Resumen: el Fantasma de Canterville
Enviado por LuciaPlazas • 17 de Noviembre de 2015 • Resumen • 3.277 Palabras (14 Páginas) • 2.911 Visitas
El fantasma de Canterville
Resumen
Capítulo 1
La historia comienza cuando el ministro de los Estados Unidos, el míster Hiram B. Otis compra el castillo de Canterville, a pesar de que la gente le aseguraba que la construcción estaba embrujada. Incluso el lord Canterville se lo advirtió. Pero el Sr. Otis alegó que si los fantasmas existiesen, lo hubieran exhibido en museos públicos o en algún espectáculo de feria. Semanas después de que cerraran el trato, la familia del Sr. Otis y él se trasladaron al castillo.
Se mudaron una tarde de Julio en la que llovía y fueron recibidos en la entrada del castillo por la Sra. Umney, quien, a pedido de Lady Canterville, la Sra. Otis le permitió conservar su trabajo como ama de llaves. Dirigió a la familia a la larga sala de lectura y biblioteca, de techo bajo con friso de roble y que poseía una amplia ventana con vidrios de de colores, para tomar el té. De repente, la Sra. Otis vio una mancha roja en el suelo. La Sra. Umney le dijo que era la sangre vertida en 1575 de lady Leonor de Canterville, y que, admiradas por turistas y demás personas, no era posible limpiarla. Fue Washington, el hijo mayor de la familia, que dijo que eso era tonterías y limpió la mancha con el quitamanchas Campeón y el detergente Ideal de Pinkerton.
Apenas terminó de limpiar la mancha, cuando un formidable relámpago iluminó la sala y la Sra. Umney se desmayó. Cuando el Sr. Otis (respondiendo a la pregunta de su esposa) dijo que se lo descontaría de salario para que no se volviera a desmayar, la Sra. Umney se despertó y a pesar de que les advirtió a la familia que iban a pasar cosas malas, el Sr. y la Sra. Otis la tranquilizaron diciendo que no le tenían miedo a los fantasmas y después de insinuarle un aumento de salario, la ama de llaves se fue a su habitación.
Capitulo 2
La tormenta azotó el castillo furiosamente toda la noche. A la mañana siguiente, cuando bajaron a desayunar, la mancha de sangre resurgió. Washington dijo que no podía ser culpa del detergente y que era obra del fantasma. Frotó la mancha otra vez pero a la mañana siguiente reapareció. Al tercer día, reapareció nuevamente a pesar de que el Sr. Otis cerró la sala con llave.
La familia empezó a interesarse y el Sr. Otis pensó que tal vez había sido dogmático al negar la existencia de los espíritus. La Sra. Otis sugirió ingresar a una sociedad psíquica y Washington comenzó a escribir una carta dirigida a los Sres. Myers y Podmore. Todos comenzaron a creer en los espíritus. Un día que la familia había salido a pasear en auto, volvieron y cenaron a las nueve y se fueron a la cama a las once, el Sr.Otis escuchó un ruido extraño, como de hierros, se escuchó desde la galería de su habitación. Se empezó a escuchar también el ruido de pisadas y cuando abrió la puerta, el fantasma apareció ante él. Refiriéndose a sus cadenas chirriantes, le dio lubricante para que engrase las cadenas y volvió a dormir, indignando al fantasma. Sintiéndose ultrajado, intentó asustar a los gemelos, que le tiraron almohadas a su cabeza. Recordó sus más grandes obras y enojada e indignado decidió vengarse.
Capitulo 3
A la mañana siguiente durante el desayuno, la familia discutió sobre el fantasma; el Sr. Otis estaba molesto porque su regalo no había sido aceptado y añadió que si el fantasma no empezaba a usar el lubricante, tendrían que sacarle las cadenas porque si no, no podrían dormir. Pero, a excepción del continuo resurgimiento de la mancha de sangre en la biblioteca, no fueron molestados por una semana. Lo curioso sobre la mancha de sangre, es que siempre cambiaba de color. Incluso hacían apuestas todas las mañanas, excepto por Virginia, que parecía afligida.
Una noche de domingo, todos se despertaron y fueron al vestíbulo, donde se había escuchado un estrépito. Una vieja y pesada armadura había sido arrancada de su pedestal mientras que el fantasma estaba sentado en una butaca. Inmediatamente los gemelos le dispararon dos perdigonadas y el Sr. Otis lo apuntó con un revolver al estilo californiano. El fantasma los envolvió con una neblina y los dejó en total oscuridad. Dio su famosa carcajada y las viejas bóvedas resonaron. Pero la Sra. Otis, que no se asustó como el fantasma esperaba, le dio un remedio del Dr. Dobell y le aseguró que si tenía una indigestión lo curaría. El fantasma se preparó para convertirse en un perro negro, pero cuando los gemelos se acercaron a él, decidió volverse tenuemente fosforescente y desapareció dando un lúgubre gemido. El fantasma, enojado y abatido, se retiró.
Eligió el viernes 17 de agosto para intentar asustar a la familia otra vez. Se vistió con un sombrero de ala levantada de un lado y caída del otro con una pluma roja, un sudario blanco escotado en las muñecas y el cuello y un puñal enmohecido. También, estaba lloviendo ferozmente; como a él le gustaba. Su plan era primero asustar al mayor, Washington, a quién le tenía un especial odio porque era él quien borraba su mancha de sangre. Le susurraría palabras incompresibles desde el pie de la cama y después le clavaría tres veces seguidas el puñal en la garganta al son de una música lenta. Después iría al cuarto de los Mrs. Otis y pondría una mano viscosa en la frente de la esposa mientras le decía a su marido los espeluznantes secretos del osario. Respecto a Virginia, no tenía nada decidido; nunca lo había ofendido y era buena y simpática. Pensaba gemirle desde el armario o en caso de no despertarla, la palparía encima de la colcha. En cuanto a los gemelos, se sentaría en sus pechos para que sintieran opresadas por una pesadilla, se erguiría como un cadáver entre ambas camas para paralizarlos del miedo y después de tirar el sudario, andaría a gatas por la habitación. Una vez todos dormidos y cuando sonó las doce, puso en marcha su plan pero tuvo una gran sorpresa cuando vio otro espectro. Asustado porque nunca había visto otro fantasma, corrió a su cuarto. Después de pensar que ese fantasma lo podía ayudar a asustar a la familia, fue a buscarla al mismo lugar en que lo encontró la noche anterior. Se enojó cuando descubrió que ese fantasma no era un fantasma y que había sido engañado y juró que cuando el gallo tocase dos veces el cuerno de su llamada, correrían ríos de sangre y que el Crimen se pasearía por todas partes. Cantó el primer gallo, y se quedó esperando a que cantase el segundo todo el día pero nunca pasó y se retiró a un cómodo féretro de plomo.
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