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“Las siete Lamparas de la Arquitectura”


Enviado por   •  20 de Junio de 2018  •  Ensayo  •  2.032 Palabras (9 Páginas)  •  439 Visitas

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  1. En el libro de “Las siete Lamparas de la Arquitectura” de John Ruskin se hace referencia a la evolución de la arquitectura inglesa del siglo XIX, durante la revolución industrial y la época victoriana, la cual paso de una tendencia clásica a gótica, considerada esta como la mayor arquitectura, por su libertad creadora.

Es por ello que el libro esta dedicado a iglesias y catedrales, principalmente de Francia e Italia, pertenecientes a esta última tendencia, sin embargo, este no fue un libro arquitectónico, sino que fue un intento de entender a la arquitectura desde la experiencia; él sostenía que todavía en la arquitectura podía aplicarse el trabajo artesanal.

Ruskin se interesó más que nada por la belleza, a la que consideraba como la meta ultima de sus sueños estéticos; es por ello que se negó al maquinismo, él quería combatir la fealdad humana. El trabajo manual embellecía el cuerpo del hombre.

  1. Los casos de referencia en este libro están organizados por tema o programa ya que en cada uno de sus capítulos hace referencia a una lampara de la arquitectura (la del sacrificio, la verdad, la fuerza, la belleza, la vida, el recuerdo, la obediencia).

  1. El libro habla sobre las siete cualidades que iluminan a la arquitectura para que sea reconocida, siempre que muestren los valores de la época.

En el primero de sus libros hace referencia a la lampara de sacrificio. En esta lámpara Ruskin inicia su libro definiendo la arquitectura como “el arte que dispone y adorna los edificios de modo que estos contribuyan a la salud mental, poder y placer del hombre que lo admira” … Por otra parte, remarca la diferencia entre construir y hacer arquitectura, y divide las obras arquitectónicas en cinco rubros según el objetivo de la obra: piadosa, conmemorativa, civil, militar, domestica. Es en esta parte del libro en la que hace mención al costo, dice él que debemos concentrarnos en hacer bien las cosas y no pensar tanto en cuanto nos costara, y su relación con la calidad de los detalles. Esta lámpara nos induce a ofrendar bienes preciosos o los mejores de su especie: elegir por su calidad y no por cantidad, y el Sacrificio con que realizamos nuestro trabajo dará Recompensas a posteriori.

En el segundo libro habla de la lampara de la verdad. La verdad es uno de los elementos fundamentales en la vida. Ruskin decía que, aunque no seamos capaces posiblemente de dominar una arquitectura buena o hermosa o creativa, si podemos dominar una arquitectura honesta; entonces divide las mentiras en tres categorías: 1) La insinuación de un tipo de estructura o soporte que no es el verdadero; como en los medallones de las techumbres del gótico tardío. 2) Pintar superficies para representar un material que no es el que en realidad hay (como la marmoración de la madera), o la representación engañosa de ornamentos esculpidos sobre ellos. 3) El empleo de ornamentos de cualquier tipo, hecho a máquina o moldeados. Además, señala dos tipos de engaños: Estructurales o de superficies, y hace referencia a que lo que le da importancia al edificio es el tiempo y por ello este libro menciona que el verdadero color de la arquitectura es la piedra natural, ya que esta jamás se deslavara, es simplemente más duradera. Tanto el arquitecto como el artesano deben dar lo mejor de sí tanto intelectual como constructivamente, con el objetivo de que en la obra se note dedicación y esmero.

El tercero es el de la fuerza. En este, según Ruskin, las obras de arquitectura que nos impresionan, se dividen en dos grandes categorías: una se caracteriza por un preciosismo y una delicadeza superior, la otra; por una majestuosidad severa y misteriosa. La diferencia entre estas dos clases de edificación es entre lo que hay de original y de derivado en la obra humana, lo cual depende de la disposición y porte que recibe de la mente humana, se convierte en expresión del poder de esa mente y cobra mayor grandeza en proporción al poder expresado. Por ejemplo, la columna prismática y la cilíndrica, se consideran como elementos de máximo poder en las ordenaciones arquitectónicas. Para poder darle presencia a un edificio por más insignificante que sea, se le tiene que dar un toque de gracia con los materiales, el juego de luces, cuidando la proporción, entre más atrevida mejor a los ojos del observador. Esta lámpara ilumina la arquitectura motivando los aspectos que dan fuerza a los proyectos, que les dan poder.  

La belleza es la cuarta lampara. Para Ruskin la belleza de la arquitectura solo puede alcanzarse si se asemeja a la naturaleza, pues el hombre no puede crear algo tan bello como lo creo Dios, por lo que mientras las formas arquitectónicas más se parezcan a la naturaleza, más bella será la obra.  El máximo grado de belleza se habrá alcanzado cuando las ordenaciones de las líneas sean proporcionadas con los agrupamientos naturales más frecuentes de las mismas que podamos descubrir.  La proporción y simetría son las dos cosas que ayudaran a la belleza de la construcción, teniendo como objeto que el elemento este equilibrado. Se debe tomar en cuenta la relación entre simetría y partición horizontal y entre proporción y partición vertical. Es más que notorio que en la simetría se encuentra igualdad y equilibrio. La belleza es la lámpara que proporciona la abstracción y proporción. Debido a que la belleza ya existe en la naturaleza, el hombre sólo tiene que descubrir el orden que proporciona la belleza, abstraerlo y utilizarlo para la arquitectura, para sus edificios y construcciones. 

La quinta es la vida. Este hace referencia a que la visión de la obra como un todo, el concepto global de un edificio, es lo más importante en la arquitectura. Perderse en el detalle puede ser muy peligroso. Hay que hacer que los detalles funcionen como conjunto: diseñando los detalles como una unidad total. Ruskin distingue entre arquitectura viva y arquitectura muerta. Con una arquitectura viva nos referimos a que se note una emoción en cada pulgada, el acomodo de las formas conforme lo va necesitando la estructura, etc. Por tanto, no se tiene que ver rigidez en una edificación sino intrepidez. Para lograr una arquitectura viva, se tiene que disfrutar el hacerlo, saltara la felicidad con que una escultura ha sido tallada a pesar de tanto trabajo que necesito, el punto es disfrutarlo no sufrirlo, solo así resultara vivo. Mientras que una arquitectura muerta es aquella que, si tiene algo tallado, este mal tallado, solo por hacerlo, es mortalmente tallado. Distingue también entre hacer un trabajo con el fin de ganarse el pan y hacer un trabajo por placer, pero reconoce en los dos el hacerlo con determinación; aquella que cumple con esto, no se hace.  Esta lámpara resalta la importancia del trabajo humano, que al construir imprime en la arquitectura la fuerza y la vitalidad propios del espíritu de su ser, a diferencia del producto hecho por la máquina, que según Ruskin es frio y sin vida.

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