La Modernidad Liquida de Zygmunt Bauman
Enviado por Verónica Chávez • 25 de Noviembre de 2015 • Resumen • 2.922 Palabras (12 Páginas) • 851 Visitas
La Modernidad Liquida de Zygmunt Bauman
Prólogo
Acerca de lo leve y lo líquido
La “fluidez” es la cualidad de los líquidos y los gases, según la autoridad de la Enciclopaedia Britannica, lo que lo distingue de los sólidos es que “en descanso, no pueden sostener una fuerza tangencial o cortante” y, por lo tanto, “sufren un continuo cambio de forma cuando se los somete a esa tensión”. Esta definición justifica que consideremos que la fluidez o la liquidez son metáforas adecuadas para aprehender la naturaleza de la fase actual de la historia de la modernidad.
La modernidad empieza cuando el espacio y el tiempo se separan de la práctica vital y entre sí, y pueden ser teorizados como categorías de estrategia y acción mutuamente independientes, cuando dejan de ser aspectos entrelazados y apenas discernibles de la experiencia viva, unidos por una relación de correspondencia estable y aparentemente invulnerable.
En la modernidad el tiempo tiene historia, gracias a su capacidad de contención que se amplía permanentemente. El tiempo adquiere historia cuando la velocidad de movimiento a través del espacio se convierte en una cuestión de ingenio, imaginación y recursos humanos.
Este libro está dedicado a resolver la cuestión ¿Es factible que viejos conceptos, que solían enmarcar el encuadre de la política de vida, resurjan?, si no lo es ¿Cómo disponer para ellos un funeral y sepultura decentes? Para ello se eligió examinar cinco conceptos básicos en torno de los cuales ha girado la narrativa ortodoxa de la condición humana: emancipación, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad.
- Emancipación.
Hacia fines de las tres décadas que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial, Herbert Marcuse protestaba: “En cuanto al presente y nuestra propia situación, creo que nos enfrentamos a un nuevo momento de la historia, porque hoy debemos liberarnos de una sociedad relativamente funcional, rica y poderosa.” Para Marcuse, que debamos y tengamos que emanciparnos, no representaba un problema. Lo que era un problema es que esa liberación carecía de un “sustento de las masas”.
Liberarse significa literalmente deshacerse de las ataduras que impiden o constriñen el movimiento, comenzar a sentirse libre de actuar y moverse. Sentirse libre implica alcanzar un equilibrio entre los deseos, la imaginación y la capacidad de actuar.
Las bendiciones a medias de la libertad.
La liberación, ¿es una bendición o una maldición? En la edad moderna surgieron dos grandes respuestas. La primera dudaba que la “gente común” estuviera preparada para la libertad. Como lo expreso el escritor estadounidense Herbert Sebastian Agar: “la verdad que hace libre a los hombres es en gran parte la verdad que los hombres no prefieren escuchar”. La segunda clase de respuestas se inclinaba por aceptar que los hombres dudaban de los beneficios que las libertades disponibles podían redituarles, es decir la libertad no tiene garantía alguna de felicidad.
Los azares y los cambios de fortuna de la crítica
En la actualidad, como dice Anthony Gidens, todos estamos comprometidos en la “política de vida”; somos seres reflexivos que observan con atención cada movimiento que hacen, que rara vez están satisfechos con sus resultados y que siempre están deseosos de rectificarlos. Sin embargo, la libertad sin precedentes que nuestra sociedad ofrece a sus miembros ha llegado acompañada de una impotencia sin precedentes.
La sociedad contemporánea (la “sociedad de la modernidad liquida”) ha encontrado el modo de acomodar el pensamiento y la acción críticos permaneciendo a la vez inmune de ese acomodamiento, emergiendo así intacta e incólume de las pruebas y los exámenes a los que la somete esa política de puertas abiertas.
Hay dos características que hacen que nuestra forma de modernidad sea diferente: La primera es el gradual colapso y la lenta decadencia de la ilusión humana moderna temprana y el segundo cambio fundamental es la desregulación y la privatización de las tareas y responsabilidades de la modernización.
El individuo en guerra con el ciudadano
La sociedad moderna existe por su incesante acción “individualizadora”, así como la acción de los individuos consiste en reformar y renegociar diariamente la red de lazos mutuos que llamamos “sociedad”.
La individualización consiste en transformar la identidad humana de algo dado en una tarea, y en hacer responsables a los actores de la realización de esta tarea y de las consecuencias de su desempeño. En la modernidad la individualización es un destino, no una elección.
Mientras que, el ciudadano es una persona inclinada a procurar su propio bienestar a través del bienestar de su ciudad, el individuo tiende a la pasividad, el escepticismo y la desconfianza. Las preocupaciones de los individuos ponen en riesgo la idea de la ciudadanía y la política basada en ese principio, por ello el individuo es el enemigo número uno del ciudadano.
El dilema de la teoría critica en una sociedad de individuos
El dilema al que se enfrenta actualmente la tarea de la teoría crítica y la crítica social, es que ambas se consumen tratando de volver a unir aquello que se ha separado, la combinación de la individualización formal y el divorcio entre el poder y la política.
La teoría critica revisitada
La modernidad pesada fue una época en la que se daba forma a la realidad a la manera de la arquitectura, para que la realidad se ajustara a los dictámenes de la razón, debía ser construida bajo estrictas normas de control de calidad y de acuerdo con estrictas reglas de procedimiento, pero sobre todo diseñada antes de dar comienzo a los trabajos de construcción. La cuestión de la relación con el Estado, cooperativa o antagónica, representaba su dilema fundacional: un verdadero asunto de vida o muerte.
La crítica de la política de la vida
El trabajo del pensamiento crítico es sacar a la luz los muchos obstáculos que entorpecen el camino hacia la emancipación. En la actualidad los principales obstáculos que deben ser examinados se relacionan con las crecientes dificultades que hay para traducir los problemas privados a problemáticas públicas. En la modernidad liquida la búsqueda de una vida alternativa en común debe partir del análisis y la búsqueda de alternativas a la política de la vida.
- Individualidad
Aldous Huxley y George Orwell, representaron dos mundos opuestos en sus obras Un mundo feliz y 1984, respectivamente. Y sin embargo compartían el presagio de un mundo estrechamente controlado, en el que la libertad individual estaba hecha añicos y ofendía gravemente a la gente entrenada para obedecer órdenes y seguir rutinas prefijadas; un mundo dividido entre manipuladores y manipulados, planificadores y cumplidores de planes, un mundo en que cualquier otra alternativa resulta inimaginable.
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