Las armas del alba. Ataque al cuartel general de Madera, Chihuahua.

Las armas del alba.
Ataque al cuartel general de Madera, Chihuahua.

Los campesinos e indígenas de las zonas rurales de México, por mucho tiempo, han sufrido discriminación, acoso, robos y explotación por parte de la burguesía, hacendados y latifundistas, inclusive el mismo gobierno ha marginado a estas pobres personas que viven al día. Los tratos que les han dado tan inhumanos, los humillan, los despojan de sus tierras; llorando en silencio por la impotencia y viviendo con miedo de las desapariciones y asesinatos, los campesinos han callado por generaciones. Pero hay un punto en el que es tal la efervescencia que destruye al contenedor y  da el paso para lanzar un grito de guerra contra el tirano.

La lucha campesina en el estado de Chihuahua comenzaba a ser fuerte a comienzos de la década de 1960 para enfrentar a los caciques, ganaderos y compañías madereras y algodoneras cobijados por Práxedes Giner Durán, gobernador, general y rico terrateniente.

Un grupo de 13 jóvenes campesinos, estudiantes, maestros y líderes agrarios, encabezados por Arturo Gámiz García y Pablo Gómez Ramirez, deciden llevar a cabo un plan de guerra: tomar el cuartel militar de la ciudad de Madera, Chiapas para obtener armamento, tomar la población, expropiar el banco local y transmitir un mensaje revolucionario a través de la radioemisora local para internarse de nuevo en la majestuosa sierra chihuahuense. Este plan lo llevarían a cabo la madrugada del 23 de Septiembre de 1965, arriesgando sus propias vidas al intentar acorralar a aproximadamente 120 militares.

Llegó la fecha acordada, se acomodaron es sus posiciones estratégicas, poco antes de que llegara el alba que anuncia un nuevo día. Uno de ellos se queda en el camión, en la retaguardia, mientras los demás se reparten en los cuatro puntos cardinales. AI de menor edad lo colocan en el sitio más lejano y seguro; cuatro se ubican en la Casa Redonda, donde había una oficina de la compañía maderera Bosques de Chihuahua; cuatro más son apostados en las afueras de la iglesia y la escuela mientras los tres restantes se acomodan en el terraplén de la vía de ferrocarril. De frente, a unos treinta metros, estos últimos tienen las barracas castrenses. A sus espaldas, una llanura de más de dos kilómetros los separa de la sierra devastada por Bosques de Chihuahua. Pero algo salió mal, ya que estaban en la espera de otros dos grupos de ataque sorpresa, que nunca llegaron.

Eran las 5:45, la hora en que los uniformados se alistaban para el desayuno, y los revolucionarios esperaban sigilosamente, buscando el mejor momento para atacar y esperando a los otros dos grupos de ataque... nunca llegaron. De repente se escucharon los rugidos de las balas. Salieron los militares disparando a diestra y siniestra a cualquier blanco que resultara una amenaza. Los campesinos respondieron con  la misma moneda, el enfrentamiento se prolongó varios minutos, minutos que parecían eternos para aquellos guerrilleros, intentaron resistir, era inevitable la retirada. Y al momento de dar el grito que daba la orden de retirarse, una bala lo silenció. Sólo Guadalupe Escobel, Florencio Lugo, Ramón Mendoza, Francisco Ornelas y Matías Fernández logran huir, los otros ocho héroes quedaron en el campo de batalla, los rayos del sol acariciaban sus aún tibios cuerpos.

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