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Síntesis De Los Capítulos La Rebelión De Los Colgados


Enviado por   •  9 de Abril de 2014  •  3.194 Palabras (13 Páginas)  •  4.340 Visitas

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I

Cándido Castro era un indio tsotsil que vivía en la colonia agrícola libre de Cuishin (que quiere decir ardiente). El, junto con otros de su pueblo, no habían querido vender sus tierras a los hacendados para conservar su libertad de cultivar su propia tierra.

Un día Marcelina, su esposa, se enferma y tiene que transportarla a Jovel, pueblo cercano a su comunidad, para que la vea el médico. Por el camino su mujer le pide que la deje morir en paz ya que no aguanta los dolores tan intensos en su vientre. Se sale del camino y la reposa en el suelo para esperar la muerte. Al poco rato se encuentra con la caravana de su comunidad que viene de regreso después de vender sus productos en Jovel. Se ofrecen a ayudarlo y con ramas fabrican una camilla y la trasladan al pueblo.

Allí van a la casa del médico quien diagnóstica apendicitis y le dice que la opera por $200 pero Cándido solo lleva $18. El médico le dice que los consiga o que ella morirá. Sin saber que hacer sale del consultorio y sigue al médico que ha salido a dar la vuelta. Se van a la botica y ahí el médico junto con el boticario Don Luis, confirman el costo de la operación. El boticario le recomienda que se vaya al Soconusco a recolectar café. Cándido le responde que allá los finqueros son peores que las fieras, que los tratan peor que a un perro. En eso estaban cuando llega don Gabriel, un enganchador de indios para trabajar en las monterías. Escucha el problema y le propone a Cándido $200 por irse a trabajara a las monterías, más un adelanto de $50 para gastos inmediatos. El está indeciso porque sabe que perderá su libertad por muchos meses mientras paga su deuda. Finalmente se decide a aceptar y regresa con el médico al consultorio. Cuando llegan Marcelina ha muerto en el pórtico del consultorio.

Con los $50 que le adelantaron, Cándido compra el ataúd, velas y aguardiente para los muchachos y se regresan a su pueblo para enterrar a su esposa.

II

Pasan los días y Cándido empieza a gastarse el dinero que le habían adelantado en cosas que le hacían falta: un machete, dos puerquitos, etc. Hasta que un día en Jovel se encuentra con don Gabriel quien le exige que cumpla con su contrato. Cándido le dice que nunca le dio los $200, pero aquel alega que ya le dio un adelanto de $50. Cándido trata de huir pero lo detienen junto con sus hijos y los llevan al palacio municipal donde le dicen que tiene que cumplir o los meterán a la cárcel.

III

El lunes siguiente se pone en marcha la caravana de indios hacia las monterías. En el camino se les unen tres hombres extraños que don Gabriel acepta, a final de cuentas son mano de obra.

A la entrada de Hucutsin estaba Modesta, hermana de Cándido, esperando a que pasara la caravana y se les une. Él le dice a donde van y cómo será la vida para él y sus hijos de aquí en delante. Le pide que se regrese, pero ella le responde que no, que cuando su mamá murió, el se hizo cargo de todos sus hermanos y que ahora le tocaba a ella hacerse cargo de sus hijos. Le dice también que su casa y terreno han quedado al cuidado de sus tíos para que no se pierdan y los encuentre cuando regrese.

IV

Don Severo, don Félix y don Acacio Montellano, eran los dueños de las monterías más importantes de la región.

Don Severo estaba a cargo de La Armonía, que por su extensión se dividía en N, S, E y O. El se encargaba de la región N y las demás estaban a cargo de capataces de confianza.

Don Félix llevaba la administración de la explotación en la oficina central.

Don Acacio, el menor, se encargaba de La Estancia y Piedra Alta al otro lado del río.

Era en el campo S donde don Severo estaba regañando a los capataces El Pícaro y El Gusano por no haber obtenido la producción esperada en tres meses.

Don Acacio no podía producir nada ese año por las lluvias, por lo que tomó a sus hombres y se dirigió a La Armonía para duplicar la producción de caoba y poder así cumplir sus compromisos económicos para ese año.

Don Gabriel llega a La Armonía y logra dejarle a todos los indios a don Severo. Este inspecciona a cada grupo de indios y tiene contacto con Cándido a quien dice que será leñador y sus hijos vaqueros. Don Félix habla con Modesta y le dice que trabaje para él, pero ella se niega porque ya sabe como son con los indios. Don Félix golpea a Cándido por refutarle que son dos toneladas de caoba la producción diaria y no cuatro como él la estaba exigiendo. Toma nota de cómo se llama y amenaza con castigarlo si no cumple.

V

La nueva cuadrilla llegó al campo Sur y ahí los leñadores les cuentan de cómo son castigados si no cumplen con su producción diaria. Les dicen como los cuelgan de los árboles y les untan manteca para que los muerdan las hormigas y los mosquitos los pican toda la noche, de suerte que se mantiene trabajando para evitar el castigo. También les cuentan de lo cruel que es don Acacio para conseguir su producción: castigo y tortura, y como se va diezmando su grupo por muertes por castigo y enfermedades.

Son testigos de cómo terminan los indios después de ser colgados para que al día siguiente cumplan con su producción.

VI

Celso le enseña a Cándido la técnica para tirar árboles y le dice que hay que partirlo en trozas para que se lo tomen en cuenta.

Don Acacio se enoja al darse cuenta que muchos árboles derribados están en su sitio. Los leñadores le explican que es por las lluvias que no han podido moverlos. El no entiende razones y manda moverlos durante la noche. Por la mañana siguiente se da cuenta que no terminaron y los manda castigar colgándolos y salándoles la piel. Cuando los bajan se quedan dormidos al pie de los árboles, en el fango. Al día siguiente dos no despiertan, han muerto.

VII

Urbano y Pascasio intentan la fuga cuando de madrugada se dirigían al monte. Al amanecer se dan cuenta de su ausencia y los buscan. En medio de un arroyo atrapan a Urbano. El otro logra alcanzar la orilla y corre. Un capataz intenta atraparlo, pero este se defiende con una piedra y lo mata, le quita la pistola y trata de defenderse del otro capataz, pero como no sabe usar el arma, el disparo sale desviado. El capataz lo mata, razonando que él intentó matarlo primero. Después desata a Urbano y hace que entierre los cadáveres, pero solo el del capataz es enterrado, el otro lo dejan para que se los coman los zopilotes. Lo lleva al campamento y lo presenta a don Acacio informándole lo sucedido. Este amenaza con darle un castigo ejemplar.

Lo lleva al río y se da cuenta que le falta una cuerda para sujetarlo. Lo manda de regreso a buscar una y cuando Urbano nuevamente vuelve con él, en un descuido, ataca

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