Mario Bunge: Un Charlatán más En El Reino De Los Charlatanes
Enviado por dfshow • 6 de Julio de 2015 • 1.889 Palabras (8 Páginas) • 228 Visitas
Mario Bunge: un charlatán más en el reino de los charlatanes
Por:Leandro Andrini
Semanas atrás, una entrevista a Mario Bunge publicada en un semanario de cultura y titulada Hay brujos y chamanes en todas partes reabrió una polémica más que interesante, aunque la misma esté constreñida (aparentemente) a la contienda entre dos bandos: los atacados por Bunge y el propio Bunge y sus seguidores.
El Dr. Mario Bunge pertenece a esa categoría de pensadores que se creen con capacidad de decir y decidir qué es tal cosa o tal otra, usufructuando así las categorías para sentar prejuicios de presumida objetividad. Escucho el rechinar dentario de este pensador mascullando que mi posición no tiene valor porque recurro a alguna de las características que él tan bien describe en lo que cualquier refutación pasa a ser, en el mejor de los casos, la posición dogmática de un lego que no entiende ni de ciencia ni de filosofía.
Pese a su gusto por lo que da en llamar “cultura superior”, Bunge es en extremo un intolerante cultural cuyos refinamientos son los dejos de un elitismo, el que le permite confundir la palabra cultura con la posibilidad extrema de escuchar y diferenciar entre una obra de Bach y una de Mozart como si ello fuera el único universo posible de saberes, y de placeres. Sin vueltas dice que “los rockeros no tienen educación musical, no se han sometido a la disciplina del aprendizaje de la música. Mucho de ellos tienen mucho oído pero, dicho sea de paso, el oído de los rockeros decae muy rápidamente porque tocan música a todo volumen tal que aquel se destruye. Para mí, el rock es la negación de la música”. Sin dudas, este tipo de afirmaciones constituyen juicios de valor cargados de subjetividad y de prejuicios. Es como indicar que Picasso es la negación de la pintura porque corrompe las formas, así porque sí. Además, lo que se pierde en capacidad auditiva no es la capacidad de registro (hace una afirmación que llega a contradecir la investigación existente al respecto).
Bunge hace esta afirmación sin interiorizarse de las cuestiones históricas inherentes a cada gran músico del rock. Para Bunge la palabra ‘historia’ es una palabra maldita, porque paso a paso le destroza todas sus observaciones prejuiciosas (con pretensión de filosóficas); tan maldita que no ingresa (o en todo caso no ingresa muy cómoda) en lo que puede ser entendido como una ciencia si nos atenemos a su famoso manual La Ciencia (su método y su filosofía). Y ya que estamos con este libro, vayamos a su parte final dedicada a la Novísima Sociología de la Ciencia, en el que arremete diciendo “al fin y al cabo la teoría cuántica triunfó, en tanto que el nazismo, animado por la filosofía antiintelectualista, fue derrotado”, «olvidando» -como es su costumbre- que el reconocido premio Nobel en Física 1932 W. Heisenberg fue un entusiasta colaborador del régimen hitleriano, al igual que algunos otros científicos germanos de renombre como W. Gerlach , O. Hahn, P. Harteck, C. F. von Weizsäcker, K. Wirtz, H. Korschning, E. Bagge, y K. Diebner (muchos de ellos ligados al triunfo de la mecánica cuántica). Practicar una disciplina no garantiza nada desde la ideología o la política, muy que le pese al señor Bunge y sus prejuicios.
Obviamente que no recurrirá a la historia, o a la contextualidad, porque para él eso es oscurantismo. No duda en catalogar de oscurantismo lo que no entiende, o lo que no quiere entender, y lo que en muchos casos destruye (con experiencia incluida) sus afirmaciones quasi-dogmáticas.
“Momentito, el fútbol es un deporte, no pertenece a la cultura en el sentido estricto de la palabra”. Es claro que los saberes producidos en su mayoría en ese basural llamado París –para Bunge- vienen a contrariar sus concepciones. Es, según las evidencias con que contamos a la fecha, uno de los lugares donde más se han dedicado a la arqueología del saber, y por ello a la etimología. Entonces ¿cuál es el sentido estricto de la palabra ‘cultura’?. No podemos ignorar que la palabra ‘cultura’, cuyo origen se inscribe en épocas de la pretérita Grecia, proviene de la palabra ‘cultivo’. Aquellos científicos (en general los antropólogos) que más han indagado sobre estos orígenes han encontrado que los griegos tenían una idea de cultura ligada al cultivo de las capacidades específicas del individuo en su totalidad (por ello estudiaban música, geometría, participaban de las Olimpiadas, formaban parte el ejército, etc.). cabe entonces que nos preguntemos ¿cuál es el sentido estricto de la palabra al que se refiere Bunge?
Por otro lado, desconoce la interrelación de un deporte con la industria del espectáculo, y no podemos separar tan categóricamente como él para quien el rock es una fase de la cultura comercial y el fútbol sólo y tan sólo un deporte (y ya no por nuestra incapacidad, la que tampoco es desdeñable por cierto). Esta aseveración sobre ‘fútbol’ es una visión tan idílica como ingenua como la que puede tener cualquier pibe de barrio jugando en un potrero, sin ser sometida al más mínimo sentido crítico. Lo que es imperdonable en Bunge es su capacidad de ignorar vastos campos del saber que dan cuenta de lo que significa el deporte como cultura de masas, y como expresión comercial.
No podemos dejar de decir que su “momentito...” es marca registrada de la intolerancia, es ese instante en el que el individuo dice “acá hablo yo, y no hay palabra más autorizada que la mía. El resto cállese y escuche”.
Su amor por la filosofía anglo-sajona no debe ser desligada de su amor por la «verdad» anglo-sajona. Por lo que no puede asombrarnos que este lego en lo que se refiere a entender (entender científicamente y filosóficamente) qué es la cultura, venga con el recitado de que “en todo caso,
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