La Configuración Espacial En: "Nos Han Dado La Tierra" De Juan Rulfo
Enviado por jennyvargas • 13 de Febrero de 2012 • 2.058 Palabras (9 Páginas) • 3.510 Visitas
La configuración espacial en: “Nos han dado la tierra” de Juan Rulf
El espacio como componente configurador de la realidad textual, es un elemento indispensable para analizar la estructura narrativa, puesto que las relaciones espaciales tienden a organizar las demás categorías y aportar gran significación, más allá de las delimitaciones propiamente físicas.
Según Garrido (1996: 208) el espacio narrativo es ante todo una realidad textual ficticia que tiende a crear la ilusión de realidad. Este autor considera que el espacio es apriorístico, en términos kantianos, es decir, funciona como una condición subjetiva de lo que se percibe externamente, por tanto, dicha categoría puede convertirse en una fuente de conocimiento.
El concepto Bajtiniano de cronotopo, citado por Garrido (1996: 209) eleva el espacio y el tiempo a la condición de protagonistas de la estructura narrativa, en este sentido, el espacio y sus múltiples manifestaciones pueden ser el promotor de la acción narrativa.
En el caso especifico del cuento “Nos han dado la tierra”, el mundo narrado en cuanto a espacio se refiere, por una parte, se enmarca en un ambiente rural, puesto que los personajes a través de un viaje con trazos migratorios se dirigen hacia un pueblo, por otra parte, la narración centra su foco en la configuración simbólica del llano que atraviesan.
Focalización del espacio
En el cuento “Nos han dado la tierra” la disposición espacial está vincula directamente a la representación de la tierra.
Este espacio se ve focalizado desde el punto de vista de un personaje que narra la historia. La tierra como espacio físico se representa por medio de un llano (lugar propicio para la siembra) pero, caracterizado particularmente de forma negativa, se manifiesta como un espacio inservible, estéril e inhabitable:
“Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada... (39)
“No, el llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada” (40)
Este espacio contiene a los personajes, por tanto, no le es indiferente a estos. Según Garrido, citando a Wellek (1996: 211) muchas veces el espacio funciona como metáfora del mismo personaje, puesto que a través de la impresión a priori del personaje y toda su axiología, el espacio se configura en el discurso.
El carácter dramático de la narración y la condición de los personajes se acentúa con la alegoría casi infernal que se hace del llano, los personajes manifiestan la percepción de aquel vasto terreno como un “comal” caliente, cuyo calor seca sus palabras e ideas:
“Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor (...) Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera”(40).
“Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta” (42)
Por consiguiente, el espacio en un primer momento es traído al relato directamente por el personaje que narra, en consecuencia, la apreciación del espacio es mediatizada por el discurso que narra y describe, es decir, el espacio es un signo del personaje.
La deconstrucción espacial
Según Jonathan Culler (1992: 200) la teoría de la deconstrucción surgida por Derrida y Man se presenta mediante la repetición, desviación o desfiguración de la lógica textual a fuerza de reiteraciones como la imitación, la mención, la distorsión y la parodia. En cuanto a “Nos han dado la tierra” parece operarse el acto deconstructivo en el mito de “La tierra prometida”. La caracterización del espacio (tierra), evidencia la perdida de su significado primigenio, puesto que según la simbología tradicional retomada por Chevalier la tierra simboliza lo siguiente:
“ Asimilada a la madre, la tierra es un símbolo de fecundidad y de regeneración. Cría a todos los seres, los alimenta y luego de ellos recibe de nuevo el germen fecundo” (1999: 993)
Por tanto, la tierra que debería acoger a sus hijos, los rechaza saturada de vacío y desesperanza, proyectando un paisaje desolador.
Por eso, “Nos han dado la tierra” se prefigura como una analogía religiosa deconstruida de “La tierra prometida”, símbolo de esperanza y de vuelta a los orígenes, puesto que según Chevalier la tierra se asocia además, con el caos primordial y la materia prima.
No obstante, aquí la tierra es caos, catástrofe, y maldición, un lugar que en vez de dar vida se convierte en un espacio de expulsión.
Dicha destitución está representada por varias categorías espaciales, entre ellas la insistencia del personaje del acto de caminar:
“Después de tantas horas de caminar” (39) “Hemos venido caminando desde el amanecer” (39) “Hemos vuelto a caminar” (40) “Ahora volvemos a caminar” (40) “Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andado” (40)
El desplazamiento espacial de los personajes por el llano los convierte en peregrinos, cuyo significado simbólico según Cirlot (2003: 363) representa la caída del hombre y su aspiración a retornar a la patria celestial. El hombre parte y regresa a su lugar de origen.
No obstante, en “Nos han dado la tierra” ese regreso esperanzado se deconstruye mediante un discurso económico. En este relato la tierra ya no representa el valor que alguna vez tuvo: el de madre, generadora de identidad y sentido de pertenencia. La tierra es, ahora, un recurso económico, una mercancía.
Categorías espaciales
Según Garrido (1996: 216) cuando el espacio se semiotiza encauza el
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