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La Vida Cotidiana Y pública En Las Ciudades Coloniales


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2012  •  989 Palabras (4 Páginas)  •  3.170 Visitas

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INTRODUCCION

El objetivo principal de esta lectura es analizar la vida cotidiana en espacios no privados (calles, plazas, iglesias. Mercados, etc.) en función al reconocimiento de los poderes y los notables y de su identidad con relación a las castas. La sociedad colonial en cuanto al reconocimiento público, origino bastantes querellas y pleitos para medir la importancia de los dictados de alguien o los títulos que antecedían a su nombre (rey, virrey, marqués...) como el Don que era muy preciado en Nueva Granada, o la primacía en los espacios políticos o religiosos, estos eran los reflejos de una sociedad colonial que correspondía a las posiciones en la jerarquía y estas requerían un reconocimiento público. “La buena reputación moral también tenía un alcance estamental…”

LA VIDA COTIDIANA Y PÚBLICA EN LAS CIUDADES COLONIALES

La ciudad del siglo XVIII estaba organizada por estamentos o estratos característicos de las sociedades; los poderes y los notables estaban ubicados alrededor de la plaza junto con sus sirvientes, en las cuadras vecinas estaban las personas que tenían un puesto más bajo en la nobleza y enseguida la plebe, en la cual se encontraban diferentes hombres y mujeres que dieron lugar a diferentes culturas, en los espacios públicos como las galleras y las chicherías.

El reconocimiento que se daban unos a otros era principalmente un intercambio de elementos simbólicos que constituían el capital simbólico de las personas, como la manera de hablar, de vestir y de comer, también la honra y el buen nombre. Los cuales eran lo más preciado de su identidad.

El honor y la honra eran altamente valorados y por consiguiente su ofensa era temida. Hubo numerosas querellas por negar el Don a alguien que lo había obtenido, ya que este título era signo de civilidad “estilo político”.

La ofensa a un miembro del estamento noble era ofender al grupo entero pues era como difamar la calidad de sus miembros.

Los valores de linaje y blancura y la educación fueron la clave para diferenciar las castas de los notables. La educación formal era bastante importante para los hombres, en cuanto a las mujeres, pocas tenían la capacidad de leer y escribir.

La sociedad debía vivir congregada con el orden y con la iglesia para tener un control de la moral pública y privada. Semanalmente los sermones de la iglesia fueron los que imponían un orden y denotaban el bien y el mal para las conciencias. Lo civil y lo religioso parecían estar unidos por las dos majestades (Dios y rey), desde las primeras épocas los curas apoyaban a las autoridades en la imposición de impuestos justificando sus actos por amor a las dos majestades.

Los eclesiásticos solicitaron autorización del rey para recaudar ciertos impuestos con el fin de financiar los gastos de la ciudad. Los pequeños negocios ubicados a las afueras de la ciudad debían trasladarse a su interior y someterse al pago de impuestos los días sábados que fueron designados como día de mercado.

Se impuso también un reglamento de espacios, actitudes y relaciones, por ejemplo la hora de cerrar establecimientos de juego y bebida,

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