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MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD EN EDUCACIÓN


Enviado por   •  7 de Junio de 2013  •  2.423 Palabras (10 Páginas)  •  829 Visitas

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MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD EN EDUCACIÓN∗

Rosa Nidia Buenfil, Fernando Fernández Font y Andrés Peixoto

Moderador: Miguel Bazdresch∗∗

MBP. El propósito de esta reflexión es aligerar un poco el tema de la posmodernidad de por sí pesado, a fin de acercarlo a los maestros, a los interesados en la educación y aclarar algunas de las consecuencias para la educación y para nuestra práctica educativa.

Empezaremos esta conversación con base en preguntas que les hemos planteado con anterioridad a los ponentes y alrededor de las cuales, los asistentes podrán participar posteriormente.

Debo decir que el método es inusual en nuestro medio. Los tres me decían "¿es que no tengo que leer?, ¿no tengo que preparar ponencia?" "Sí tienes que prepararte, pero no vamos a leer una ponencia; si tu pensamiento queda más claro leyéndola, no hay ninguna dificultad, pero la idea del método es justamente aligerar el pensamiento y las propuestas a base de proponer una conversación". No significa que necesariamente tengan que ser coincidentes o que no discutan ideas contrarias, pero la idea es hacerlo como lo haríamos gente pensante sobre un tema importante, precisamente a través de gente que lo ha pensado, le ha interesado y tiene algo que decir a todos nosotros, para compartir esta conversación con todos los asistentes.

Cambios o novedades conceptuales del pensamiento posmoderno

MBP. ¿Cuáles son, en la consideración de cada uno de los tres, los principales cambios o novedades conceptuales del pensamiento posmoderno? La idea es que tengamos una primera visión de ¿qué tiene que ver?, ¿qué aporta este pensamiento posmoderno en sí mismo?

∗ Mesa redonda presentada en el VI Simposium “Valores y Currículo: intenciones y realidades del Departamento de Educación y Valores del ITESO.

∗∗ Investigadora titular del Departamento de Investigación Educativa del CINVESTAV del IPN. Profesor del Instituto Libre de Filosofía. Jefe del Departamento de Educación y Valores del ITESO. Profesor emérito del Departamento de Educación y Valores del ITESO.

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Sinéctica 13

Jul.-Dic./1998

FFF. La pregunta yo la formulé así: ¿qué cambios o novedades conceptuales hay en el pensamiento posmoderno?

La primera anotación es que tanto modernidad como posmodernidad son categorías para tratar de recuperar fenómenos diversos que abarcan desde lo filosófico y lo social, hasta el hombre de la calle; es la manera como de ordinario cualquiera de nosotros vamos viviendo estos fenómenos, muchas veces sin percatarnos muy profundamente de lo que vamos viviendo. Por eso, me voy a referir no tanto a una postura teórica -que incluso entre los mismos teóricos de la posmodernidad hay sus diferencias y matices- sino a lo que oímos por ahí.

La posmodernidad es una nueva forma de ver y experimentar la vida que tiene, desde mi punto de vista, dos énfasis fundamentales: primero, un desencanto de la modernidad, de la confianza casi desmedida en la razón; con la cabeza, con la inteligencia podemos hacer prácticamente todo y eso lleva y suscita un progreso que se ofrecía como el que iba a redimir y a solucionar, ya para siempre y hacia adelante, los problemas de la humanidad. Esto no funcionó.

Segundo, una recuperación del individuo. La defensa del individuo también fue la bandera de la modernidad desde la Revolución Francesa, pero se trata de recuperar un individuo que al parecer la misma modernidad aplastó de una o de otra forma; pudiéramos formular que mientras la modernidad quiso rescatar al individuo racional, entre comillas, ahora la posmodernidad intenta destacar y rescatar al individuo sentimental; pasar del homo sapiens que hemos estado oyendo al homo sentimentalis, el hombre que también tiene un sentimiento, una afectividad, una capacidad de sentir y que la razón lo ha matado.

Por eso, como consecuencia de esta reacción, desde donde se relee toda esta realidad nueva, se intenta desprenderse de esas cargas de la modernidad. Subrayaría algunas de esas consecuencias.

Hay que liberarse de la razón moderna y reemplazarle con una razón débil y maleable; es decir, dejémonos de una razón cuyo principio es la lógica y vayamos más a la espontaneidad de esa inteligencia creadora; no se trata de explicar sino de vivir, hay que deconstruir; se supone que la modernidad construyó y fundamentó la realidad, el pensamiento y las ciencias. Hay que deconstruir -quitar esa construcción- esas justificaciones, porque finalmente fueron ideológicas, no cumplieron lo que ellas proponían.

Hay que liberarnos de una concepción finalista de la historia y también de la concepción del tiempo que esta historia implicaba. Se rechaza que la historia necesariamente supone mejorar y que nosotros somos llevados por una mano invisible hacia una esperanza y un progreso; eso no es cierto. Por otro lado, la concepción moderna del tiempo nos oprime, tenemos que cargar el pasado y afrontar el futuro con él a las espaldas, de manera que abandonemos esas concepciones para fincarnos en el presente.

Hay que liberarse por consiguiente de los macrorelatos o utopías, percibidos como unas camisas de fuerza para la experiencia humana. Por eso, hay que sustituirles con lo que se ha llamado la voluntad del fragmento. Cada uno vivimos un fragmento, cada uno tenemos un espacio limitado, eso hay que vivir; lo que importa entonces es vivir ese presente, son los pequeños relatos de la cotidianidad, es vernos libres de esos proyectos.

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Sinéctica 13

Jul.-Dic./1998

Hay que liberarnos de esa valoración excesiva otorgada a la razón y que se ha puesto por encima de la sensibilidad. El hombre, como suscribirían los existencialistas, es simplemente su esencia, un ímpetu existencial, es la vida la que surge entonces, no hay que ponerle cortapisas; cada uno tenemos la propia vida y hay que dejar que eso fluya. Como dirían los psicólogos, hay que permitirnos sentir, por eso se abre todo un espacio al hedonismo y se produce una especie de sacralización de la vida cotidiana. El cuerpo, las dietas, el deporte, la música, la danza, el sexo, etcétera.

Hay que liberarse de la etapa ética que ha suprimido a la etapa estética; es decir, en el fondo, en términos psicológicos, hay que pasar de Prometeo a Narciso. Parece que nuestra época es una sociedad más narcisista que se mira a ella misma, y no tiende a un prometeísmo que quiere arrancarle el fuego a los Dioses; por lo tanto, hay que dejar el deber ser para quedarnos con el ser.

La ética, que regiría los comportamientos humanos, ha de ser provisional y contextualizada, es el imperio de lo efímero; es decir, de lo que pasa y aceptemos esa condición humana. En la insoportable levedad del ser, gran película de la novela

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