Resumen Del Libro Maneras De Querer
Enviado por almavarela • 17 de Mayo de 2012 • 2.493 Palabras (10 Páginas) • 6.581 Visitas
Maneras de querer
Los afectos docentes en las relaciones pedagógicas
La autora del libro es Ana Abramowski, Magíster en Ciencias Sociales con Orientación en Educación (FLACSO). Profesora y licenciada en Ciencias de la Educación (UNR). Desde el año 2001 es profesora e investigadora del Área Educación de FLACSO. Actualmente se desempeña como coordinadora académica del Diploma Superior (modalidad virtual) "Educación, imágenes y medios" (en colaboración con el área de Comunicación). Su área de especialización es la pedagogía y sus temas actuales de interés e investigación son: los afectos en los vínculos pedagógicos y las pedagogías de la imagen. Actualmente integra la cátedra de "Teoría de la educación" en la Universidad de San Andrés. Es parte del equipo de redacción de la Revista "El Monitor" del Ministerio de Educación de la Nación. Ha publicado artículos y ensayos sobre temáticas educativas en el país y en el extranjero. Es co-autora con Estanislao Antelo del libro El renegar de la escuela (Homo Sapiens, 2000), y autora de Maneras de querer. Los afectos docentes en las relaciones pedagógicas, cuya primera edición fue en Buenos Aires, Editorial Paidós año 2010.
El libro parte de una constatación: la cuestión afectiva está adquiriendo cada vez mayor centralidad a la hora de describir el vínculo entre maestros y alumnos. La autora analiza de manera aguda estas transformaciones recientes de la afectividad en los discursos docentes, y les da una fortaleza y un espesor que permiten volver a mirarlos, ya no desde el lugar común de oponer el “querer a los niños” al no quererlos, sino buscando entender qué se moviliza detrás de esta nueva primacía de la afectividad. Se estructura como sigue: un índice, un prólogo, un apartado de agradecimientos, la introducción, un desarrollo que se divide en cinco capítulos, las conclusiones y por último la bibliografía.
En la introducción se deja en claro que la investigación que da lugar a este libro propone estudiar lo que llamamos afecto magisterial, que se refiere a la especificidad del afecto que los docentes sienten por sus alumnos. Para esto parte de una serie de preguntas; por un lado interrogantes referidos a la especificidad del amor magisterial, como: ¿Los docentes quieren a sus alumnos de una manera particular y específica (hay algo así como un “cariño docente”)? ¿Hay maneras apropiadas/aceptadas/correctas de querer a los alumnos?, etc. También se cuestiona los estereotipos afectivos del “buen maestro”: ¿Por qué y para qué los maestros deberían querer a sus alumnos? ¿El amor es acaso un medio para conseguir algo o es un fin en si mismo?, etc. Estas preguntas son abordadas desde una serie de entrevistas realizadas a maestros que trabajan en escuelas de nivel primario, a la luz de un corpus teórico-conceptual en el que convergen diferentes disciplinas; llegando a la conclusión de que hoy un “buen maestro” debe poseer “competencia emocional”, divisa fundamental para el desempeño actual en el campo educativo, asumiendo el mandato de sentir gusto o placer por la tarea, realizada con una “entrega total”, aquí se discute la vocación.
El desarrollo del libro se organiza de la siguiente manera:
Capítulo 1 que se titula “Afectos, emociones y pasiones”, aquí se expone que las pasiones y las emociones están condicionadas y definidas por aspectos sociales y culturales, conceptuales y valorativos. Los afectos que los individuos sienten no ocurren de manera natural, ni brotan de adentro hacia afuera, ni nacen del corazón y las “entrañas”. No ocurren de manera espontánea y repentina.
La autora toma distancia de esta idea y ubica a las emociones como:
o Localizadas en el individuo.
o “Natural” fenómeno que hay que aprender a “controlar”.
o Experiencia “privada” (no expresar en público).
Esto es teórico (emociones surgidas de una interioridad natural, privada o individual). Debemos tener presente que las emociones, pasiones, afectos, sentimientos, en las relaciones sociales a través de los tiempos, se construyen, se formatean, se regulan, se educan.
En este capitulo se afirma que las pasiones son significaciones culturales. En la tradición occidental, las pasiones se distinguen de la razón. Desde la antigüedad hasta nuestros días fueron cambiando signos: cuando la razón se convierte en rectora de la vida, las pasiones se tornan negativas, tiranas, impuras, se pierde la paciencia y la calma; hace a los seres humanos, esclavos. Para el cristianismo las pasiones están ligadas a la tentación y a lo pecaminoso. Debe intervenir la luz de la razón para moderar, extirpar y controlar las emociones concupiscentes.
En el siglo XVII pero más en el XVIII, las pasiones fueron consideradas desde un punto de vista positivo.
Basada en filósofos del siglo XVIII, la autora ordena las pasiones en calmadas (o frías, tranquilas) y agitadas (o calientes, rebeldes a la razón y a la voluntad).
Entonces, pasiones positivas serán aquellas prudentes y calmadas y las negativas aquellas que nublan nuestros juicios y nos conducen a errores.
En el siglo XVI comenzó a perfilarse la niñez como objeto de amor, cuidado y ternura.
Jean-Jacques Rousseau, padre de la infancia, deja en claro que el niño es niño: “Él no debe ser animal ni hombre, sino niño”. Luego agrega que “la naturaleza ha formado a los niños para ser amados y socorridos”. “Amad a la infancia; favoreced sus juegos, sus placeres, su amable instinto” (Rousseau, 2000/1762: 90, 95, 84).
Capítulo 2 titulado “Afectos pedagógicos apropiados e inapropiados”, aquí se sostiene el argumento central de este trabajo y es que los afectos docentes, en todas sus variantes, no son naturales, espontáneos, instintivos, universales, eternos ni inmutables. Se trata de afectos históricos, cambiantes, construidos, aprendidos. En este capitulo se analiza aquello que los maestros manifiestan que sienten por sus alumnos y por la tarea que desempeñan.
Hablar de afectos apropiados hace comprender que las probabilidades alrededor de nuestros deseos y nuestros placeres no son naturales sino que las prácticas afectivas se entrenan. Esto permanece invisible bajo la apariencia de la buena pedagogía como “natural”. Una vez que una emoción es autorizada social y culturalmente como adecuada, se borrarían las huellas de su historicidad, pasándose a percibir como natural, incuestionable, normal, universal. Lo natural se opone al artificio y se considera una fuerza que excede a la voluntad humana. Los docentes, en el transcurso de su formación y en el ejercicio de su tarea, van aprendiendo a sentir como docentes.
La autora plantea
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