La otra Penélope
Enviado por Alexander Polanco • 11 de Agosto de 2017 • Ensayo • 1.219 Palabras (5 Páginas) • 290 Visitas
Ensayo de La otra Penélope
Tomás Alexander Polanco
Escuela de TIC’S
Universidad Iberoamericana (Fransec Pedró, 2011)
29/03/2017
17-0492
Héctor Santana, Prof.
Comunicación II
La otra Penélope es una obra que conjuga el realismo social y el existencialismo
Resulta difícil dar con una novela que conjugue una casi perfecta composición narrativa. Atravesada por personajes que sean verdaderos entes comunicantes de una trama adaptada en los efectos psicosociales de la guerra de Abril. Posee un estilo donde brota, en cada palabra, la agudeza analítica (el autor desmenuza los abatidos sentimientos que desorganizan el vivir de algunos personajes de la postguerra dominicana). A partir de éste, la escritura deslumbrante del novelista podemos decir que escenifica el destierro histórico y espiritual de los personajes entre los muros de la ciudad colonial de postguerra, a partir del pathos existencial, es decir, del vivir subjetivo de los mismos. Sin embargo vemos algunas variaciones sustanciales; la virtualidad creada, la profundidad existencial, Nelson Nova frente al espejo, como Feliz Marcel frente a las vidrieras de la calle y El Conde que hace el papel de casi un personaje. Personajes antes mencionados como estos están marcados por un destino azaroso, como Alba Besonia, Alberto Cuadra y Mayía de Pisar los dedos de Dios.
Félix Marcel es el personaje que nos presenta el ambiente que se vivió posteriormente a la Guerra de Abril de 1965. A causas de elementos característicos de esta novela podemos decir que su trama es circular. En efecto, la trama central comienza y termina con la invocación del cuerpo exangüe de Alba Besonia, narrada con lucidez abisal por Félix Marcel, quien asume la responsabilidad de fraguar una visión fatalmente concéntrica sobre un mundo ceñido por la desesperanza y la muerte (la urbe que cobijó la gesta de abril 65). Alba Besonia se suicida; desdibuja así una vida de mediocres amoríos con Feliz Marcel, burla de manera trágica la sórdida relación sadomasoquista que la subyuga al siniestro Doctor Latorre, emblema personalizado del autoritarismo dominicano. No es ilícito leer también en el suicidio de Alba Besonia el símbolo de un naufragio generacional, de una juventud que no supo o no pudo encontrar una luz que la enrumbara fuera del sinsentido y la violencia. Nos confiesa el narrador que todo parecía encajar en la desgracia. Álvaro, el doctor Latorre y ella, bailaban en mi mente una danza macabra(p. 91).
En ese círculo fatal, y por un ineluctable efecto de ósmosis social, Álvaro Pascual el combatiente, rumia su derrota en el bar Roxy, entre tragos y la amarga declamación de cafetín (36) con la cual se da ínfulas de ridícula heroicidad. Al igual que Alba Besonia, la muerte, insidiosa, lo espera en los callejones de la ciudad colonial; cae bajo las balas del sicariato postrevolucionario que prolonga la guerra a su manera. Su muerte física fue precedida de una lenta muerte espiritual, pues sus palabras, torpemente enraizadas aún en la gesta de abril, así como la reivindicación de una dudosa culpabilidad, mal se avenían con una realidad social de cervezas y encuentros turbios en un mortecino bar del Conde.
Feliz Marcel, el narrador, es el actor cardinal de la intriga; amante fallido de Alba Besonia, escucha las peroratas quiméricas de Álvaro Pascual, sus sobresaltos épicos adulterados por la mentira y los tragos; pero sobre todo Feliz Marcel reconoce ser también un antihéroe más, la sombra de una farsa en la cual la valentía es un irrisorio espejismo. Así, cuando recibe el revólver de parte de Álvaro Pascual, siente su apocamiento y la teatralidad del gesto. Nos dice de manera cruda: El revólver me sacaba, súbitamente, de mi vida de todos los días, y la parodia de heroicidad que revivía, no alcanzaba a diluir el fondo de miedo e inseguridad que me embargaba(p. 74). Los personajes descritos con minucia de entomólogo por Feliz Marcel (delegado sutil del autor), son incapaces de ser sujetos de sus historias personales. Viven recostados en un pasado fallido (la guerra de Abril), son incapaces de asumir el presente o, son presas, como Alba Besonia del encono sádico de un anti sujeto individual como el doctorcito Latorre. O, son acosados y ultimados, como Álvaro Pascual.
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