ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

Angélica Clarissa García Valdivia

En el presente ensayo, analizaremos el filme “Alicia en el País de las Maravillas”, dirigida por el cineasta Tim Burton, en el cual buscaré el significado del mismo y los alcances psicológicos desde el conflicto individual y social, así como la integración de estos, basando la argumentación de éste en lo escrito por Erich Fromm, destacado psicólogo social, psicoanalista, filósofo, humanista alemán y estadounidense. Pues bien adentrémonos en este recorrido consciente del inconsciente.

Al inicio de la película es notoria la importancia de la parte social, ya que permite observar en este ámbito; que es una parte fundamental en el desarrollo de los individuos, ya que somos seres sociales por naturaleza, creando a su vez confusión y conflicto; debido a que no siempre se coincide con las formas establecidas.

Desde la parte familiar y su funcionamiento, se puede ver la lealtad y cercanía de la protagonista con su padre, así mismo la desvinculación con la madre y la lejanía con la hermana. Se encuentran también los introyectos en el cumplimiento de los cánones sociales, que creo es algo que sigue fungiendo en la sociedad actual y que finalmente es un film atemporal, que podría encajar perfectamente en la actualidad.

Erich Fromm, en su libro “el miedo a la libertad” en el capitulo mecanismos de evasión, menciona y da la terminología de normal y neurótico, mismo que encuadra en la perspectiva de Alicia, les comparto:

“el término normal puede definirse de dos maneras. En primer lugar, desde la perspectiva de una sociedad en funcionamiento, una persona será normal si es capaz de cumplir con el papel social que le toca desempeñar dentro de la sociedad.

En segundo lugar, desde la perspectiva del individuo, consideramos normal a la persona que alcanza el grado óptimo de expansión y felicidad individuales.

Si la estructura de una sociedad dada fuera tal que ofreciera la posibilidad óptima de la felicidad individual, coincidirían ambas perspectivas. Sin embargo, en la mayoría de las sociedades -incluso en la nuestra- este caso no se da. Si bien ellas difieren en cuanto al grado en que fomentan la expansión individual, siempre hay una discrepancia entre el propósito de asegurar el fluido funcionamiento de la sociedad y el de promover el desarrollo pleno del individuo. En este hecho obliga necesariamente a distinguir una manera bien definida entre los dos conceptos de salud o normalidad. Uno es regido por las necesidades sociales, el otro por las normas y valores referentes a la existencia individual”.

“la persona considerada normal en razón de su buena adaptación, de su eficiencia social, es a menudo menos sana que la neurótica, cuando se juzga según una escala de valores humanos.

Frecuentemente está bien adaptada tan sólo porque se ha despojado de su yo con el fin de transformarse, en mayor o menor grado, en el tipo de persona que cree se espera socialmente que ella deba ser. De este modo puede haberse perdido por completo la espontaneidad y la verdadera personalidad. Por otra parte el neurótico puede caracterizarse como alguien que no estuvo dispuesto a someter completamente su yo en esta lucha. Por supuesto, su intento de salvar su yo individual no tuvo éxito y, en lugar de expresar su personalidad de una manera creadora, debió buscar la salvación en los síntomas neuróticos, retrayéndose en una vida de fantasía. Sin embargo, desde el punto de vista de los valores humanos,

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