Travesuras De La Niña Mala.
Enviado por apcassale • 3 de Marzo de 2015 • 1.413 Palabras (6 Páginas) • 313 Visitas
Ana Paulina Cassale Delgadillo.
“En esos dos años yo me convencí de que, en mi caso al menos, era falso que el amor empobreciera o desapareciera con el uso. El mío crecía cada día.” (Vargas Llosa, 2006) Travesuras de una niña mala es una historia de amor, un amor moderno, condicionado por la situación actual del mundo en el que se vive. Las circunstancias y situaciones que se les presentan a los personajes en precisos momentos de la vida de ambos, son indispensables para el desarrollo de la historia, y simplemente coincidencias de la vida. Es un amor mucho más cercano a la realidad que los amores románticos de toda obra literaria; existe, por lado, el miedo al compromiso y la enorme codicia de la niña mala, y por el otro, el amor incondicional, desbordante y desinteresado de Ricardito, el niño bueno.
Por lo general, cuando se piensa en un amor literario, un amor de novela, pensamos en algo pasional, prohibido pero deseado, muchas veces sangriento y se termina por recordar la trágica historia de “Romeo y Julieta”. A todos les fascina la historia, y no se puede descartar que sea un trabajo ejemplar, digno de admiración por parte de William Shakespeare. Lo que si se debe de admitir, es que por mucho que a las mujeres les encantaría el drama, la situación social y política actual están lejos de ser lo que eran en ésa época y Vargas Llosa nos describe una relación más actual dónde, aunque sea duro de admitir, no siempre era el amor la principal razón de su relación.
Ricardo Socomurcio sin nada más que las ganas de salir adelante y poder cumplir su sueño de vivir en París, sin importarle de qué viviera, tomó sus cosas y partió a la “Ciudad de las Luces”. Muchas veces se las vio negras, y su amigo el gordo Paúl le ayudaba de vez en cuando con las comidas que podía sacarle del restaurante donde cocinaba. Aparte de ser chef, el gordo Paul formaba parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Perú. Como parte de sus responsabilidades era hacerse cargo de los guerrilleros que pasaban por París para seguir con su entrenamiento militar en Cuba. Fue así como Ricardito, después de muchos años sin saber nada de ella, pudo reconocer a la chilenita, el amor de su infancia, parada frente a él vestida de guerrillera y cómo la primera vez volvió a caer por ella.
A la niña mala no podría importarle menos la revolución peruana ni ningún otro suceso que estuviera pasando en el mundo. Vio su oportunidad de abandonar Perú para ir a la ciudad europea de las “Luces” y la tomó. Al reencontrarse con Ricardito, ella le pidió que la ayudara a quedarse con él. Que ella no era guerrillera y jamás lo sería, sin el más mínimo remordimiento de haber tomado ventaja de la situación. Ricardito decidió no hacerlos y esperar a que ella regresara de Cuba para poder estar juntos, cosa que jamás sucedió. Dándose por vencido, siguió con su educación para convertirse en intérprete y enfocándose en su profesión.
El patrón de su relación siempre era el mismo. La reencontraba, la tenía, admitía el gran amor, que a pesar de los años, aún sentía por ella y al final por un embrollo u otro, ella terminaba por huir sin dar previo aviso a nuestro querido Ricardo, quién después de cada suceso, para no caer en la tristeza, se dedicaba en cuerpo, alma y mente a su profesión como intérprete.
Siempre un reencuentro era aún más extraño que el anterior, pues siempre existía de por medio un amigo o conocido entre los dos, que hacía que se pudieran volver a reunir, y en un mundo tan pequeño como el nuestro, sólo podría haber sido una coincidencia tras otra, como pasa en la vida real. Existen tantas personas en el mundo y pudiendo encontrar a cualquier otra, siempre volvía la chilenita a la vida de Ricardito. La chilenita, desde pequeña, siempre supo lo que quería, dinero y estatus, y hasta casi los últimos años de su vida, fue lo único que le importó. Pasó de ser la esposa de un diplomático de
...