Ready Player One, Una mirada contemporanea
Enviado por Yeisson Augusto Tobon Giraldo • 27 de Mayo de 2022 • Ensayo • 1.850 Palabras (8 Páginas) • 86 Visitas
Ready Player One / Egobody
Aunque Redeker nos presente quizás un panorama pesimista sobre la percepción contemporánea del cuerpo; la mente y el cuerpo ahora están separados, pero claro está que es el cuerpo el refugio de la mente cuando este abandona el estadío social, el cuerpo en aislamiento autoimpuesto se transforma en una crisálida en el que el cerebro madura como una oruga.
Pasé gran parte de mi infancia paseándome por una simulación de la realidad virtual de Barrio Sésamo, cantando canciones con muñecos muy cariñosos y participando en juegos interactivos que me enseñaban a caminar, hablar, sumar, restar, leer, escribir y compartir.
En esa gestación y contemplando el casi infinito de posibilidades que ofrece el metaverso y la realidad virtual, la mente tiene un camino libre para buscar sus propias verdades, ya no requiere ser atada o condicionada para efectos culturales, religiosos y sociales; ya no se hace necesario el engaño de las mentes inocentes porque poseen la llave a un mar de conocimiento disponible ante la retina de sus ojos.
Existen pruebas en todas partes, enterradas bajo piedras. ¿A ti te han contado eso de que a todos nos creó un tipo superpoderoso llamado Dios que vive en el cielo? Mentira. Cuanto se dice de Dios es, en realidad, una patraña antigua que la gente lleva contandose miles de años. Nos la hemos inventado de cabo a rabo. Como lo de Santa Claus y el Conejito de Pascua.
Muchas preguntas, encuentran respuestas en un mundo donde la información no vaga a la deriva o no hay juegos de poder que la dominen, las esferas de poder vagan en el mundo virtual también amenazando con adquirirlo todo, pero no todo sucumbe ante el capitalismo salvaje que ha consumido el planeta pero que se aferra al ciberespacio para seguir existiendo.
El cerebro deja de funcionar y dejas de hacer preguntas molestas. ¿Y esas historias que has oído por ahí? ¿Eso de que vas a un lugar maravilloso llamado “cielo” donde no hay más dolor ni muerte y vives eternamente en estado de perpetua felicidad? También mentira.
El cuerpo es algo mas que fisico y se proyecta en otro espacio, como las famosas proyecciones astrales donde la mente abandona el cuerpo físico y se traslada a otros planos, en el que parece que no existiera el dolor, la desgracia y la desdicha, pero esa proyección del cuerpo requiere un reconocimiento de otros ciberocupas, Halliday le ha otorgado a muchos vivir una eternidad momentánea y ha creado en muchos la posibilidad de convencerse a sí mismo de su heroísmo.
Se sabía que había famosos que pagaban fortunas por comprar el nombre de avatar que querían ponerse cuando algún ciberokupa lo había reservado antes que ellos.
Casi sin ayuda de nadie había creado una realidad totalmente nueva, que proporcionaba una vía de escape a la práctica totalidad de la humanidad. Y, por si fuera poco, había
convertido sus últimas voluntades y su testamento en la mejor competición de todos los tiempos.
Redecker nos presentaba el cuerpo como un santo grial, la búsqueda del cuerpo perfecto se acaba en Oasis, el cuerpo físico es abandonado y reemplazado por el cuerpo astral; este puede ser moldeado y construido al antojo, Halliday le ha dado a cada ciberokupa el poder de construir y crear mundos a su imagen y semejanza; ha abolido el inconformismo y ha arrojado los límites de la creatividad casi a bordes infinitos.
Cualquiera podía crear una identidad totalmente nueva de sí mismo, con un control absoluto sobre su propio aspecto y sobre la imagen ante los demás. En Oasis, los gordos podrían ser delgados, los feos, guapos, y los tímidos, extrovertidos. O viceversa. Allí era posible cambiar de nombre, edad, sexo, raza, altura, peso, voz, color de pelo y estructura ósea. Allí era posible, incluso, dejar de ser humano y convertirse en ogro, en elfo, en extraterrestre, en cualquier criatura de la literatura, el cine o la mitología.
El bendito problema es que la mente por más separada que se crea del cuerpo sigue estando atada a la naturaleza humana, parecemos programados biológicamente para cometer los mismos errores, aunque el cuerpo sea venerado es la mente quien determina lo que necesita ese cuerpo, así lo abandonemos, Halliday pudo crear un mundo virtual extraordinario pero no pudo conquistar las barreras biológicas que aprisionan a los seres humanos, esos barrotes llamados necesidades básicas. Quizás el hombre haya muerto como lo ha sentenciado Redecker y ya no nos adentramos en la pregunta de qué es el hombre; lo cierto es que aunque el hombre haya muerto la condición humana sigue latente y se niega a desaparecer o ser reemplaza. Si, esa misma condición humana que sucumbe ante las necesidades más triviales y que ni siquiera son básicas, como el contacto humano, el enamoramiento o el sexo por placer.
Era encantadora. Su conducta excéntrica y su forma de hablar atropellada me recordaban a Jordan, mi personaje favorito de Escuela de genios. Nunca había sentido una afinidad instantánea con nadie como la que sentía en ese momento ni en el mundo real ni en Oasis. Ni siquiera con Hache. Estaba flotando.
Seguramente porque no habría soportado la idea de que la chica de la que, virtualmente, estaba enamorado, fuera un tipo de mediana edad llamado Chuck, medio calvo y con cuatro pelos en la nuca. Personalmente, prefería vivir en la ignorancia sobre ese tema.
Conversaciones larguísimas, apasionadas, sobre todo lo humano y lo divino. Pasar tiempo con ella me embriagaba. Parecíamos tenerlo todo en común. Compartimos los mismos
intereses. Nos movíamos por una misma meta. Ella comprendía todas mis bromas. Me hacía reír. Me hacía pensar y cambiar mi manera de ver el mundo. Yo nunca había establecido una relación tan estrecha y cercana con otro ser humano. Ni siquiera con Hache.
Había oído mil veces las advertencias típicas sobre los peligros de enamorarse de alguien a quien solo se conocía online, pero no hice caso. Decidí que, fuera quien fuese Art3mis, estaba enamorado de ella. Lo sentía en lo más profundo, en lo más sensible, en lo más dulce de mi ser.
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