso, no actúo bien”
Lo que comemos y pensamos van de la mano ya que juntos genera emociones que son capaces de mover circuitos hormónale de nuestro cuerpo, que nos inducen actuar de buena o mala manera, una persona con mala alimentación reflejara una actitud negativa con pesimismo y sin deseo de superación, en cambio una persona bien alimentada será capaz de pensar y analizar.
La alimentación es esenciar para nuestros cuerpos, Si comemos alimento indigerible nos irritan el estómago, en cabio una dieta balaceada nos proporciona todos los nutrientes necesario para el buen funcionamiento del cuerpo en el día a día, llevándonos a ser audaces de realizar diferentes tareas físicas y mentales.
La desnutrición no se origina en una persona sino en la decadencia de alimentos de un pueblo. Así tal y como expresa José ramón López en su obra la alimentación y la raza.
La alimentación y la raza (1896), el más famoso ensayo de José Ramón López (uno de los proclamados pensadores del siglo pasado), Orienta sobre una buena alimentación, tomando como enfoque la raza de los pueblos dominicanos en la década José ramón López, periodista, cuentista y sociólogo dominicano nos del siglo diecinueve (xlx) y dando a relucir como ejemplo las distintas razas de distintos países.
Nació en Montecristi el 3 de febrero de 1866. Cuentista, periodista y educador. Desde muy niño sus padres lo llevaron a vivir a Puerto Plata, donde tuvo que trabajar durante su niñez y adolescencia para aliviar la situación económica familiar.
Al mismo tiempo que laboraba en oficios tan disímiles como distribuidor de periódicos o aprendiz de impresor, asistía a la escuela primaria y secundaria.
No hizo estudios universitarios. Su oposición a la dictadura de Ulises Heureaux, a quien atacó desde las páginas del periódico El Renovador, le costó la cárcel en 1884.
En 1885, después de otro apresamiento, se marchó a Puerto Rico y, posteriormente, a Venezuela a un exilio in-voluntario que se extendió hasta 1887CUENTO. Cuentos puertoplateños. Santo Domingo: Imprenta La Cuna de América, 1904.
NOVELA. Nisia. Santo Domingo: Imprenta La Cuna de América, 1898.
ENSAYO. La alimentación y las razas. Santo Domingo: Imprenta García Hermanos, 1896. La República Dominicana. Santo Domingo: s.n., 1906. Geografía de la América y en particular de la República Dominicana. Santo Domingo: Editora Francisco A. Palau, 1915. La paz en la República Dominicana. Contribución al estudio de la sociología nacional. Santo Domingo: Tipografía El Progreso, 1915. Censo y catastro en la común de Santo Domingo. Santo Domingo: Tipografía El Progreso, 1919. Manual de agricultura. Santo Domingo: Imprenta Palau, 1920. El gran pesimismo dominicano. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra, 1975.
“En la alimentación y la raza” dé José López, queda descrita sin muchos rejuegos la penuria del campesino dominicano de fines del siglo diecinueve. Está expuesta aquella corrosiva desnutrición de las masas, aquella perniciosa traba contra la civilización que es, para un pueblo, objeto de sus expectativas. López plasma aquí la miseria como razón fundamental del atraso social y político de una comunidad.
Y expresa convencida menté que Nuestro habitante del campo pertenece a “una raza de ayunadores que vegetan sin higiene, presa de las enfermedades más repugnantes, que a causa de su imprevisión, su violencia y su doblez, son, por lo general, incestuosos, jugadores, alcohólicos, ladrones y homicidas”.
En este ensayo, López afirma que los habitantes de la República Dominicana son víctimas de un régimen de alimentación deficiente, y sufre como consecuencia la reducción de sus capacidades físicas y mentales, y por esta razón son seres que se acercan a la animalidad, a la vida vegetativa y a la decadencia.
Los campesinos dominicanos carecen de los elementos necesarios para forjar una sociedad normal cuyos valores estarían centrados en tres aspectos: la fuerza, la belleza y la inteligencia. En su lugar, el campesino dominicano es proclive a la anemia, a tener estatura baja y cuerpo raquítico y débil, propenso a toda clase de enfermedades. El instinto prevalece sobre la inteligencia, lo que imposibilita una salida a su estado de miseria física y moral, el resultado es una raza degenerada.
La incertidumbre dominicana actual no es equivalente a la del pensamiento angustioso del siglo xlx , y es de pensase ya que la mala alimentación de algunos campesinos en ese entonces era causa de perteneces a una clase inferiores, de pocos recurso consumiendo alimentos con pocos nutrientes y perjudicando así su organismo.
El alimento paga con creces el valor que en él se invierte, la recompensa de la buena alimentación es un cerebro con un buen potencial porque un cerebro extenuado por las privaciones, reducido a su más ínfima expresión por el ayuno, sin generar ideas.
En ese entonces los pobladores de los campos por ejemplo de sosua adentro comían batatas hervidas una vez al día, aunque la tierra era fértil y había una gran abundancia de caza y pesca, en mucho casa sucedian con frecuencia que pasan días sin probar ni aun esa comida solitaria, pasando la mayoría del día ensalivando o masticando tabasco.
La mayoría de los países del mundo posee pueblos con un estado de empobrecimiento alimenticio mayor que su desarrollo social y no será extraño encontrar tanta cara pálidas, tanta anemia, tantos cuerpos débiles y raquíticos tantos seres degenerados , tristes retoños , raza vigorosa que bien alimentadas dan a la humanidad los ejemplares más fuertes y más desarrolladas .
Y luego señala el remedio impostergable: lo que “necesitamos es un apóstol de la comida que venga a enseñar a comer a la gente, y le predique que la civilización no la consiguen, sino los pueblos que tienen una buena cocina”.
Así queda planteado el problema de la sociedad de una forma terminante: o se alimenta bien al pueblo o se frustra su desarrollo.
¿De qué vale decir “paz, paz” a una nación sin desarrollo, cuando no hay paz debajo del diafragma? Quedamos pues, perplejos, al constatar que esa triste suerte que vivió y describió José Ramón López no pertenece sólo a su tiempo, sino a esta misma época, en que el hombre moderno –tan ilustrado (al menos así lo cree)– está obrando. “Es don de Dios –según Eclesiastés– que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor”
Un pueblo comienza a contar entre sus virtudes la facultad
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