Resumen de Los cuatro acuerdos La domesticación.
Enviado por Santiago Becerra Carrillo • 10 de Septiembre de 2016 • Resumen • 1.701 Palabras (7 Páginas) • 3.765 Visitas
Resumen de Los cuatro acuerdos
La domesticación.
Vivimos en una fantasía creada a través de un sistema creencias inculcadas en la infancia en las que se nos transmite el sueño de la familia, de la comunidad, del país y de toda la humanidad. En esta fantasía están las reglas sociales, las leyes, religiones y culturas.
Se nos adiestra como a una mascota, de una manera tan repetitiva y eficaz que acabamos convirtiéndonos en nuestros propios adiestradores y en el de los demás.
Cada uno se convierte en su mayor maltratador, vivimos en el juicio y en el castigo perpetuo, en un verdadero infierno. Cada error es recordado y castigado repetidamente.
Todo ello es gracias a nuestros acuerdos. Hemos establecido multitud de acuerdos que se han convertido en la base de nuestra identidad, de nuestras creencias. Nos dan seguridad. Aunque no nos gusten llevamos muchos años gastando nuestra energía en mantenerlos y nos da miedo deshacernos de ellas.
Hace falta una gran voluntad para romper con estos acuerdos y adoptar los Cuatro Acuerdos.
El primer acuerdo: Sé impecable con tus palabras.
Las palabras tienen un gran poder. Son mágicas, pero pueden ser magia negra y ser destructivas. Incluso palabras dichas sin mala intención pueden ser dañinas para la persona qe las recibe, qué decir de las palabras expresadas con intención de hacer daño.
Ser impecable con las palabras es no decir nada que pueda hacerme daño, no utilizarlas contra mí mismo. Sin embargo, esto incluye no decir nada que pueda hacer daño a otros, pues ese daño se volverá contra mí por reacción. Es utilizar la energía para decir la verdad y expresar el amor por uno mismo
Cuando eres impecable con tus palabras, te vuelves inmune a las palabras dañinas de los demás. Emplea las palabras para compartir tu amor, para decirte a ti mismo que eres una persona maravillosa y cuánto te amas.
El segundo acuerdo: No te tomes nada personalmente.
Cuando una persona hace o dice algo sobre otra, lo hace desde sus ideas, desde sus creencias, desde su percepción. Es su propio mundo, por tanto si alguien dice algo de mí, no me lo tomaré personalmente por que sé que lo dice por si mismo, no sabe qué hay en mi mundo. Lo que dice tiene que ver con él, no conmigo.
Al no tomármelo personalmente, no me hace daño nada de lo que me digan. No me molesta siquiera por que sé que se trata de su problema y no del mío
Si te enfadas conmigo, estás expresando tu miedo. El problema está en ti, yo sólo soy la excusa que usas para enfadarte en lugar de enfrentarte a tu miedo.
Si no te tomas nada personalmente, no necesitas depositar tu confianza en lo que hagan o digan los demás. Confiarás en ti mismo para tomar decisiones responsables.
Al no tomarte nada personalmente, los comentarios hirientes o los actos dañinos de los demás no te causarán sufrimiento.
El tercer acuerdo: No hagas suposiciones
El problema de hacer suposiciones es que creemos que lo que suponemos es cierto. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan y después los culpamos y reaccionamos con nuestras palabras.
Hacemos una suposición sin comprender la verdad, nos lo tomamos personalmente y acabamos creando un conflicto sin motivo real. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento. Hacer suposiciones nos lleva a muchas disputas, dificultades y malentendidos
La manera de evitar las suposiciones es preguntar y asegurarse de que las cosas queden claras. Si algo no está claro, vence el miedo y pregunta hasta dejarlo lo más claro posible. Sólo cuando tengas la respuesta sabrás la verdad y no necesitarás suponer nada.
El cuarto acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas
Hacer lo máximo que puedas no es hacer muchísimo, no es «echar el resto», por que si te esfuerzas en exceso y haces más de lo que puedes gastas energía que necesitas y acabarás haciendo menos por tu bajo tu rendimiento.
Si haces excesos te agotas y te cuesta más alcanzar tus objetivos. Por supuesto no se trata de hacer lo mínimo para «cubrir el expediente», pues si haces menos de lo que puedes, te condenas a la frustración y entras en el conocido círculo vicioso de los juicios, culpas y reproches.
Haciendo lo máximo que puedes, vives con mucha intensidad, eres más productivo, y serás bueno porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, y en especial a ti mismo.
Es la acción misma la que te hará sentir inmensamente feliz. Actuar porque amas hacerlo, no porque la posible recompensa. Si lo haces por el puro placer de hacerlo sin pensar en el resultado disfrutas de las cosas que haces. Claro que habrá recompensa, pero no estarás apegado al resultado. Incluso puede que consigas más de lo que imaginaste.
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