Resumen Carta Jefe Indio Seattle
Enviado por • 28 de Noviembre de 2013 • 443 Palabras (2 Páginas) • 1.503 Visitas
El meollo de la respuesta de jefe Seattle, según esta versión, es que hay recursos que no se pueden ni poseer ni comprar ni vender, porque no tienen precio, o si hubiera que expresarla en los términos de la ciencia del hombre blanco, que los recursos naturales no se pueden cuantificar en términos monetarios.
La idea predicada por los neoliberales, dominante hasta ahora en el pensamiento económico, es que los recursos naturales son inagotables porque continuamente la tecnología, gracias al estímulo del libre mercado, descubre nuevos recursos. No importa lo escasos que lleguen a ser; cuanto más escasos, más subirá su precio, más ganará quien descubra recursos alternativos, y antes se desarrollará la tecnología necesaria para ello. Así pasó en su día con el carbón: no empezó a extraerse de las minas hasta que la madera de los bosques no comenzó a escasear, así pasó con el petroleo: no comenzó su extracción a gran escala hasta que el carbón no se encareció lo suficiente, así pasará supuestamente con las fuentes alternativas de energía. Incluso los territorios sin alterar, con su fauna y su flora endémicas, también son una mercancía. Si los habitantes de las ciudades los demandan para su ocio, y se obtiene alguna ganancia del negocio turístico, será rentable que estén protegidos. Conclusión lógica: los recursos naturales deben pertenecer a quienes posean el capital y la tecnología necesaria para explotarlos.
Si sólo se razona en términos monetarios, este argumento es irrefutable, pero puede ser desmontado fácilmente si se razona en términos energéticos. En un mundo limitado los recursos energéticos cada vez más se tienen que extraer de más profundidad, o de yacimientos donde están menos concentrados, o son de peor calidad (porque la mejor fue la que se extrajo primero). Cuando la energía necesaria para extraerlo y refinarlo iguale a la obtenida de ese carbón, de ese petroleo o de ese uranio, podemos cerrar la mina o el pozo, independientemente del precio astronómico que hubiera llegado a alcanzar la tonelada de carbón o de uranio o el barril de petróleo, o de la cantidad que todavía quedara por extraer. Los desarrollistas pueden soñar con que alguna vez se inventarán las centrales nucleares de fusión y generarán energía inagotable, pero eso ya es creer en la ciencia ficción. No es propio de gente sensata.
También la tierra, llegado un punto, puede quedar esquilmada y ya no producir más, independientemente del precio que alcancen las cosechas o de los medios que estemos dispuestos a emplear.
Los recursos que tienen un límite son de todos, y de común acuerdo entre todos se tienen que gestionar. No se pueden explotar de forma sostenible si tienen precio y un dueño concreto.
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