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Prejuicios Y Preguntas Entorno A La Cultura Popular


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2013  •  2.341 Palabras (10 Páginas)  •  4.382 Visitas

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PREJUICIOS Y PREGUNTAS EN TORNO A LA CULTURA POPULAR

JAS REUTER

“Cultura es...”; y sociólogos, antropólogos, filósofos, diccionaristas nos dicen lo que es. Resultado: docenas de definiciones, muchas de ellas excluyentes entre sí.

El único punto de coincidencia entre ellas es que la cultura es algo creado por el hombre, frente a la naturaleza. Por “objetivo” y “científico” que cualquiera pretenda ser al hablar de cultura, siempre su pensamiento y la consiguiente definición, o aun mera explicación, derivará de una compleja gama de condicionamientos sociales, psicológicos, científicos, filosóficos, religiosos, éticos, estéticos; en una palabra, culturales. No hay ser humano –excepción hecha de algún Robinson, y aun esta excepción es relativa- que no esté inmerso en la cultura, o sea en sus propias creaciones como género, y no es posible definir aquello cuyo fin, o sea cuyo límite, no logramos ver ni desde dentro ni desde fuera. Cualquier definición no pasa de ser una muletilla, un intento de explicarnos lo que queremos conocer. Véase, para el caso, conceptos extremos como los de “universo” o “dios”.

Si aceptamos como punto de partida que “cultura” es un conjunto de creaciones humanas, veremos que no hay grupo humano, desde la familia hasta la más compleja nación pluriétnica, que carezca de ellas. Esto, de tan obvio, parece trivial. Pero sobre esta base hay algunos hechos que no son triviales. Por ejemplo: en toda sociedad –entendida en el sentido más amplio de grupo- se establecen valores respecto de la propia cultura y respecto de la propia cultura y respecto de la cultura de otras sociedades, ya sea que se considere que la propia cultura es superior, igual o inferior a la de otro grupo humano, e internamente también se otorga mayor valor a la cultura de un sector del propio grupo que a la de otro sector. No hay sociedad que no jerarquice las creaciones humanas, conozca o no el concepto de “cultura”.

La destrucción o el sometimiento de una cultura para imponer otra, o de una sección de la cultura para imponer otra sección deriva de esa jerarquización axiológica.

Tales realidades (realidades culturales, ciertamente) provocan a su vez que sólo algunos aspectos de ese acervo de creaciones humanas que en el sentido más lato conforman la cultura pasen de considerarse como los más valiosos, a considerarse como los únicos verdaderamente culturales, lo cual lleva a otras definiciones que, de acuerdo con el título de este ensayo, llamamos “prejuicios”. Así, está el prejuicio de pensar que sólo es cultura lo que un grupo –generalmente el que domina dentro de su sociedad- acepta como tal. Ejemplo: cultura es ponerse corbata o asistir a una representación teatral, ausencia de cultura es usar sólo taparrabos y participar en una grotesca danza alrededor de una fogata.

Otro prejuicio consiste en afirmar que de entre las creaciones humanas sólo algunas son suficientemente “valiosas” como para ser incluidas en lo que es cultura: en las sociedades occidentales está muy arraigado el prejuicio de que lo “mejor”, lo “más valioso”, lo que verdaderamente es “cultura”, son las creaciones que llamamos “arte” –bien entendido, el arte creado de acuerdo con determinados cánones establecidos por el propio sector dominante de esas sociedades, a saber, la élite político-económico-intelectual. En tal sentido, cultura es el conjunto de obras arquitectónicas, escultóricas, pictóricas, literarias y musicales creadas por ese sector dominante de las sociedades de Occidente; en Oriente, por cierto, sucede lo mismo.

A veces la identificación de la cultura con las bellas artes se admite como demasiado estrecha, y se habla entonces de “cultura espiritual” –creaciones humanas que, además de las bellas artes, abarcan ciencias, filosofías y religiones, y hasta comportamientos sociales derivados de ellas; frente a esta cultura se habla, un poco despectivamente, de la “cultura material”, o sea de los objetos tangibles usados cotidianamente.

En las sociedades con división del trabajo bien marcada –o sea, hoy en día, prácticamente casi todas las sociedades- se establece una jerarquización del trabajo y de los grupos dedicados a los diferentes quehaceres; cada gremio va desarrollando su propia cultura, su propio juego de modos de comunicarse e interrelacionarse, con sus propios valores.

De aquí a las “culturas de clase” no hay más que un paso en las sociedades modernas con capital, mano de obra y –lo que muchos suelen olvidar- aparato burocrático-administrativo. Dentro de esas sociedades complejas, los grupos étnicos por un lado, y las organizaciones religiosas por el otro (a menudo combinándose) desarrollan a su vez sus propias culturas con creaciones tanto espirituales (mitos, dogma, verdades, cantos, gestos de urbanidad) como materiales (atuendos, implementos de trabajo, objetos rituales). Y siempre que lo hacen, van formando un mundo de símbolos que los identifican como miembros de la “cultura mazahua”, “cultura rural”, “cultura mexicana”, “cultura católica”, “cultura occidental” y, omnicomprensivamente, “cultura” a secas.

Y ahora nos preguntamos: ¿quién es culto? ¿El mazahua que conoce su mitología y su historia, su lengua y su medio natural, que practica las costumbres mazahuas en las relaciones sociales en su vestido y alimento? ¡Ah, pero desconoce la gramática castellana y no sabe usar el tractor! ¿El campesino mestizo que ha cursado tres o cuatro años de primaria y que sabe leer tiras pseudocómicas, usa pantalón de mezclilla y posee un radio de transistores? ¡Ah, pero no sabe resolver ecuaciones ni ha leído la última obra de Fuentes ni baila el ritmo de moda!.

¿El mexicano urbano que además del español masculla el inglés, se viste –según la ocasión- de traje claro y oscuro, hace chistes sobre sus gobernantes y va los domingos a misa o al fútbol? ¡Ah, pero no sabe cuándo se debe sembrar o cosechar el maíz, ni sabe distinguir una chacona de una gaviota! ¿Es culto el católico que conoce los Evangelios y que se casa "por la iglesia”?, ¿Es culto el investigador académico –el historiador, el químico, el filósofo-¿O si ser “culto” es saber de las artes, ¿es culto el pintor, el compositor o el poeta?

Del mismo modo podemos preguntar si “cultura” es igual a conocimiento, o si lo es el conocimiento que sirve para actuar dentro de la sociedad a la que se pertenece; ¿es más o menos culto el teólogo que el político, el físico teórico que el banquero? ¿O debe entenderse cultura como una abstracción, como un complejo de datos no hallables en ningún individuo específico?

Cualquier respuesta será siempre parcial, subjetiva, condicionada por el grupo al que se pertenece y por el momento

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