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PERICO TREPA POR CHILE


Enviado por   •  21 de Octubre de 2011  •  3.781 Palabras (16 Páginas)  •  2.452 Visitas

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PERICO TREPA POR CHILE

MARCELA PAZ – ALICIA MOREL

EL FUEGUINO:

-¡ Perico, vuelve a contar!

-Pero si conté bien, señorita.

-Contaste sólo hasta treinta... la profesora parecía a punto de enojarse.

-Escucha, Perico, ya es hora de que pongas atención. Sabes leer y escribir, pero cuentas sólo hasta treinta.

¿ Qué te pasa?. Toda la clase sabe contar hasta mil.

-¿Tienes alguna preocupación? ¿ Hay problemas en tu casa?

Por fin se decidió a contestar.

-Sí señorita, hay problemas...- dijo.

-Bien perico, hablaremos después- y continuó la clase.

Perico tenía ocho años y le gustaba mucho ir a la escuela. Su vida era muy sola en el rancho de su padre, Tan lejos de todo que, para ir a la escuela tenían que hacerlo en el caballo de su padre.

Vivían en tierra del fuego, la zona más austral de Chile, donde los días son tan cortos en invierno que apenas hay cinco horas de luz.

En sus pequeñas tierras de los suaves, el padre de Perico criaba ovejas finas, que él mismo pastoreaba.

-Si mi padre me pone de pastor, tendré que estar toda mi vida contando ovejas, como él pensaba perico mirando el largo mapa de Chile que colgaba en un muro de la sala.

-Algún día treparé por mi tierra igual que una araña. Recorreré hasta el último rincón.

Pero esa misma noche, durante la comida, le dijo su padre.

-Perico, desde mañana cuidarás mis ovejas.- Pero papá, Ud. tiene cincuenta ovejas. Yo sólo sé contar hasta treinta...

Contarás las treinta y luego veinte más. Así sabrás que están ahí mis cincuenta borregas.

A perico se le alargó la cara. Ya no volvería a la escuela, no vería las fiestas de fin de año, se aburriría atrozmente cuidando y contando ovejas.

-Al menos podré ir a despedirme de los amigos y de mi maestra...

-Irás solo a eso. Luego vuelves al monte donde estaré esperándote...

Desde ese momento la escuela se convirtió en lo más maravilloso y alegre de su vida. Soñó toda la noche con sus compañeros. Se despertó y partió corriendo a ensillar su caballo y se fue al colegio.

No quiso decirle a sus compañeros que no volvería. Trataba de no pensar que al salir a recreo se iría para siempre de ese mundo y sería un pastor.

Salió con todos al recreo, y de pronto se acercó a su profesora y le dijo que “no volveré. Desde ahora cuidare las ovejas de mi padre” . Y sin esperar respuesta salió corriendo a buscar su caballo y se fue a todo galope.

Esa noche, cuando perico se metió en la cama junto a su hermano chico, su padre le dijo:

-Mañana tendrás que levantarte más temprano. Llevarás tu almuerzo en el morral con lo que te ha preparado tu madre.

-Ella no es mi madre murmuró bajo la ropa .- Mi madre está en el cielo y, luego se durmió.

¡FALTA UNA!

Le pareció que recién se había dormido cuando su padre lo despertó remeciéndolo.

La cocinilla estaba encendida y el cuarto olía a café, sobre las brasas la leche subía en la olla. El desayuno tenía un sabor especial, así compartido entre él y su padre.

Te pondrás mi poncho viejo. El frío pica mucho a esta hora- le dijo el papá.

Mientras esté oscuro, no te preocupes. Las ovejas estarán juntas y no se moverán comiendo el pasto con roció.

Trotando junto a su padre, sintió perico que se calentaba, a pesar del aire helado.

Por fin se detuve el rebaño; el padre de perico se despidió repitiendo sus recomendaciones, y volvió a casa.

Perico se dejó caer sobre los cojines de pasto para dormir otro poco.

Cuando despertó se dio cuenta que no había ni una oveja a la vista.

-¡ Si al menos tuviera un perro ovejero!. De pronto le dio calor y se sacó la manta, dejándola caer. Fue entonces cuando divisó muy lejos un grupito del rebaño y más allá otras pocas ovejas. Impaciente comenzó a contarlas.

En un grupo contó diecisiete, treinta en el otro y dos que pastaban. Pero se dio cuenta que le faltaba una.

Corrió a reunirlas, arreándolas con gritos hacia el sitio donde dejó su manta, ahí estaba su morral. Quiso abrir el morral porque tenía hambre, pero se aguantó porque primero tenía que encontrar a la oveja perdida.

Buscó en las quebradas y entre los arbustos ¡Pero nada!

Allá camino del rancho le pareció ver algo.

Se deslizó por la loma y a medida que se acercaba, el bulto se parecía más a una oveja.

Por fin estuvo cerca y, ya seguro, la atrapó pero, se dio cuenta que estaba preñada por lo que la ayudó a parir y luego de un rato se llevó a la oveja bebe en los brazos. Cuando llegó al rancho la dejo en un rincón en el corral junto a su madre y entro a la casa.

Comieron sin su padre y cuando terminó de lavar los platos se metió en la cama . Estuvo un buen rato desvelado pensando si le diría o no a su padre su secreto.

Al otro día salió como siempre junto a su rebaño de ovejas y con la oveja bebe y, ocurrió algo inesperado. Cuando un gran perro, atacó el rebaño perico tuvo que matarlo para defenderlas. Al caer la tarde volvió a su casa advirtió un enorme camión corralero, casi tan grande como el rancho.

Su padre estaba con dos hombres sentados alrededor de la mesa. Uno de ellos era el hombre al cuál su padre le había vendido las ovejas.

Su padre lo presentó a los hombres, diciéndoles:- Él es mi socio que cuida mi ganado y agregó dirigiéndose a el: Perico, el señor Smith prefirió venir en su camión a buscar a las ovejas y se las llevará esta misma noche.

A sí a perico se le ocurrió la idea de meterse en el camión con su oveja bebe y con las demás.

Una vez que partió el camión perico respiro. Su padre casi lo pilló pero ahora jamás lograría alcanzarlo. Por lo demás no se iba para siempre, volvería cuando la oveja creciera y comiera sola y esto sería pronto.

RUMBO DESCONOCIDO.

Perico se acomodó en un rincón cerca de la baranda. Iba calientito entre sus gruesas lanas y se durmió sin problemas. Cuando el camión se detuvo, abrió los ojos y era pleno día. Los hombres bajaron a almorzar, había algunas casas y calles. Perico asomó su cabeza revuelta y el viento le refrescó la cara.

El día fue muy largo esperando en el camión, largo de luz también. Perico mirando al cielo, comía su merienda.

De pronto aparecieron los hombres. Tenían sus gorros muy metidos y abrazaban sus ponchos, estamos listos- dijo Smith. Treparon al camión y partieron, acelerando por las calles del puerto bruscamente frenaron. ¿Dónde

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