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La ética en la vida cotidiana


Enviado por   •  8 de Abril de 2013  •  Tutorial  •  8.713 Palabras (35 Páginas)  •  608 Visitas

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reclama desde el fuero interno. La misma contradicción que hay en Haz lo que quieras (que así como abre unainfinita gama de posibilidades puede reducirla a una elección entre dos), se presenta en la libertad, pues nosomos libres de elegirla o no, sino que estamos condenados a la libertad, como afirmó Jean−Paul Sartre. Parano reducir la frase a un simple capricho, es importante establecer prioridades entre los deseos repentinos yaquellos a largo plazo. La ética es alcanzar la buena vida humana, que es la que incluye relaciones con otrosseres humanos, no a costa de ellos. Todos tenemos una realidad biológica pero, para llegar a ser hombres, senecesita de otros que fundamenten nuestra realidad cultural mediante enseñanzas. La base de nuestra culturaes el lenguaje, por lo que hablar y escuchar a alguien, es tratarlo como persona. Es un proceso recíproco igualque la humanización, pues darse la buena vida es al final igual que dar la buena vida.Capítulo V: Despierta baby!No tener perspectiva de conjunto es simplificar, el dinero e incluso la muerte es simplificar. La vida encambio es complejidad y complicaciones. Lo que poseemos nos posee y pasamos la vida creyendo queatesorar cosas es vivir, y no reparamos en pensar que de las cosas sólo salen cosas. Como humanosnecesitamos una complicidad fundamental que sólo se da entre iguales. Las traiciones y los abusos se dan,pero convertir a los demás en cosas es la forma incorrecta de defender el derecho propio a no ser tratado comotal. Ya que ninguna buena vida puede ser sin cosas, es básica la atención, es decir, la reflexión acerca delsentido de esa buena vida. Como condición ética principal está no tomar la certeza de la muerte como unpretexto para vivir de cualquier modo, sino intentar comprender a cada momento de qué está tratando la viday cómo se la hace buena para uno, no para los demás, pues nadie puede ser libre por ti.Capítulo VI: Aparece Pepito GrilloImbécil es aquél cuyo carácter es débil, y nuestra obligación es evitar serlo. Hay quienes creen que no quierennada y todo les da igual, otros que lo quieren todo a la vez y caen en propias contradicciones, otros que nosaben lo que quieren ni intentan averiguarlo, algunos tienen una voluntad muy débil o, en el caso contrario,muy fuerte y no distinguen la irrealidad. Si se es imbécil, se necesita de fuerzas exteriores en que apoyarse ycon dificultad se llega a la buena vida. Lo contrario de ser imbécil es tener conciencia, para lo cual se requierede cualidades innatas. Después del mínimo de condiciones sociales y económicas adecuadas, la concienciadepende de la atención y esfuerzo de cada individuo. Debe haber interés por vivir humanamente bien,concordancia entre actos y deseos, desarrollar el gusto moral y enfrentar la responsabilidad. Un auténticoegoísta es quien quiere y busca lo mejor para sí mismo. Aquél que se rodea de lo que le sienta mal es unimbécil que deseaba ser egoísta. La culpa y la responsabilidad también se relacionan con la conciencia, perolo peor es el remordimiento que es el descontento con nosotros mismos por emplear la libertad en contra denuestros deseos. Ser responsable es saberse libre para bien o para mal y estar dispuesto a responder por losactos; actuar sin órdenes superiores con un fin de construirse, transformarse e inventarse a sí mismo. Como ladecisión de vivir bien es personal, lo ideal sería que se volviera un tipo de vicio.Capítulo VII: Ponte en su lugarLa ética habla de cómo vivir bien entre humanos. Sin embargo hay criterios distintos acerca de lo aceptable ylo inaceptable. Lo cierto es que lo conveniente es aquello sin lo cual se vive, mas no humanamente. Inclusoquien comete cualquier fechoría sigue siendo humano pues cuenta con la posibilidad de transformarse. Unacaracterística del ser humano es la imitación, por lo que el ejemplo que se le da a los semejantes es básico.Muchos malos lo son porque son desgraciados, están solos, temerosos y son ignorantes. Lo más valioso queobtenemos de nuestros semejantes es la posibilidad de tener la complicidad y afecto de más seres libres, es laforma en que la propia humanidad se refuerza. La libertad no sirve a nada ni nadie, se contagia. Al perjudicaral prójimo el más perjudicado es al final uno mismo. Tratar a las personas humanamente es saber ponerse ensu lugar; ser conciente que, pese a las diferencias que entre todos existen, siempre se está de algún mododentro de los semejantes; o reconocer sus derechos y razones para considerarle igual de real y serio como unomismo. Los propios intereses no son malos, pero sí relativos; el único absoluto es el de ser humano entre los

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humanos que conduce a la buena vida. La clave de todo es sentir simpatía y lograr ponerse en el lugar del otroes un arte; se requiere de objetividad para ver las cosas a su manera sin ocupar su sitio, pero principalmente senecesita un conocimiento de la justicia. La virtud de la justicia es la habilidad y el esfuerzo para saber lo quenuestros semejantes esperan de nosotros, y esto no se logra obedeciendo leyes que establecen sólo el mínimode esto, sino amando un poco a cada persona como cosa indispensable para vivir bien.Capítulo VIII: Tanto gustoExiste una gran censura sobre todo lo que implica placer corporal y no reparamos en pensar que sin susatisfacción no hay vida buena. Disfrutar nunca será malo mientras no dañe a nadie, es lo que nos aleja de seranimales; el sexo con fines únicos de procreación es por el contrario lo que nos aleja de lo humano. Hayquienes temen al placer porque les gusta demasiado y distrae. Otros disfrutan no dejando disfrutar, ellos soncalumniadores o incluso puritanos, para quienes lo bueno es lo que nos disgusta hacer y sufrir es másmeritorio que gozar, lo que en realidad nada tiene de moral o ético. Usar los placeres es tener un control sobreellos que impida que se mezclen con otros aspectos de la vida personal y así se nos enriquecemos. Sinembargo su carácter excluyente puede conducir a un empobrecimiento debido a la pérdida de interés encualquier otra cosa. El placer que mata no es placer, sino un castigo. La templanza es el arte de poner el placeral servicio de la alegría, que acepta vida y muerte, placer y dolor. Quienes optan por su contrario, laabstinencia, desconfían de todo lo que les gusta. El placer más triste es la culpa; considerar algo más queplacer como un crimen es reclamar un castigo. Es falso creer que siempre se goza a costa de otros, el interés yla ayuda que se les brinde va por otro camino distinto al disfrutar propio.Capítulo IX: Elecciones generalesNunca se piensa en la política como algo ético, pues en la mayoría de los casos quienes la ejercen piensan enreprender al vecino antes de mejorarse a sí mismos. Se les atribuyen frecuentemente poderes sobrehumanosque conducen a la decepción de quienes los han elegido. Sin embargo, en cuanto a su finalidad, la ética

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