Pablo Neruda de “Desastres”
Enviado por saedasetfsdg • 15 de Marzo de 2015 • 1.843 Palabras (8 Páginas) • 543 Visitas
SI EL BOTADERO DE K´ARA K´ARA NO ES UN DESASTRE AMBIENTAL ¿SERÁ UNA OBRA ESTRELLA DE LA ALCALDIA MUNICIPAL?
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Por bolivia - Enviado el Julio 13th, 2009
Tagged: Bolivia Ciudadano
Por: Jorge Costas Arze
jorge_costasa @ yahoo.com
Cuando llegue a Curacutín
Estaba lloviendo ceniza
Por voluntad de los volcanes
Me tuve que mudar a Talca
Donde habían crecido tanto
Los ríos tranquilos de Maule
Que me dormí en una embarcación
Y me fui a Valparaíso
En Valparaíso caían
Alrededor de mil las casas
Y desayune en los escombros
De mi perdida biblioteca
Entre un Baudelaire sobrevivo
Y un Cervantes desmantelado
Pablo Neruda
de “Desastres”
del Corazón Amarillo
La solución a la alta vulnerabilidad que presentan la mayoría de los habitantes de este planeta debe implicar reformas radicales del sistema económico mundial, cambios en las actitudes desaprensivas de los políticos que deben pensar más en la gente como verdaderos soberanos, a quienes deben servir y no como meros esclavos modernos, entendiendo que los habitantes deben ser protegidos frente a riesgos de muerte o lesiones inminentes producto de la insensatez en la sobrexplotación de los recursos naturales o de la contaminación del ambiente, alterando negativamente el hábitat y el clima global y local, lo cual afecta la calidad de vida de la población.
Como en casi todas las actividades, la mitigación de un desastre tiene implicaciones de mayor alcance y contundencia que los actos humanitarios posteriores; el mayor potencial para prevenir los desastres se encuentra en la capacidad que tenemos como vecinos, estudiantes, maestros, obreros, ingenieros... en asumir nuestra responsabilidad hacia el medio ambiente (que es de protección y preservación), solo así podremos sobrevivir (si en verdad lo deseamos) a la dinámica planetaria de consumismo y sobreexplotación. Es necesario insistir en la clarificación de que algunos desastres naturales y todos los desastres ambientales se relacionan con el accionar del hombre.
Las primeras crónicas de desastres datan del siglo XVI y desde ese momento, la forma en que la población y las autoridades han actuado frente a las emergencias ha entrañado una combinación de improvisada generosidad con abusos oportunistas. Ocurría un desastre importante y sus efectos se iban olvidando con el paso de los años, hasta que nuevamente la naturaleza mostraba “su cara tenebrosa” y la gente se veía obligada a sumergirse en la acción, como si las actividades meramente físicas de desenterrar de entre los escombros a muertos y heridos, o ayudar a los vecinos a reconstruir y plantar de nuevo los campos, fueran las únicas soluciones frente a las desgracias.
En todos los tiempos y culturas el ser humano generalmente ha tenido una actitud pasiva frente a las dinámicas del medio ambiente, y esto puede sonar contradictorio en cuanto que los seres humanos son responsables, en cierta medida, de estas dinámicas. Aún está profundamente arraigado el considerar las manifestaciones violentas de la naturaleza como designios de Dios o asuntos ineludibles de la naturaleza misma; es común que ello se exprese en actitudes fatalistas, de resignación y postración, o simplemente de rechazo frente a un tema en el cual el bienestar o incluso la vida están comprometidos en un futuro incierto, sin asumir que muchos factores involucran nuestro accionar.
Planificar con el factor riesgo es, fundamentalmente (y el término mismo lo implica), un proceso de toma de decisiones frente a la incertidumbre. Cada vez más se espera de la ingeniería un estrecho compromiso entre la búsqueda de mejorar la calidad de vida y la preservación del entorno, sin que el desarrollo implique hacer que el entorno se vuelva hostil para nuestra vida. Lo que conduce a la necesidad de entender la complejidad del problema del manejo de riesgos, tratando sus diversas facetas: culturales, históricas, antropológicas, científico-naturales, técnicas, económicas, entre otras. Gran parte del riesgo asociado a los fenómenos naturales puede atribuirse a problemas de percepción, así como el riesgo de los fenómenos de evolución rápida por ejemplo k´ara k´ara, problemas que se convierten en bombas de tiempo.
Esta información, o la más reciente sobre los centenares de eventos desastrosos desde los que afectan a individuos, comunidades, ciudades o países, que en muchos casos producen víctimas (personas que viven de forma infrahumana en el perímetro de un kilometro del botadero), sería motivo suficiente para que las autoridades (Alcaldía y Prefectura) pensarán más en la responsabilidad que tienen con los necesitados que sobreviven en la zona, que además son parte de una “Sociedad Burguesa Subjetiva” que no termina de entender que los “otros” son pate de esta sociedad dinámica y actuante, y que busca se respete su derecho a un ambiente sano y saludable.
Ahora hagámonos algunas preguntas:
¿Qué es un desastre?
Es una situación de daño grave o alteración de las condiciones normales, de vida en un territorio determinado ocasionado por fenómenos naturales, tecnológicos o por la acción del hombre y que puede causar pérdidas de vidas humanas, materiales, económicos o daño ambiental; y que requiere de atención especial por parte de los organismos del Estado y de otras entidades de carácter humanitario o de servicio social, sean estas públicas o privadas. (Ley 2140 – Para la reducción de riesgos y atención de desastres. Art. 4 - inc. d)
¿Cuál es la escala espacio-temporal de los desastres?
Los desastres ocurren en una gama amplia de escenarios del territorio y en períodos de tiempo variables. Por ejemplo: un pequeño deslizamiento que afecta a una familia y que puede ocurrir en cosa de pocos minutos; contaminación que afecta a una gran región, causando muchos daños en la salud, esto no se percibe por más de un minuto, al contrario son más
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