La Seducción De Las Palabras
Enviado por Yann19 • 27 de Marzo de 2014 • 2.568 Palabras (11 Páginas) • 276 Visitas
La Seducción de las palabras – Álex Grijelmo
Nos dice aquí que las palabras ocultan un poder, que radican en la inteligencia pero que también viven en los sentimientos y forman parte del alma y duermen en la memoria. Cada palabra posee dos valores: el primero es personal de cada individuo, va ligado a su propia vida, y el segundo se inserta en aquél pero alcanza a toda la colectividad, o sea que va más allá de lo que sólo uno puede interpretar y este abarca un campo inmenso donde caben más sensaciones.
Las palabras se heredan unas a otras y nosotros también heredamos las palabras y sus ideas y eso pasa de generación en generación con la facilidad que demuestra el idioma materno. No saber por qué uno habla, es el uso inconsciente de la lengua, lo adquirido e interiorizado por imitación. Esa seducción no reside en su función gramatical ni su significado a simple vista u oído, sino el valor latente de su sonido e historia. Sus significados influyen en nuestra forma de sentir. Nos persuadimos con frases y pensamientos que apelan nuestro intelecto y deducción personal, parte de un intelecto pero se dirige a las emociones, busca lo expresivo no apela al razonamiento.
Las palabras connotan y denotan, se contaminan, forman parte de un contexto y evocan en cada uno sentimientos y experiencias. Hay palabras frías; que trasladan con precisión, son la base de las ciencias, y calientes; que muestran arbitrariedad y son la base de las artes. Tenemos sonidos seductores, y es así como las palabras llegan a nuestro intelecto a través de los sentidos, el cerebro identifica unidades léxicas y morfológicas y acude hasta su diccionario mental completo donde busca el significado del fonema escuchado. Hay palabras que suenan fuertes y suaves. Por ejemplo las erres se perciben a su vez con la connotación de la energía o fuerza. Como: “romper”, “rasgar” , “resucitar”. Las eses evocan suavidad, como la misma palabra de falsear, como suave, como terso, como delicioso. A veces esto resalta por su encima de su etimología, tiene un valor significante propio y refuerza el significado de las palabras.
INTRODUCCIÓN
El camino de las palabras es sin duda una obra y arte de Álex Grijelmo, autor del libro “La seducción de las palabras”, cuya obra analiza muchos ejemplos de cómo se manipulan los vocablos hoy en día para alterar la percepción que tenemos de la realidad, y así, a manera de introducción, es claro notar, como se emplean su fuerza y su finura para engatusar a los demás. Él autor lo hace con un lenguaje común, es por ello la simplicidad de la misma. El camino de las palabras profundas, en los lugares más espirituales y empíricos y livianos del ser humano, se desarrolla el espacio verdadero de las palabras, el que contiene su capacidad de seducción, es decir, las palabras tienen un doble sentido, el primero se asemeja a la realidad y el segundo a la colectividad, es por ello que si podemos hablar es por la capacidad genética del ser humano, y hasta cierto punto hereditario, es por ello la doble interpretación.
Las metáforas de la seducción responden a una cierta técnica natural de los hablantes y se basan generalmente en elegir una parte de lo que se proponen, es decir, tapar o darle una envoltura a la verdadera intención. También en la publicidad se manejan ciertas técnicas para engatusar a los clientes y se representan por medio de “símbolos” que generan identificación para seducir en la compra.
DESARROLLO
Él autor va mostrando la seducción natural o intencional que ejercen las palabras en el comportamiento de las personas por medio de los ejemplos esclarecedores.
Los sonidos son la fachada de las palabras y lo primero a lo que un ser humano es sensible respecto al lenguaje.
Los sonidos y la entonación van seduciendo al oyente que es capaz de construir relaciones entre sonidos y significados en la medida que va apropiándose del mágico esquema existencial propio de cada idioma. En su desarrollo histórico, las palabras van cargándose de connotaciones y evocaciones que el individuo recibe inconscientemente dando lugar a que las palabras se conviertan, no tanto por sus significados, sino por lo que evocan, en mecanismos de persuasión y manipulación.
Los capítulos de los libros muestran cómo los expertos del lenguaje se apropian de los sonidos y significados para manipular mensajes amorosos, periodísticos, publicitarios y políticos.
Existen metáforas de seducción que responden a una cierta técnica natural de los hablantes que se basan generalmente en elegir una parte de lo que se proponen. Esa técnica inconsciente en la seducción de las palabras para el amor forma una “sinécdoque” Figura retórica consistente en dar al todo el nombre de una de sus partes (como en ''se divisan dos velas´´ por ''se divisan dos barcos de vela´´) o, al revés, en dar a una parte el nombre del todo (''los mortales´´ por ''las personas´´). Pero una sinécdoque tramposa, es decir que de modo que la situación completa quede englobada por ella. Por ejemplo: “ ¿ Quieres que nos despertemos juntos en la mañana?, “¿te apetece una copa?” o “¿ Te apetece un trago?”(en los hablantes americanos) el ofrecimiento textual se refiere a sólo a una bebida, pero no para resaltarla como tal, sino para que en él que de implícita la invitación a algo más, algo que de momento se oculta. Ambos entenderán que la invitación a la copa o al trago, implica subir a la casa, y que una vez allí el proceso continúa.
El receptor del mensaje habrá considerado sin saberlo todas las palabras y los conceptos que aparecieron durante veinte milisegundos en su mente. “¿Quieres que desayunemos juntos?” y “juntos” toma aquí y allí ( dormir juntos, desayunar juntos, salir juntos) un gran valor psicológico , de nuevo basado en la historia antigua del vocablo: iunctus, unidos, la raíz etimológica que alimenta también a uncir y yuncir, la evocación (y la sustitución al mismo tiempo: he ahí el gran efecto) de la palabra coyunda: conyuntos, la cereza que trae consigo la voz “conyugal” pero que aquí no aparecería con su valor de derecho, sino meramente de hecho. Coyunda que emparenta con coito, palabra ésta que a su vez deriva de co-ire: ir juntos. Se cierra el círculo de seducción.
Una persona puede proponer a otra del sexo opuesto “¿Quieres que vayamos juntos al futbol?”. Y el receptor de la propuesta tal vez abomine del futbol, pero la palabra “juntos” siempre trepanará la sensibilidad del que espera complacido.
He ahí el valor connotado, el truco subliminal , la apelación directa a la voluntad
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