Reseña del libro Regueros de Tinta de Sylvia Saitta
Enviado por Daniel Chedufau • 2 de Julio de 2017 • Reseña • 1.843 Palabras (8 Páginas) • 492 Visitas
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Bibliografía seleccionada para esta Reseña:
Saítta, Sylivia
Regueros de tinta: el diario Crítica en la década de 1920.- Primera edición.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2013. (320 páginas).
RESEÑA DE: “REGUEROS DE TINTA”
Sylvia Saítta recorre la trayectoria del diario crítica en un período de análisis que se abre en 1913 cuando este sale a la calle por primera vez y se cierra en 1932. Este corte responde a lo que la autora denomina una “primera época” del diario, que concluye cuando es clausurado en Junio de 1931 por el gobierno de facto de Uriburu. A partir de su reapertura al año siguiente, su programa político y periodístico ya no es el mismo; se convierte en un diario oficialista con un perfil que lo ubica ya definitivamente como partícipe del poder político. En 1932 el diario que supo fundar una modalidad informativa con características nunca antes representadas, pierde la centralidad que tuvo en la década del 20. Saítta referencia que este viraje y el nuevo rol del diario, escapan al objetivo de su análisis.
El recorrido por la historia del diario Crítica que abarca “Regueros de tinta” se remonta a fines del siglo XIX y principios del siglo XX cuando el periodismo escrito en Argentina comienza a separarse formalmente del poder del Estado. Diarios como La Nación o La Prensa, redefinen su imagen pública despegándose de su relación directa con agrupaciones políticas y dominan el espacio de la mañana. Aparecen también vespertinos como La Razón, La Tarde o Última Hora, que incorporan los rasgos del moderno periodismo norteamericano: la independencia, una pretendida objetividad y la primacía de la noticia sobre la opinión. En este contexto, Crítica irrumpe con su sensacionalismo de títulos llamativos, reclamos sociales, dramas urbanos y estilo provocativo. Se llena a su vez de ilustraciones y caricaturas cumpliendo el rol de sátira política y lineamiento editorial.
Más allá de la independencia proclamada, lo interesante y cierto del caso, es que el diario Crítica ya en la década del 10´ interviene con claros objetivos políticos, en principio relacionados a la construcción de un gran partido conservador que rompiera con los avances del radicalismo y el socialismo en el plano nacional y en ocasión de la primera guerra mundial, haciendo una campaña contundente en favor de los aliados en el plano internacional. Es en este período de la historia que se ponen en juego a partir de la modificación electoral de 1912 dos modelos de democracia, aquel que se refiere a la obra de un grupo reducido de personas y solo ellas integran el pueblo dónde reside el poder electoral o bien ese conjunto es más abundante en términos cuantitativos captando a un cada vez mayor número de participantes (Botana, 1985). En esta oposición entre “pueblo chico” y “pueblo grande”, que asigna a unos pocos la virtud de saber elegir y a la muchedumbre la ignorancia, Crítica se inclina por una democracia más restrictiva, aunque con proclamas de mejoras para los sectores más vulnerables.
Hacia 1914 y 1915 Crítica exige la reforma de la ley electoral de 1912, considerando al voto secreto como una “injuria” a la República, tornando posible la victoria de Socialistas y Radicales. El diario deja entrever según Saítta su indignación por la imposibilidad de los conservadores de controlar el voto de los ciudadanos que se incorporan a la contienda electoral. Ante los comicios de abril de 1916 Crítica se emprende en una campaña furiosamente antiradical con insultos personales a la figura de Yrigoyen y proclamando el peligro que significa para la República su elección. Cuando cuatro meses después asume la presidencia de la Nación, Crítica titula ¡Dios salve a la República!; inaugurando un derrotero de ataques constantes y críticas despiadadas que no iban a tener mayor eco en la población. El diario Crítica parece compartir con los sectores más conservadores, una ferviente crítica al estilo de Yrigoyen. No porque sus medidas de Gobierno no fueran cuestionables (Ver a continuación referencia a sucesos de Santa Cruz), sino porque la virulencia de los ataques no coincide con los resultados y objetivos de dichas políticas.
Este alineamiento político al partido conservador en principio, más allá de su distanciamiento posterior, y sus críticas a sus malos manejos electorales dan cuenta del contexto vivido. En tal sentido, se debe tener en cuenta que la ampliación del sufragio situó a los partidos en el centro de la escena política. La política de masas requería de instituciones eficientes para reclutar al elector y esto falló en el Partido Conservador. (Persello, 2000).
Para 1920, Crítica sobrevive con dificultades asumiendo la crisis de un modelo fallido basado en la intención de ser un diario antiradical que capte a los conservadores y a la vez un vespertino popular y masivo. Al año siguiente, el diario anuncia haber cerrado un ciclo de siete años en los que admite haber excluído a los “anónimos lectores” y haber descuidado la primicia informativa. Es el inicio de un nuevo modelo, que da cuenta de las transformaciones de la década del veinte, de creciente urbanización, alfabetización y masificación de la política (muy relativa, teniendo en cuenta el porcentaje real de la población que accede a los sufragios). Se trata de comprender, que las decisiones políticas ya no pasan únicamente por los integrantes de los partidos o los denominados “políticos” sino también por quienes los votan.
A partir del año 1921 y con mayor fuerza desde la inauguración de su nuevo edificio de la calle Sarmiento en 1923, Crítica resurge con una quinta edición diaria y mejores condiciones económicas. Se da lo que Saítta denomina un “nuevo pacto de lectura” dónde el diario se perfila como “popular” basándose en mejores servicios al lector y defensa de los intereses de los sectores más bajos de la sociedad.
En este sentido, es interesante el relato sobre los hechos que rodean al asesinato del anarquista Kurt Wilkens, quien había atentado contra el teniente Varela. El diario aquí asume su nuevo papel plenamente, al entender los sucesos en términos de lucha de clases en forma explícita y apoyar las manifestaciones obreras en forma directa. Ya se había observado este viraje a fines de 1921 cuando en una columna titulada “La verdad sobre los sucesos de Santa Cruz” se denuncia la represión brutal de 1920 en el sur argentino y los fusilamientos ordenados por el teniente Varela. La épica de los sucesos es recogida por Saítta y se recorre lo que fue la respuesta de Crítica a esa violenta represión que dejó como saldo según La Vanguardia un total de 1500 obreros muertos y 600 encarcelados. (Bonaudo, 2000). Así también puede contextualizarse el accionar de Crítica y su rol como actor de presión y su denuncia ante las injusticias vividas por el público al que en esta nueva etapa se propone reconquistar.
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