Tlahtoani realmente creyó que regresaba Quetzalcóatl
Enviado por Kittiebooboo • 25 de Junio de 2014 • 1.214 Palabras (5 Páginas) • 229 Visitas
Sí, cuando le informan a Moctecuhzoma Xocoyotzin que llegaron hombres blancos en barcos como cerros, que usaban el fuego y que tenían los atributos de dioses, el Tlahtoani realmente creyó que regresaba Quetzalcóatl.
Hay que recordar que ellos legaron precisamente en un año 1 Caña, es decir exactamente cuando debía retornar Quetzalcóatl. Además los cascos de los tercios de infantería españoles son idénticos al caracol emblema de ese Dios.
Además eran blancos y barbados como Quetzalcóatl.
Por si fuera poco, tenían forma sobrenatural (los indígenas pensaron que el caballo era parte de sus cuerpos) y tenían gran poder militar.
Si eres cristiano o católico recordarás la parte del Apocalipsis que dice que Jesucristo regresará bajando de las nubes en un caballo blanco después del Armagedón. Si tu eres presidente de tu país y ves a una persona que después de una gran batalla baja del cielo en un caballo y se parece mucho a las representaciones que tenemos en el siglo XXI de Jesucristo, pero corriendo le entregas tu país, ¿cómo no si es tu Dios?
CUANDO EN SEPTIEMBRE DE 1519 Hernán Cortés llegó con su ejército al territorio de Tlaxcala contaba ya con una importante experiencia en enfrentamientos y alianzas con otros pueblos indígenas, concretamente con aquellos que habitaban entre la costa del golfo y el valle poblano-tlaxcalteca. Su encuentro inicial con los señoríos de Tlaxcallan sería violento, pues la alianza no vendría sino después de un prolongado desgaste de fuerzas y de una serie de negociaciones y presiones por ambas partes.
El 2 de septiembre de aquel año se produjo la primera batalla entre los guerreros tlaxcaltecas y las tropas españolas y sus aliados indígenas, mayoritariamente cempoaltecas. Tras ser derrotados, los tlaxcaltecas enviaron una comisión a dialogar con Cortés, pero éste, presumiendo que los delegados eran espías, les aplicó un severo castigo. Fue inevitable, entonces, que poco después ocurriera un segundo enfrentamiento. No obstante que las fuerzas tlaxcaltecas eran superiores en número (unos 50 mil guerreros, incluyendo otomíes forzados) fueron vencidos otra vez por los extranjeros, debido a que éstos contaban con una estrategia militar más efectiva, usaban armas de fuego, armaduras de hierro, caballos y, sobre todo, se apoyaban en un fuerte contingente de indios aliados.
Tras algunas batallas más, el ejército tlaxcalteca se encontraba bastante diezmado, pero el español estaba a punto de ser derrotado. Entonces, Cortés decidió intentar un pacto con su aguerrido enemigo. Para ello, recurrió a un elemento especialmente sensible en el ánimo de los tlaxcaltecas: a cambio de la paz, les ofreció apoyo en contra de los mexicas, sus enemigos mortales. A esta oferta nada desdeñable se aunaba la versión, difundida entre los pueblos indígenas, de que los extranjeros recién llegados eran dioses y, por tanto, inmortales, versión que los españoles trataban de nutrir escondiendo a sus escasos muertos. Si eran invencibles, no tenía sentido seguir luchando contra ellos, pues eso sólo acarrearía más desgracias. Sin embargo, esta visión sacralizadora no era aceptada por todos los señores importantes de Tlaxcala, que desconfiaban de cualquier oferta de paz y de alianza que hicieran los forasteros. Este era el caso de Xicohténcatl Axayacatzin, hijo del cacique de Tizatlán y a quien, para diferenciarlo de su padre, que poseía igual nombre, los historiadores posteriores llamaron el Joven. Al mismo tiempo que Cortés negociaba con los tlaxcaltecas, en un doble juego táctico hacía saber de su impresionante poder bélico a los emisarios de Moctezuma II, y trataba de engañarlos con la idea de que su ataque a los de Tlaxcala se debía a que eran enemigos de los mexicas. Cortés captó perfectamente que la clave de su victoria,
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