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LaPrincesa Que Creia En El Cuento De Hadas Primer Capitulo


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  461 Palabras (2 Páginas)  •  297 Visitas

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CAPITULO 1:

ALGÚN DÍA LLEGARÁ MI PRÍNCIPE

ALGÚN DÍA LLEGARÁ MI PRÍNCIPE

Érase una vez una princesita delicada de cabellos dorados, llamada Victoria, que creía de todo corazón en los

cuentos hadas y en la

eterna felicidad de las princesas. Tenia una fe absoluta en la magia de los sabios, en el

triunfo del bien sobre el mal y en el poderoso amor capaz de conquistarlo todo. En realidad, toda una filosofía

basada en la sabiduría de los cuentos de hadas.

Uno de

sus primeros recuerdos de la infancia eran sus baños de espuma, que le daban una apariencia cálida y

sonrosada, tras los cuales se acurrucaba bajo su edredón de plumas rosa entre un montón de suaves

almohadas dispuesta a escuchar las historias sobre hermo

sas doncellas en peligro que le leía la reina antes de

dormir. Vestidas con andrajos o bajo el hechizo de un sueño de cien años, cautivas en una torre o víctimas de

una catástrofe, siempre conseguían las rubias doncellas ser rescatadas por un príncipe vali

ente, apuesto y

encantador. La princesita memorizaba cada palabra que su madre pronunciaba y, noche tras noche, se

quedaba dormida tejiendo maravillosos cuentos de hadas en su imaginación.

-

¿Algún día llegará mi príncipe?,

-

le preguntó una noche a la rein

a abriendo sus maravillosos ojos ámbar

llenos de asombro e inocencia.

-

SI, cariño

-

le contestó la reina

-

, algún día.

-

¿Y será alto, fuerte, valiente, apuesto y encantador?,

-

le preguntó la princesita.

-

Desde luego que sí. Tal y como lo has soñado e inc

luso más, pues será la luz de tu vida y tu razón de ser, ya

que as¡ está escrito.

-

¿Y viviremos felices para siempre como en los cuentos de hadas?,

-

le volvió a preguntar como si estuviera

soñando, inclinando la cabeza y apoyando las manos en la mejilla.

La reina, acariciando el pelo de la princesita con suavidad y cariño, le contestó:

-

Igual que en los cuentos de hadas. Y ahora a dormir, que ya es hora.

-

Le dio un cálido beso en la frente y se

marchó de la habitación, cerrando la puerta con gran sigilo.

-

Ya puedes salir, no hay peligro,

-

susurró la princesita inclinándose a un lado de la cama y levantando uno de

sus volantes para que Timothy Vandenberg III pudiera salir de su escondite

-

. Venga, chico,

-

le dijo.

Su peludo amiguito saltó a la cama y fu

e a ocupar su sitio de costumbre junto a ella. En realidad, no se parecía

a Timothy Vandenberg III sino a un chucho corriente, aunque la

...

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