Reseña "La Feria"

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Reseña “La Feria”

Materia: Taller de Comunicación Oral y Escrita

Alumno (a): Claudia Vanessa Olivares Eguía

Grupo: 2 A

Matrícula: 205982

Maestro (a): Jorge Armando Ramírez Gutiérrez

Monterrey, N.L. a 08 de Abril del 2019.

Entre escombros y el regocijo.

Veo con gran tristeza lo que ha sucedido a mis tierras, desde el último temblor, pareciera que les ha caído una maldición. No hay fruto que llegue a madurar, ¡qué digo!, ni siquiera la semilla ha vuelto a prender. Tampoco han venido ya a pedirme trabajo, y eso, que me he puesto a modo ofreciendo buenos pagos por acomodo. Ya el Padre se ha cansado de venir a bendecir estas tierras para ver si se componen y puedo llegar con la buena cosecha a las vendimias de la feria de Zapotlán, pero ni las lluvias han podido ablandarlas.

De no componerse, me servirá reacomodar la vieja casona al final de las tierras y ofrecer asistencias durante la feria, la gente suele dormir en la plaza principal porque no hay donde quedarse, ahí se les ve durmiendo en el suelo, junto a los comerciantes de comida, que lejos de ser un estorbo, son sus principales comensales y Don Cuco que si bien no le hace, tampoco a él le importa que lo dañe su grotesca manera de comer.

Es una lástima que haya muerto el Licenciado, que aunque un poco tacaño, en estos tiempos me hubiera prestado para que no fuera tan pesado, según dicen, era muy puntual para cobrar los réditos, tal vez tampoco hubiera podido pagarle. Me pregunto, ¿Qué haría con tanto dinero?, nunca conocí a su familia, solamente a su hermano, quien seguro se ha de haber quedado con esa fortuna pues se le ve muy bien desde lo sucedido.

Sería muy supersticioso si pensara que otro terremoto arreglaría el problema de mi falta de cosecha, al menos no sufro tanto como Don Salva, que trabaja con pérdidas y peor aún, enamorado de Chayo, quien no lo ve con ojos de amor y él sin poder ocultar el disgusto en su cara cada que Odilón va en búsqueda de su bella empleada, quien a la fecha es su novia. Yo también estaría lleno de rabia por ello, la gente solo habla de su mal noviazgo, ese tal Odilón, tiene una vela encendida en cada pueblo, pero en fin, cada quien sufre por sus intereses.

Mañana iré a visitar a Don Fidencio, el cerero, para ver que tal la está pasando, aunque a mí pensar, supongo que muy bien, porque con las largas jornadas para remover los escombros de la parroquia, hemos necesitado de más y más velas al oscurecer.

Realmente vivimos en un pueblo magnífico, que aunque las desgracias que nos han pasado por estar sobre tierras inestables nos hacen tambalear, nadie disfruta más de esto que nosotros, nos ayudamos, la pasamos en medio de celebraciones, viene una desgracia detrás de una alegría y así sucesivamente, ningún historiador que nos tenga mala fe, ningún temblor ni un incendio ha acabado con nuestras ganas de salir adelante, nuestra costumbre de contar nuestro día a día como grandes anécdotas.

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