RESUMEN POR FECHAS DE ABRIL ROJO, SANTIAGO RONCAGLIOLO
Enviado por Astridornella • 2 de Junio de 2013 • 9.205 Palabras (37 Páginas) • 10.904 Visitas
Autor: Santiago Roncagliolo Cap. I
Obra: Abril Rojo Nº de pág. 14-22
Miércoles 8 del 2000, por su domicilio en la localidad de Quinua, Justino Mayta Carazo de 31 años de edad encontró un cadáver.
Según ha manifestado ante las autoridades, el declarante llevaba 3 días en el carnaval del referido asentamiento, donde había participado en el baile del pueblo. Esa versión no ha podido ser ratificada por ninguno de los 1576 vecinos del pueblo. Fue víctima de un repentino ataque de agotamiento y decidió volver a su domicilio a gozar de un merecido reposo. Antes de llegar a su puerta, antes de retomar los 15 metros faltantes hasta su puerta, el susodicho entro al domicilio de su vecino Nemesio Limanta Huamán de 41 años para descansar, al ingresar no noto nada sospechoso ni encontró a nadie y se dirigió atreves del patio directamente al pajar, donde se recostó 6 horas. Una hora después, a la 1pm el declarante manifiesta haber tocado un cuerpo áspero y rígido oculto a medias entre la paja. Aproximadamente a la 1:10 pm, procedió a retirar las pajas que lo cubrían
Encontrando una superficie irregular perforada por diversos agujeros constituía una boca llena de dientes negros, y confundida con la piel y cenizas de un cuerpo deformado por el fuego. Aproximadamente a la 1:15 pm los gritos de terror de Justino Mayta Carazo despertaron a los otros 1575 vecinos de la localidad. Así consiste el acta del Fiscal Distrital Félix Chacaltana Saldivar.
El fiscal Chacaltana antes de ir a la comisaria, escribió una vez más como todas las mañanas su solicitud de envió de material. Luego fue al hospital militar y busco el pabellón de la morgue. Pregunto por el doctor Faustino Posadas, le dijeron
que no se encontraba. Así que tuvo que esperarlo hasta que el doctor lo llamo por su nombre y se presentó. El doctor Faustino P. médico legista lo llevo por un pasadizo lleno de dolores. Abrió la puerta y entraron a la oficina.
En la oficina había una mesa cubierta con una sábana, y bajo de esta un bulto. Chacaltana rogo al cielo que fuese solo una mesa, y a su vez no podía dejar de quitar la mirada de la sabana. El medico lo noto y le pregunto si lo había visto, le dijo que debería verlo y se acercó a la mesa, quito el velo. El cuerpo carbonizado no olía a muerto, olía como lámparas de kerosene. Chacaltana sintió una arcada pero trato de disimular un acto tan poco profesional. El doctor le pregunto si el llevaría la información. Chacaltana decía que le faltaba efectuar las verificaciones del caso, aun podría tratarse de un accidente explico.
Posadas abandono el escritorio y comenzó a exponer mientras señalaba varias partes del cuerpo: primero lo rociaron con kerosene y lo incendieron. Había restos de combustible por todo el cuerpo. Pero no les basto con eso, lo quemaron más.
El medico concluyo diciendo que nunca había visto a nadie tan carbonizado. Por ultimo le dijo que había algo más que debía saber: era difícil notarlo a primera vista en ese estado, pero a ese hombre le faltaba un brazo, no era manco. Al menos no hasta el martes ya que había residuos de sangre alrededor del hombro. El fiscal rompió el silencio diciendo: que suponía que todo eso estaba registrado en el informe. El doctor le dijo que estaba todo incluso lo de la frente. Después de quemarlo, el asesino le marco una cruz en la frente con un cuchillo muy grande.
La casa de Chacaltana era vieja pero bien conservada, entro y se acercó a la cómoda donde su madre guardaba sus vestidos y sus joyas de fantasía. Le conto lo que hizo en el día y después le dijo que tenía que irse, solo necesitaba estar ahí un rato. Se persigno y abrió la puerta para volver a la oficina. Echo un último vistazo al interior, le dolió constatar una vez más, como todos los días desde hacía un año, que en esa habitación no había nadie. La habitación de su madre lo relajaba.
Al llegar a su escritorio, encontró un sobre con una invitación al desfile institucional del domingo, luego escribió una solicitud de información para el Ministerio de Energía y Minas preguntando que fuente podía haber producido suficientemente calor para quemar el cuerpo.
Al fiscal le gustaban los desfiles. Ese día debía de hablar con el capitán Pacheco, que aún no había respondido a sus requerimientos.
Chacaltana descubrió al capitán Pacheco, que departía con un funcionario de corbata celeste y un militar uniformado cerca del pabellón nacional del salón El fiscal se acercó al grupo de Pacheco y saludo con cortesía marcial. Nadie lo presento ni dejo de hablar. El fiscal subió un poco la voz; Pacheco le respondió diciendo que le enviaría el informe. Chacaltana le dijo que le interesaría saber si se ha reportado alguna persona desaparecida en Quinua, necesitaba esa información a la brevedad para completar su informe de la persona asesinada. El comandante le dijo que ese era un lio de faldas y que sucedían todos los carnavales que un hombre muera por celos. Chacaltana se disculpó y dijo que su razonamiento carecía de sustento jurídico.
Autor: Santiago Roncagliolo Cap. II
Obra: Abril Rojo Nº de pág. 45-54
El comandante le pregunto que sugería, a lo que Chacaltana respondía que no descartaría un ataque senderista. A lo que el comandante le dijo que lo comprendía al no conocer a los cholos. Le recordó la fiesta de la fertilidad en el que todos se agarraban a golpes porque piensan que con su sangre irrigaría la tierra. El Turupukllay, el fiscal pensó en esa fiesta en el que el cóndor inca es atado por las garras a la espalda de un toro español, y la matanza de Uchuraccay en la que asesinaron a periodistas y ocultaron sus cuerpos.
Durante el resto de la mañana en la oficina, resonaron en su cabeza las palabras que el comandante le había dicho el día anterior que era lio de faldas. Salió de la fiscalía y se dirigió al restaurante. La misma chica de la vez anterior atendía tras el mostrador, ya tenía una mesa. Ese día tenían cuy chactao y el fiscal acepto. Cuando le trajo el plato, le pregunto que le gustaría que le hagan al morir pregunto la chica.
Quien a su vez menciono que le gustaría que la cremen. Así su familia la podría tener en casa cuando quieran verla. A lo que el fiscal le pregunto que donde haría eso, la chica le respondió: en la iglesia del Corazón de Cristo. El fiscal se levantó y le dijo que tenía que irse, tenía tiempo de pasar por esa iglesia antes que acabara la hora del almuerzo, se disculpó y le pregunto su nombre, a lo que respondió que se llamaba Edith y le prometió mañana almorzar de verdad. Edith había colaborado con la justicia sin saberlo.
En la iglesia había velas rojas frente cada imagen santa. El fiscal le explico el caso al sacerdote. Lo llevo a la oficina parroquial y le
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