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Relatoría sobre "mas allá del ver está el mirar"


Enviado por   •  13 de Julio de 2017  •  Reseña  •  1.055 Palabras (5 Páginas)  •  206 Visitas

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Las miradas del alma

Por: Laura Cortez Palacios.

Al principio, leer a Vásquez es un desafío. Despojarse de todo aquello que creemos conocer acerca de la mirada, y ampliar nuestra visión no es una tarea fácil, nótese que utilizo las palabras visión y mirada, hermanos mellizos más no gemelos en el idioma español, cuya diferencia esculpe Fernando en su texto. Cortázar escribió en su obra Rayuela “Me di cuenta enseguida que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos”[1], donde el ver connota observar no solo lo físico, sino la naturaleza interna de la Maga[2]. Así mismo, diversos autores de cuyas obras de tomarán fragmentos en este escrito, concuerdan en algo que parece casi imposible para el ser humano: el ver no se hace solamente con los ojos, por esta razón en el siguiente trabajo se tratarán de esclarecer las dudas acerca de la visión humana utilizando todos los sentidos; y así entender a Cortázar (y a los otros autores), por medio de la guía de Fernando Vásquez.

El rostro es una arquitectura y tal como lo describe Vásquez, es una creación nuestra la cual mostramos al mundo. Así como el fantasma ocultaba su rostro de Christine en la magna obra “El Fantasma de la Opera”, las personas del común construyen una máscara sobre sus caras para ocultar e incluso resaltar lo que realmente son. Cada día que pasa trabajamos en la construcción de nuestro rostro, algo que muchas veces trasciende lo físico y llega a la esencia de la persona, pero el rostro deja entrever la mirada, natural de los ojos, quienes solamente ven lo que está ante ellos. Bien lo dice Fernando Vásquez en su texto, todo depende del ángulo de nuestros ojos y la capacidad de nuestra memoria. Pero el observar es una acción más profunda, es escudriñar nuestro alrededor y darle el significante que queremos que este tenga.

Debido a esto, surgen los “mirones y los miradores”[3], los  antónimos perpetuos que menciona Fernando en su texto. El mirón solo capta con los ojos lo que está a su alrededor, el mirador, por el contrario, observa lo que sucede y capta esas sensaciones con todo su cuerpo. Un ejemplo de esto lo da Miguel de Unamuno en su libro “Niebla” donde Augusto, el protagonista, cumple el papel del mirón que solo puede ver lo inmediato, mientras Miguel, el autor y creador de Augusto, cumple el papel de mirador ya que, aunque “no conoce” en que terminará la historia, tiene una visión panorámica de la situación y actúa como tal. El mirón está sumergido en la historia y solo puede ver lo contiguo mientras que el mirador está observando desde un punto más alto lo que sucede en su mundo imaginario.

A partir de allí, encontramos la mirada que habla, aquella que muestra un mar de sentimientos con apenas utilizar la dicción. Aquí surge la poesía del ver donde una sola mirada puede significar miles de expresiones usando un código insonoro, que habla más que las palabras en sí “Alcanzó a reconocerla en el tumulto a través de las lágrimas del dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miró con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento: Solo Dios sabe cuánto te quise”[4] narra García Márquez en su inmortal novela, donde esa última y fugaz mirada queda en la memoria de los personajes, y con esta se irán a la tumba.

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