Representación Política

REPRESENTACIÓN POLÍTICA

Y SISTEMAS ELECTORALES

Bárbara G. Campos Pérez

I. REPRESENTACIÓN POLÍTICA

Definición del concepto:

Para el desarrollo de este trabajo utilizaremos la definición de representación política que proporciona Maurizio Cotta , quien lo describe como “un sistema de relaciones entre gobernantes y ciudadanos caracterizado por un elevado grado de articulación institucional”.

A partir de esto entenderemos que se trata de un acto mediante el cual un representante actúa en nombre de un representado (elector en democracias) para la satisfacción de sus intereses. El representado puede controlar y exigir que el gobernante cumpla con sus responsabilidades por medio de mecanismo electorales institucionalizados (por ejemplo castigar al partido en las próximas elecciones). Asimismo, representación política consiste en hacer presentes las voces, opiniones, y perspectivas de los ciudadanos en el proceso de elaboración de las políticas públicas.

En definitiva, lo consideraremos como una cesión de poder, como un “actuar en interés de” y como responsabilidad. En este sentido, y para clarificar más esta idea seguiremos el planteamiento de Pitkin, quien reconoce 5 tipos de representación partiendo de la base de su multidimensionalidad:

a) Como autorización: También llamada de cesión de autoridad. A través de las elecciones se autoriza a los representantes a actuar, es decir, se les autoriza para que hagan lo que desean y las acciones del representante valen para el representado.

b) Como responsabilidad: Implica posibilidad de control. Exige que el representante rinda cuentas de sus actos.

c) Como descripción: Transmite la idea de espejo, en el sentido de una reproducción de una determinada realidad. Las ideas, valores, e intereses de los representantes y población son los mismos, por lo que se debe mantener una correspondencia entre ambas partes.

d) Simbólica: El representante simboliza al pueblo, a la nación. Una persona en su rol institucional sirve para expresar de un modo totalmente simbólico, una característica de la realidad política que directamente por sí sola no puede manifestarse con tanta eficacia.

e) Como acción en interés de alguien: Requiere un régimen democrático. Responde a criterios de las obligaciones de representantes y evaluación de sus actividades. Los representantes ejercen su propio juicio y actúan en beneficio de los intereses de sus electores. Por otro lado, existe la noción de representantes como delegados, deben actuar en forma irrestricta a las opiniones y deseos del electorado.

Consideraremos también la propuesta de Przeworski, quien identifica dos formas de representación:

a) Como mandato: Cuando las políticas adoptadas por el Gobierno son correspondientes a las plataformas electorales y se exige el cumplimiento de los programas políticos propuestos en período de campaña. Incluye la idea de cesión de autoridad.

b) Como responsabilidad: Implica control, rendición de cuentas por parte del representante. Considera el uso del voto para sancionar o premiar al gobernante por sus actos.

Bajo estas ideas de Przeworski podemos considerar que representación es un concepto moderno que no tiene porqué significar gobierno representativo. Sin embargo para Hobbes, uno de los teóricos que más ha desarrollado este tema, todo gobierno es representativo en la medida que representa a sus individuos, siendo el gobernante libre de hacer lo que le plazca.

El autor asume que “representación” es un concepto altamente complejo, con significados identificables dependiendo del contexto. No obstante, intenta concretar una definición a partir de su origen etimológico “re-presentación”, es decir, un hacer presente otra vez, reconociendo de esta manera una concepción simbólica del término. Hobbes, reconoce, al igual que Przeworski, las ideas de autorización (conferir autoridad a un actor) y responsabilidad (pedir cuentas al representante por sus acciones).

Siguiendo estos presupuestos podemos entender “representación” como el hacer presente, en algún sentido, un acto de cesión de autoridad que implica una delegación de responsabilidad, siendo necesario establecer previamente qué estamos haciendo presente y en qué contexto.

De la misma forma, podemos abordar la idea de representación como uno de los principales criterios para abordar la valoración de un sistema electoral. En este sentido, la podemos entender de dos formas: En primer lugar como la representación de diversos grupos en un sistema, o por otro, que se trate de una representación justa, es decir, la mayor o menor proporcionalidad de las fuerzas sociales y políticas.

Controversia mandato – independencia:

Maurizio Cotta, en su texto sobre “Parlamentos y representación”, plantea el dilema que si un representante haría o debería hacer lo que sus electores quieren (idea de mandato) o si es libre para actuar pues está preparado para tomar las mejores decisiones (independencia).

A medida que transcurre el texto es inevitable atribuirle razón a ambos argumentos, pues por un lado los teóricos del mandato dan importancia a la atribución de la representación como un espejo, pues su deber es actuar como lo harían sus electores, para así “representarlos” fidedignamente.

Por lo otro, los argumentos de los teóricos de la independencia también toman fuerza cuando plantea que los representantes son expertos en la materia, y que por lo tanto lo más conveniente para los representados es cederles libertad de actuación.

Sin embargo, comparto el pensamiento del autor que frente a esta controversia lo importante es que no exista “ningún conflicto serio y persistente entre ambas posiciones”, pues todo dependerá del significado que le demos al concepto de “representación”. De esta manera, si lo entendemos bajo la concepción hobbesiana de autorización y responsabilidad optaremos por el planteamiento de que “un representante debe actuar de tal modo que, a pesar de ser independiente y sus votantes tener capacidad de acción y juicio, no se plantee ningún conflicto entre ellos”.

Representación en el mundo antiguo: Grecia y Roma:

Tanto griegos como romanos tienen en común su asimilación a la sociedad y una fuerte idea de comunidad sobre el individuo. Sin embargo, parece imposible encontrar rasgos de representación política en las organizaciones estatales de la antigüedad. No hay representación, pues si no hay una idea clara de individuo no puede haber “interés” de éste por ser representado.

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