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Lope De Vega


Enviado por   •  17 de Mayo de 2015  •  11.442 Palabras (46 Páginas)  •  243 Visitas

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Lope de Vega

El caballero de Olmedo

Colección Averroes

ÍNDICE

Acto primero 5

Acto segundo 40

Acto tercero 75

El caballero de Olmedo

Acto primero

Personas del acto primero

DON ALONSO

DON RODRIGO

DON FERNANDO

DON PEDRO

DOÑA INÉS

DOÑA LEONOR

TELLO

ANA

FABIA

5

Lope de Vega

Sale DON ALONSO.

ALONSO Amor, no te llame amor

el que no te corresponde,

pues que no hay materia adonde

imprima forma el favor.

Naturaleza, en rigor,

conservó tantas edades

correspondiendo amistades:

que no hay animal perfeto

si no asiste a su conceto

la unión de dos voluntades.

De los espíritus vivos

de unos ojos procedió

este amor que me encendió

con fuegos tan excesivos.

No me miraron altivos,

antes, con dulce mudanza,

me dieron tal confianza

que, con poca diferencia,

pensando correspondencia,

engendra amor esperanza.

Ojos, si ha quedado en vos

de la vista el mismo efeto,

amor vivirá perfeto,

pues fue engendrado de dos;

pero si tú, ciego dios,

diversas flechas tomaste,

no te alabes que alcanzaste

la vitoria, que perdiste,

si de mí solo naciste,

pues imperfeto quedaste.

6

El caballero de Olmedo

Salen TELLO, criado, y FABIA.

FABIA ¿A mí, forastero?

TELLO A ti.

FABIA Debe de pensar que yo

soy perro de muestra.

TELLO No.

FABIA ¿Tiene algún achaque?

TELLO Sí.

FABIA ¿Qué enfermedad tiene?

TELLO Amor.

FABIA Amor ¿de quién?

TELLO Allí está:

él, Fabia, te informará

de lo que quiere mejor.

FABIA Dios guarde tal gentileza.

ALONSO Tello, ¿es la madre?

TELLO La propria.

ALONSO ¡Oh Fabia! ¡Oh retrato, oh copia

de cuanto naturaleza

puso en ingenio mortal!

¡Oh peregrino dotor

y para enfermos de amor

Hipócrates celestial!

Dame a besar esa mano,

honor de las tocas, gloria

del monjil.

7

Lope de Vega

FABIA La nueva historia

de tu amor cubriera en vano

vergüenza o respeto mío,

que ya en tus caricias veo

tu enfermedad.

ALONSO Un deseo

es dueño de mi albedrío.

FABIA El pulso de los amantes

es el rostro. Aojado estás.

¿Qué has visto?

ALONSO Un ángel.

FABIA ¿Qué más?

ALONSO Dos imposibles, bastantes,

Fabia, a quitarme el sentido:

que es dejarla de querer

y que ella me quiera.

FABIA Ayer

te vi en la feria perdido

tras una cierta doncella,

que en forma de labradora

encubría el ser señora,

no el ser tan hermosa y bella:

que pienso que doña Inés

es de Medina la flor.

ALONSO Acertaste con mi amor.

Esa labradora es

fuego que me abrasa y arde.

FABIA Alto has picado.

ALONSO Es deseo

de su honor.

8

El caballero de Olmedo

FABIA Así lo creo.

ALONSO Escucha, así Dios te guarde.

Por la tarde salió Inés

a la feria de Medina,

tan hermosa, que la gente

pensaba que amanecía.

Rizado el cabello en lazos,

que quiso encubrir la liga,

porque mal caerán las almas

si ven las redes tendidas.

Los ojos, a lo valiente,

iban perdonando vidas,

aunque dicen los que deja

que es dichoso a quien la quita.

Las manos haciendo tretas,

que, como juego de esgrima,

tiene tanta gracia en ellas,

que señala las heridas.

Las valonas esquinadas

en manos de nieve viva,

que muñecas de papel

se han de poner en esquinas.

Con la caja de la boca

allegaba infantería,

porque, sin ser capitán,

hizo gente por la villa.

Los corales y las perlas

dejó Inés, porque sabía

que las llevaban mejores

los dientes y las mejillas.

Sobre un manteo francés

una verdemar basquiña,

porque tenga en otra lengua

de su secreto la cifra.

9

Lope de Vega

No pensaron las chinelas llevar de cuantos la miran los ojos en los listones, las almas en las virillas.

No se vio florido almendro como toda parecía,

que del olor natural

son las mejores pastillas. Invisible fue con ella

el Amor, muerto de risa de ver, como pescador,

los simples peces que pican. Unos le prometen sartas

y otros arracadas ricas; pero en oídos de áspid

no hay arracadas que sirvan. Cuál a su garganta hermosa el collar de perlas finas; pero, como toda es perla, poco las perlas estima.

Yo, haciendo lengua los ojos, solamente le ofrecía

a cada cabello un alma, a cada paso una vida.

Mirándome sin hablarme, parece que me decía:

«No os vais, don Alonso, a Olmedo, quedaos agora en Medina».

Creí mi esperanza, Fabia...

Salió

...

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