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Los Milagros De Nuestra Señora


Enviado por   •  4 de Junio de 2013  •  2.793 Palabras (12 Páginas)  •  477 Visitas

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Introducción

-Berceo describe un prado al que él fue a parar, un prado “sençido” (sin tocar, imagen que se refiere a la entereza de la Virgen).

-La entrada de este narrador al “prado bien sençido, de flores bien poblado” es mucho más que la evocación de un simple “locus amoenus”, representa el retorno del narrador ejemplar, el “everyman” y yo poético, al Paraíso perdido gracias a su devoción mariana. Crea una alegoría sobre el patrón formal de Caída (Eva) y Redención (Virgen María).

-Comenta que todos somos peregrinos, que estamos de paso hasta llegar al Paraíso, y que en esta romería tenemos un buen prado: la Virgen. Prado ileso, incorrupto, en el que:

las cuatro fuentes simbolizan los cuatro evangelios

la sombra de los árboles - las oraciones de la Virgen por los pecadores

los árboles son los milagros que hace la Virgen

las aves laudatorias son los que la honran a diario

las flores representan sus nombres (referencia a milagros marianos)

los frutales donde cantan los pájaros à milagros que se celebran en las fiestas principales.

Berceo dice que se quiere subir a esos árboles y escribir alguno de sus milagros.

Significado alegórico de: romeros, romería, prado, árboles y flores.

La casulla de San Ildefonso. En Toledo hubo un arzobispo llamado Ildefonso. Este señor escribió un libro sobre la virginidad de María y celebró una fiesta en su honor. El día de la fiesta, se le apareció María, le dio una casulla cosida por ángeles, con la que cantase, y le dijo que si se la ponía otra persona, moriría. Cuando éste murió le sucedió el avaricioso canónigo Lozano, que murió ahogado cuando se puso la casulla.

El sacristán impúdico. Hubo un monje en un convento que era muy devoto a María, pero el demonio lo corrompió y le hizo fornicar. Como adoraba a María, cada vez que pasaba por delante de su imagen, la alababa. En una de sus salidas cayó a un río por la noche y murió. Al día siguiente fueron los demonios a llevárselo, pero acudió la Virgen a socorrerlo diciendo que él era bueno. Llamó a Jesús, que le resucitó para comprobar si era bueno o malo y llevarlo al cielo o al infierno. Cuando resucitó fue mejor que antes y dio gracias a la Virgen hasta que murió y fue con Jesús.

El clérigo y la flor. Había un clérigo medio loco que adoraba a María. Un día fue asesinado, siendo enterrado lejos de donde se enterraba a los monjes. Esto lo vio la Virgen, pareciéndole injusto. Se apareció a otro monje importante, y le dijo que hablase con otros, para que lo llevasen a una buena tumba. Cuando lo desenterraron le vieron con una flor en la boca y el cuerpo incorrupto, entonces lo cogieron y lo llevaron a la mejor tumba del cementerio.

El premio de la Virgen. Hablamos de otro clérigo más que amaba a María, la adoraba, la alababa, etcétera. Un día se puso muy enfermo y vio a la Virgen, que le dijo que ese dolor pasaría. Cuando murió, los ángeles se lo llevaron con María.

El pobre caritativo. Un hombre pobre vivía de las limosnas de las personas que iban a la iglesia, pero adoraba tanto a María que lo que recibía, que era poco, lo repartía entre otros mendigos. Cuando le llegó la hora de morir se apareció María ante él y se lo llevó, diciendo que quien hiciese el mal o se apartase de ella y de su hijo, saldría mal aventurado.

El ladrón devoto. Hubo un señor que en vez de ir a la iglesia, se dedicaba a robar, pero quería mucho a la Virgen y siempre la alababa. Un día lo atraparon y le iban a ahorcar. Cuando retiraron el banco en el que se apoyaba, fue María y dejó que apoyase los pies en sus manos, así hasta tres días. La gente veía que no fallecía, y decidieron degollarlo, pero la Virgen no lo podía permitir y puso sus manos rodeando el cuello del ladrón, de manera que nada lo pudo tocar. Entonces decidieron dejarlo vivir hasta que Dios quisiese. El ladrón agradeció este acto apartándose del hurto, y es que María ayuda a todos.

El monje y San Pedro. Era un monje que no se comportaba como tal, ya que se iba con mujeres, usaba drogas, etcétera. Cuando murió se lo llevaron los demonios, pero San Pedro lo vio y pensó que cumplió con lo suyo en la vida y pidió a Jesús que le diese otra oportunidad. Mientras se lo estaba pidiendo, acudió la Virgen María junto con otras dos amigas para convencer a su hijo de que se la diese, ya que éste no estaba por la labor. Jesús la hizo caso, y es que nadie puede negarse a María.

El romero de Santiago. Hubo un fraile llamado Giraldo que decidió irse de romería a Santiago, pero cuando se iba a marchar no guardó penitencia y se encaminó con esa espina clavada. Cuando iba de camino se encontró con otro señor que decía que era Santiago, pero que en realidad, era un ladrón que hizo que se cortase los genitales, muriendo desangrado. Cuando se lo iban a llevar al infierno bajó Santiago y dijo que debería ir al cielo en vez de al infierno, ya que no hubiese muerto si no le hubiesen engañado para robarle. Entonces María se compadeció de él e hizo que volviese a la vida, y éste terminó la romería y se hizo mejor hombre.

El clérigo ignorante. Había un clérigo ignorante que solamente sabía decir la misa de la Virgen María. Fue acusado ante el obispo de necedad, el cual le quitó su cargo en la iglesia. La Virgen se apareció al obispo, al que mandó que volviese a admitir al clérigo donde estaba antes, lo cual fue obedecido por el obispo.

Los dos hermanos. Vivían en Roma dos hermanos, uno llamado Pedro, que era cardenal y otro Esteban, que era juez. El primero era avaricioso y el segundo codicioso. Esteban hizo perder a San Lorenzo tres casares y a Santa Inés un huerto en sus juicios. Cuando el clérigo murió, San Lorenzo y Santa Inés asesinaron al juez, que fue al infierno junto con su hermano Pedro, por ser un juez injusto. Esteban era muy devoto de San Proyecto, que habló con la Virgen y consiguió un mes más de vida para que el juez arreglase los errores que había cometido en la vida. Éste pidió una misa por su hermano, rezó todos los días y devolvió lo que quitó en sus juicios, y a los treinta días murió y con Dios fue.

El labrador avaro. Era un labrador que robaba algunos frutos de la cosecha de su señor y decía mentiras, pero siempre que veía una imagen de María decía: “Salve Regina Santa”. Cuando murió, los diablos se lo llevaban, pero un ángel salió en su defensa gracias a sus palabras a María. Los diablos, nada más escuchar ese nombre, salieron despavoridos. El ángel cogió su alma y se lo llevó con él al cielo.

El prior y el sacristán. En un monasterio había un monje desordenado y confundido, pero muy devoto a la Virgen. Cuando murió se apareció a otro monje, contándole que la Virgen

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