La Mediación Cultural Del Curriculum Escolar En Educación Preescolar.
Enviado por profe_patricio • 7 de Septiembre de 2013 • 2.112 Palabras (9 Páginas) • 735 Visitas
La mediación cultural del curriculum escolar en educación Preescolar.
La relación del currículum con la cultura escolar dominante posibilita que un escenario educativo para la enseñanza sea legitimar contenidos disciplinarios. El eje enseñanza- investigación y cultura escolar se analiza partiendo de la necesidad de relacionar al sujeto epistémico con el sujeto consciente del desarrollo de una educación que promueva una formación identificada con una propuesta transformativa a nivel de la sociedad.
Al hablar del proceso de enseñanza es importante volver la discusión al problema de la cultura; ésta define un mundo de objetos simbólicos que poseen una determinada racionalidad; por lo tanto, la enseñanza, partiendo de objetos culturales, puede estar en función de la reproducción de hegemonía o puede contribuir a impulsar la auto conciencia. La enseñanza, no puede partir del supuesto de que los objetos culturales ya están definidos y que lo único que separa al alumno del aprendizaje es que le comuniquen el conocimiento.
Para Pérez Gómez, en la escuela —en función de los modos de concebir y desarrollar la práctica educativa— se ponen inevitablemente en comunicación la cultura pública de la comunidad, expresada en las disciplinas del saber, la cultura social que se genera por los diferentes grupos sociales, y la cultura basada en la experiencia desarrollada en la historia extraescolar y con la que los alumnos se presentan a los intercambios en el aula y en la escuela.
Esta coincidencia de formas culturales hacen que el proceso de enseñanza se enfrente a una cultura escolar que se asume de manera inconsciente con un significado de enseñar a aprender; pero, ¿qué se aprende?, ¿qué se discute en las relaciones sociales que se despliegan en el aula? Esta perspectiva pone a la enseñanza en el dilema de transmitir pautas culturales o de discutir para crear. Por tanto la comunidad cultural genera una inclinación al consenso escolar que es una manera de implementar la denominada cultura cívica, la cual están obligados a preservar. Lo anterior responde a la necesidad de crear nuevos espacios para la discusión del conocimiento y aquí la cultura basada en experiencias despliega vivencias, cotidianidades; yendo más allá de la operatividad y el acto de aprender representa una creación permanente que abre espacio a la investigación como base de la enseñanza.
De esta manera, se rompe el obstáculo epistemológico del sujeto de la escuela que no proyecta su pensamiento y su mundo interior como fuente para aprehender su mundo exterior.
La posición creativa rompe la arbitrariedad cultural de una escuela que no se caracteriza por lo que hace sino por lo que conscientemente deja de hacer. La cultura escolar que predomina en la realidad actualmente, se hace inobjetable a todo el sistema conceptual de objetos culturales oprimidos y opresores desde una cierta similitud epistemológica. Lo que interesa es rescatar una perspectiva propia para la enseñanza en conformidad con la premisa de cómo los niños piensan el conocimiento. Así, la enseñanza más allá de la escuela tradicional, no puede concebirse como transmisión de conocimientos, sino como motivación académica para que al alumno busque explicaciones que representen aprendizajes significativos.
La expresión cultura escolar ha sido introducida en el ámbito histórico-educativo en la segunda mitad de los 90 por historiadores de la educación, en general europeos, que trabajan en el campo de la historia cultural y del currículum o desde sus enfoques y perspectivas. No todos la usan, sin embargo, con los mismos propósitos y significados.
Uno de los primeros en utilizar esta expresión fue Dominique Julia en un trabajo, después ampliado, sobre “la cultura escolar como objeto histórico” (Julia, 1995 y 1996). En él define la cultura escolar como “un conjunto de normas que definen los saberes a enseñar y los comportamientos a inculcar, y un conjunto de prácticas que permiten la transmisión y la asimilación de dichos saberes y la incorporación de estos comportamientos” (Julia, 1995, p. 354). Estos modos de pensar y obrar, añade, se han difundido ampliamente o han sido adoptados en otros ámbitos sociales de nuestra “sociedad academizada” y constituyen una nueva religión con sus ritos y sus mitos. Tras él, o en paralelo, esta expresión ha sido utilizada para mostrar o constatar las diferencias entre la cultura escolar de la escuela-aula y la de la escuela-colegio, y explicar, desde dentro, los mecanismos de transmisión de las prácticas escolares en el aula, en una escuela de este último tipo. En este caso podemos definir la cultura escolar institucionalizada como “el conjunto de teorías y prácticas sedimentadas en el seno de la institución escolar a lo largo del tiempo”. Su “apropiación” y asimilación” explicaría la inercia del profesor que reproduce mecánicamente, por mimetismo y sin distancia crítica, lo que ha visto hacer. “Es, pues, desde esta ‘cultura’, dicen, y con sus experiencias pedagógicas y su formación, ya sean académicas o autodidactas, que él o ella organiza el ‘cuerpo a cuerpo’ en la clase y lleva a la práctica los objetivos pedagógicos de la escuela, demostrando, así, la utilidad y la real eficacia de la tradición institucional” (Terrón y Mato, 1995, p. 129).
El poder generador de la cultura escolar y su carácter relativamente autónomo en relación con las disciplinas escolares. La noción de cultura escolar, en este caso, no alude a la cultura que se adquiere en la escuela, sino a la cultura que no se adquiere más que en la escuela. No es, pues, aquella parte de la cultura global que se difunde por la escuela a las nuevas generaciones, sino una cultura específicamente escolar en sus modos de difusión, desde luego, pero también en su origen, en su génesis y en su configuración. Sería una forma de cultura sólo accesible por mediación de la escuela, una creación específica de la escuela que, vista así, deja de ser considerada un medio que se limita a transmitir saberes o conductas generados en el exterior de ella, sino saberes y conductas que nacen en su interior y llevan las marcas características de dicha cultura (Chervel, 1998, pp. 5-6).
La educación es el medio más efectivo para el desarrollo humano integral de la comunidad y para el progreso armónico y civilizado de los pueblos. Es el vínculo que nos enlaza con nuestras raíces culturales, con nuestra naturaleza humana, con el sentido de comunidad, de municipio, de Estado y de Nación.
Nos permite entender el porqué de la vida personal y social. La educación inicia invariablemente en la familia y en el seno de las comunidades; se fortalece y arraiga a través de la formación integral que presta el servicio educativo institucionalizado.
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