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La presencia del indio en la obra poètica de JULIO MIGNO.


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2017  •  Trabajo  •  1.930 Palabras (8 Páginas)  •  432 Visitas

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La presencia del indio en la obra poètica de JULIO MIGNO.

"De la flauta al silbo".

Como recordaba el escritor citando a Guiraldes,"cuando habla de Don Segundo,como la custodia lleva la hostia, nosotros de alguna manera  llevamos adentro los seres queridos, en mi caso la yuntita criolla y el casal gringo con el lote 96 de Esperanza, y el indio cuyo  destino atávico todavía corre en nuestro ser interior, simbólicamente pero con toda la fuerza del lugar donde se ha nacido".

Si se rescatan ejes temáticos vertebradores en la obra de Migno, resalta en toda su proyección el ciclo del indio.

Circunscripto en primera instancia a la importante reducción mocoví asentada a orillas del Río San Javier(Quiloazas para los mocovíes) trasciende a lo universal llegando a las raíces mismas del indio latinoamericano.                        

Hay queja, hay denuncia y hay un hondo deseo de justa reivindicación. Estamos en las primeras décadas del siglo veinte, y la queja sigue vigente aún hoy.

San Javier, el lugar donde se ha nacido,se ha hecho símbolo y ha anidado en el poema.

Y ahí está el indio cacique, resucitado después de 200 años, pidiendo por su raza agostada,  y ahí está el sentimiento del poeta, trasuntando toda su infancia en convivencia con los de vincha y boleadoras.

La raza destinada a desaparecer se encontró con su poeta lenguaraz, en un punto coincidente de ambos caminos.

Y juntos buscaron miquichises, "raicillas dulces de agüita turbia", y se bañaron en el mismo río, y bajo las sombras de los mismos árboles buscaron el sosiego.

El poeta los conoció desde su niñez, compartiendo con ellos aventuras y juegos, palpando de cerca sus vivencias.

Y trasladó al poema el alarido penetrante, la queja honda, el llanto silenciado.

                        Decile al hombre blanco

                        que me los trate bien,

                        Un poquito de tierra

                        p' arar y pa comer

                        y un poquito è cariño

                        si es que les queda yel

                        porque el indio, mi Tata,

                        es cristiano tamién.

Este es el indio de la humildad y la melancolía, recordando los tiempos en que el misionero Florián Paucke,alma de venturosa caridad, los liderara.Era el liderazgo del amor y la  paciencia,de la bondad y la enseñanza.,la flauta con sus sones y las palmas del padrecito en caricias sobres las cabezas infantiles.

En otros puntos del ciclo indígena, aparece el mocoví encabritado en toda su bravura.

                        Vengo a sacarme la vincha

                        porque soy indio de raza

                        pa tirar en el zanjón

                        melena,alarido y lanza,

O hay una siempre renovada salutación al sol:

                         cuando es chuza de baqueano

                        el alarido temprano

                        de Miguel Lavanderí.

Fuerte pintura que condensa en los referentes la talla íntegra del indígena.

El mismo que llora en notas desgarrantes, echadas al olvido del aire, acunadas en la mágica complicidad de la flauta novia:

                        La flauta de Paikí tenía una pena

                        la flauta de Paikí cómo lloraba.

                        Colmenar melodioso,llanto de indio

                        cada celdilla armónica,guardaba.

Y la otra flauta, también quejumbrosa y dulce,  hamacada por otras aguas, venida desde lejanas tierras, para comulgar con los indios el mismo verbo, el padre Florián Paucke.

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